EL PAPEL EDUCATIVO DE LA IGLESIA EN MéXICO

 

El papel educativo de la Iglesia en México

 

¡No tengamos miedo!

Y ¿miedo de qué…? De trabajar en “unidad” y acercarnos a otros educadores. De estrechar lazos en torno a la misma misión. De dialogar, compartir, sugerir, escuchar, secundar, crear, servir. 

Es necesario mantener claro el papel evangelizador de las instituciones educativas. Dios es el fundamento de la Educación, el hombre es el centro, por ello, educar en la Verdad, en la Belleza y en el Bien, educar en el Amor, en la dignidad de la persona y en los Derechos Humanos, para servir en unidad: misión compartida (familias, consagrados, profesionales de la Educación en el mundo civil y eclesiástico)

En todos los ámbitos de la vida humana, pero particularmente en Educación, la Iglesia promueve la caridad, esencia y manifestación de la persona siendo guardiana y custodio de su dignidad.

La Iglesia está llamada a guiar con amor y humildad. Fortalecer y dirigir... Por ello debe acercarse siempre a toda institución educativa. 

Tiene una gran responsabilidad y un compromiso trascendente ante la Educación. 

Desde el Evangelio se puede crear una nueva corriente de pensamiento para que, las instituciones educativas ayudemos a “hacer nuevas todas las cosas…” y a que el ser humano siga extasiándose de la vida, del mundo, de todo lo que nos rodea y de lo que llevamos dentro. Es indispensable mantenerse siempre en una postura humilde, abierta a escuchar y a saber que no se tiene nunca “la última palabra…”: Mientras más “maestro”, más “aprendiz”.

Los educadores, docentes, directores de colegios, rectores universitarios tienen en sus manos la enorme responsabilidad de liderar sus instituciones al servicio de la persona para que se conviertan en auténticas reservas de la Verdad. 

Muchos se han convertido en grandes empresarios y no verdaderos educadores. Métodos pedagógicos de vanguardia, tecnologías de punta van liderando las instituciones educativas. Sin embargo se requiere que los líderes, antes que distinguirse por este tipo de competencias, tengan verdadera vocación a la educación. 

Si los líderes educativos pierden de vista su misión por otros intereses, el impacto formativo dejará una huella en la cultura que se fragua a partir de  la Educación.

Es prioritario buscar, seleccionar, formar, lanzar, a los hombres y mujeres que, no sólo por profesión, sino por una auténtica vocación, dirijan la labor más noble: EDUCAR para que el ser humano conozca, viva y agradezca la grandeza de su dignidad.

 

 Dra. Norma Peschard