Educar en el cambio de época
Las épocas históricas son grandes momentos de cambio. Cada etapa de la Historia de la humanidad se distingue no sólo por una calendarización periódica, sino principalmente por el conjunto de certezas que en el nivel cultural definen la vida de las personas y de los pueblos. La concepción antropológica, la estructura y los valores de la sociedad, el estilo de vida de las personas cambia en las diferentes épocas, como en la Prehistoria, la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Moderna, la Edad Contemporánea, la Edad Postmoderna, y la nueva época hacia la que ahora transitamos.
Ante los cambios, no sólo de fuera sino de dentro del hombre, se percibe una clara inconciencia de las profundas implicaciones de vivir en esta transición de época. Esta inconciencia lleva a concebir formas inadecuadas de educar y de transmitir el Evangelio…
¿Qué está pasando hoy? Cambian los sistemas económicos y políticos. Desaparecen los equilibrios mundiales. Parece que quien tiene el dinero tiene el poder. Se pasa del bien común al interés común. Hay liderazgos débiles e inconsistentes que generan incertidumbre y desconfianza.
Todo parece agotado y no se generan sociedades más humanas, más solidarias, más equitativas, más fraternas, ni más felices.
Parece que el ser humano pretende caer en la tentación del “¡Seréis como dioses!” Gn 3,5.
No sabemos cómo terminará este momento de cambio. Hay nuevos paradigmas, nuevas formas de vida.
Se presentan crisis de racionalidad donde las ideas mueven al mundo reduciendo las diversas cosmovisiones, ideologizando la fe y la moral y no comulgando vitalmente con el Evangelio; hay crisis de la ciencia fragmentando su relación con el ser humano; crisis de la economía, ante la ilusión del tener, del bienestar, parece que faltan recursos y no hay trabajos bien remunerados para todos; hay crisis de la familia, donde no todos son aceptados ni acogidos, y en donde no todos encuentran el amor que se necesita para vivir. Crisis de fe, hay confusión en la espiritualidad, sin repercusiones claras de la fe en la vida cotidiana, hay crisis en la unidad eclesial y en la vida pastoral, hay crisis sobre el sentido de la vida.
Son cambios sin precedentes: se modifican las certezas más profundas.
El nuevo desafío para todo educador: ¿Seremos capaces de presentar una propuesta cultural realista, comprensible, creíble y atractiva a los niños y jóvenes de hoy?
Dra. Norma Peschard