CARTA A UNA PERSONA DE BUENA VOLUNTAD QUE DESEA VIVIR EN PAZ

 

Carta a una persona de buena voluntad que desea vivir en paz

con motivo de la “normalización” de la violencia que estamos enfrentando

 

En estos días he coincidido con varios vecinos que estamos inquietos por la situación más o menos generalizada de inseguridad en que vivimos, en lo personal me afecta mucho leer las noticias porque encuentro más malos acontecimientos que aspectos positivos; sin embargo, cada vez que me hallo en esta situación recuerdo lo que alguno de ellos me decía “tenemos que hacernos cargo de cómo queremos vivir, de la mano de quiénes nos pueden ayudar”.

Reflexionando sobre esto me viene a la mente el llamado constante del Papa Francisco a promover la caridad y la fraternidad, ¿cómo hacerlo en un ambiente hostil donde la desconfianza es lo que predomina en las relaciones cotidianas?

Una idea sobre la cual hemos platicado tu y yo, es la de descubrir lo significativo que puede ser involucrarnos con nuestro entorno, ser parte de las soluciones, como cristianos podemos decir que ya nos comprometimos bastante en tal o cual pastoral y con eso podemos creer que estamos haciendo lo necesario, no obstante, la realidad nos interpela a dejar de ser esa “élite laical” que está encerrada en los templos y nos invita a trascender aun más al descubrir nuestro entorno, nuestra ciudad y ser parte de ella, buscar junto con otros soluciones a los problemas que nos son comunes.

En estos días me sorprendí gratamente al escuchar a una amiga decirme que en su calle los vecinos han comenzado a reconocerse entre ellos, desafortunadamente todo a raíz de que un muchacho perdió la vida cerca del lugar donde vive por una riña callejera, esto vino a trastocar su cotidianeidad y por ello han comenzado a dialogar más entre ellos; ahora se están organizando para algunos de ellos asumir más responsabilidades en el consejo de participación de su colonia y poder estrechar vínculos con las autoridades municipales, afrontar los desafíos por la inseguridad así como saber y sentir que no están solos, se tienen unos a otros. 

La reflexión que quiero hacer contigo es sobre nuestra calidad ciudadana, la cual comienza con ser un buen vecino, que conoce y sabe lo que le duele al otro, se preocupa y ocupa por evitar el dolor evitable haciendo lo que está en sus manos.

La paz es más que la ausencia de guerra, es vivir con empatía hacia los demás, hacer vida lo que el Evangelio dice “Lo que le hagáis a uno de ellos, a mi me lo haceís”. 

Sobre este aspecto de promover la paz social, ya nos decía Juan XXIII en su carta encíclica Pacem in Terris:  “… la paz será palabra vacía mientras no se funde sobre el orden cuyas líneas fundamentales, movidos por una gran esperanza, hemos como esbozado en esta nuestra encíclica: un orden basado en la verdad, establecido de acuerdo con las normas de la justicia, sustentado y henchido por la caridad y, finalmente, realizado bajo los auspicios de la libertad” (C.E. Pacem in Terris. No.167)

Te invito a seguir haciendo vida el Evangelio y a que pasemos juntos de ser habitantes a ciudadanos en el lugar donde vivimos. La luz de los laicos puede y debe hacerse presente en todas las realidades que nos rodean, comencemos con nuestra propia familia y comunidades ¿Dónde más te puedes involucrar para ser agente de paz?

Permanezcamos unidos en el amor a Cristo, tu hermana

 

Fernanda Rivera

Fundadora de Promoción Ciudadana para el Desarrollo Solidario AC (PROCIDS)

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