El papel de la Música Litúrgica en la Celebración
El Concilio Vaticano II ha contribuido decisivamente a clarificar el papel del canto y de la música en la celebración hablando de su «función ministerial» al servicio de la liturgia (cf. SC 112), expresión análoga a la del «noble servicio» del arte (cf. SC 122). Esta función está unida a la función simbólica o «sacramental».
1. FUNCIÓN «SACRAMENTAL» DEL CANTO Y DE LA MÚSICA.
El canto y la música expresan y realizan las actitudes internas de quienes integran la asamblea. Por una parte, responden y dan salida al exterior a los sentimientos, y por otra ayudan a interiorizarlos y a consolidarlos para traducirlos después en la vida. En este sentido constituyen un verdadero signo de la acción del Espíritu enviado a los corazones de los fieles para que invoquen al Padre (cf. Rom 8,15.23.26-27), y que inspira los salmos, las aclamaciones y los himnos (cf. Ef 5,18-19). El canto y la música cumplen su función de signos de una manera tanto más significativa cuanto "más estrechamente estén vinculados a la acción litúrgica" (SC 112), según tres criterios principales: a) La belleza expresiva de la oración. b) La participación unánime de la asamblea en los momentos previstos. c) El carácter solemne de la celebración. Participan así de la finalidad de las palabras y de las acciones litúrgicas: la gloria de Dios y la santificación de los fieles.
2. FUNCIÓN MINISTERIAL.
Si la liturgia entera es «ministerial» y todo tiene en ella una misión o una función de «noble servicio», el canto y la música no son una excepción. En efecto, como los restantes signos litúrgicos, no solamente están al servicio de la expresión y de la comunicación, sino, ante todo, del misterio de Cristo y de la Iglesia en su realización ritual. Dicho de otro modo, la razón de ser del canto y de la música en la liturgia se encuentra en el servicio a la acción litúrgica. Ahora bien, esta función se concreta, desde el punto de vista teológico, en tres aspectos esenciales:
El revestimiento de la Palabra divina y de la respuesta del hombre, en el diálogo entre Dios y su pueblo.
El favorecer la unidad y la comunión de la asamblea, como signo de una profunda sintonía espiritual.
El constituir en sí mismos un rito.
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Pbro. Juan Manuel Venegas Medina
Dimensión de Música Sagrada.