El canto es una acción litúrgica
Los documentos de la Iglesia insisten en la participación por medio del canto en la liturgia. Ya que la música no es un adorno, o un traje regional que se alquila para una fiesta determinada, ni un traje festivo o dominguero que lo reservamos para ciertos días. La música tiene en la liturgia un carácter más profundo: es una expresión vivencial de la comunidad que canta a una voz y con un mismo corazón, algunos ritos la exigen por su esencia misma, como son los cantos procesionales de la Misa, nacieron para ser cantados, pierden su naturaleza si no se cantan. Otros textos piden la ayuda del canto para que el texto gane en viveza y en penetración, por ejemplo, el canto festivo del aleluya, la doxología final del Canon. Y otras veces se pretende intensificar una participación interior, de los corazones, por medio de la unión de las voces.
Podemos decir que “comulgar” constituye la mejor forma de participación en la liturgia, después de la acción de comer el Cuerpo de Cristo y beber su Sangre, la mejor forma de participación es el “canto”.
Nos enseña la INSTRUCCIÓN "MUSICAM SACRAM" en su número 5:
La acción litúrgica adquiere una forma más noble cuando se realiza con canto: cada uno de los ministros desempeña su función propia y el pueblo participa en ella. De esta manera, la oración adopta una expresión más penetrante; el misterio de la sagrada liturgia y su carácter jerárquico y comunitario se manifiestan más claramente; mediante la unión de las voces, se llega a una más profunda unión de corazones; desde la belleza de lo sagrado, el espíritu se eleva más fácilmente a lo invisible; en fin, toda la celebración prefigura con más claridad la liturgia santa de la nueva Jerusalén.
Por tanto, los pastores de almas se esforzarán con diligencia por conseguir tal forma de celebración. Incluso en las celebraciones sin canto, pero realizadas con el pueblo, se conservará de manera apropiada la distribución de ministerios y funciones que caracteriza a las acciones sagradas celebradas con canto; se procurará, sobre todo, tener los ministros necesarios y capaces, así como fomentar la participación del pueblo.
La preparación práctica de cada celebración litúrgica se realizará con espíritu de colaboración entre todos los que han de intervenir en ella y bajo la dirección del rector de la iglesia, tanto en lo que atañe a los ritos como a su aspecto pastoral y musical.
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Pbro. Juan Manuel Venegas Medina
Dimensión de Música Sagrada