Liturgia Eucarística
La Liturgia Eucarística está integrada por: presentación de dones (ofertorio); prefacio; plegaria eucarística; y ritos de comunión.
Es el culmen de toda la celebración: los ritos anteriores a ella son una preparación para disponemos a recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor.
El sentido de estos ritos es el ofrecimiento de nuestras vidas a Dios, del esfuerzo y trabajo humano (ofertorio); la koinonía o comunión fraterna (ofrenda); acción de gracias, santificación y proclamación de las maravillas de Dios (plegaria eucarística); participación de los beneficios salvadores del misterio pascual, renovación de la Alianza con el Padre, anticipación del banquete escatológico (comunión). También tiene como sentido la filiación divina, el amor de caridad y la incorporación a Cristo y a la Iglesia (ritos de comunión).
En la liturgia eucarística encontramos dos aspectos esenciales:
- La Eucaristía como acción de gracias: Reconocer a Dios como bueno y dador de todo bien, como aquel que nos ama y que, en su Hijo Jesucristo, nos salva. Alabamos a Dios porque reconocemos que todo nos viene de Él. San Pablo nos recuerda que debemos hacernos eucaristía, acción de gracias en todo, dar "gracias siempre y en todo a Dios Padre" (Ef 5, 20).
- La Eucaristía como renovación sacramental de la entrega al Señor: Es lo más esencial y definitorio de la Eucaristía, y lo que más claramente implica la vida de quien la celebra, ya que hace presente la entrega amorosa de Jesucristo, el sacrificio de su vida. En la preparación del altar ponemos algo que nos representa, el pan y el vino; en ellos debemos vernos a nosotros mismos, que queremos poner nuestras vidas en manos del Señor para vivirlas, como Cristo y con Cristo, en amor servicial a los hermanos.
Nos dice la Institución General del Misal Romano
72. En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y el banquete pascuales. Por estos misterios el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia, cuando el sacerdote, representando a Cristo Señor, realiza lo mismo que el Señor hizo y encomendó a sus discípulos que hicieran en memoria de Él.
Cristo, pues, tomó el pan y el cáliz, dio gracias, partió el pan, y los dio a sus discípulos, diciendo: Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía. Por eso, la Iglesia ha ordenado toda la celebración de la Liturgia Eucarística con estas partes que responden a las palabras y a las acciones de Cristo, a saber:
1) En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el vino con agua, es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.
2) En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la salvación y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.
3) Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean muchos, reciben de un único pan el Cuerpo, y de un único cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo como los Apóstoles lo recibieron de las manos del mismo Cristo.
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Pbro. Juan Manuel Venegas Medina
Dimensión de Música Sagrada