Música y liturgia
"Vengan, cantemos alegres al Señor... Entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos" Sal 94, 1-2 En la Iglesia Primitiva, el Apóstol San Pablo amonesta a los fieles que se reúnen esperando la Venida del Señor (Parusía), para que canten todos juntos Salmos, Himnos y Cánticos Espirituales (Col. 3, 16). Nos invita a cantar juntos salmos, himnos y cánticos inspirados, mientras esperamos la venida del Señor. Y que mejor momento para hacerlo en la asamblea litúrgica. El Canto es una señal del gozo del corazón (Hech. 2, 46).
El Misal Romano nos habla del canto como "una señal de euforia del corazón; san Agustín nos dice que "Cantar es propio de quien ama" y un antiguo proverbio afirma que: "Quien bien canta, dos veces ora". Siguiendo la Tradición cristiana y bíblica nos damos cuenta de la importancia del canto y la música en el culto. Todo lo anterior nos motiva a tener en gran estima el uso del canto y la música en las celebraciones litúrgicas, pues son medios de expresión y comunicación y crean comunidad. En la Liturgia la música tendrá el fin de favorecer la unidad en una misma acción, ya sea aclamar, meditar o proclamar. La música está al servicio de la asamblea que celebra; es "parte necesaria e integral de la liturgia solemne". (S.C. 12).
El canto es el medio más apto para manifestar la alegría de los que se reúnen para celebrar la fiesta del Señor. Entre los "signos" humanos es el que mejor se presta para significar el misterio de la liturgia. Sin embargo, no podemos decir que sea un medio exclusivo: una comunidad también puede manifestar su participación sin canto y sin música: la seriedad de comportamiento, los gestos realizados con unción, etc. Pueden ser magníficos medios de expresión de la unión de corazones. Pero nunca podremos poner como norma e ideal de participación una acción litúrgica sin canto: toda fiesta exige canto y música. Fiesta y canto se completan.
Esta manifestación de la unidad de los corazones a través del canto, del órgano e instrumentos admitidos, ha de tener una orientación, una razón de ser en la liturgia, su finalidad la obliga a ciertas exigencias esenciales, que si las cumple, puede disponer de la libertad de expresión que merece todo arte.
Los principios que ha de observar la música en la liturgia son:
Edificar a los fieles (S.C. 112; M.S. 4,63).
Facilitar la participación y enriquecer la celebración (M.S. 67)
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Pbro. Juan Manuel Venegas Medina
Dimensión de Música Sagrada