«Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos»
Queridos hermanos y hermanas:
Estamos celebrando la Pasión del Señor y esta celebración tiene tres partes: la primera es la lectura de la Pasión del Señor según San Juan, la segunda parte será la adoración de la Santa Cruz y la tercera parte la sagrada Comunión.
Hoy por la mañana, en distintos lugares de la República Mexicana y en toda la Iglesia Universal, se realizó el viacrucis, una celebración popular que nos recuerda el camino que hizo Jesús hacia el Gólgota. Vemos cómo en muchos lugares, en muchos templos, están las XIV estaciones que nos van indicando ese recorrido doloroso que hizo Jesucristo; y algunos ponen la XV estación, que es la Resurrección. Pero hoy estamos celebrando Viernes Santo, la muerte del Señor, es el único día que no hay Eucaristía, que no hay Misa, porque estamos con ese sentimiento de dolor, de duelo, por lo que le sucedió a Jesús.
Es momento para que nosotros meditemos en lo que hizo Jesús por nosotros: por su sangre nos dio la salvación, Él fue fiel a los designios de su Padre. Fueron momentos difíciles para Él, dramáticos, donde por momentos el quisiera que el Padre alejara ese cáliz, pero finalmente dice: «Hágase tu voluntad.»
Hoy estamos invitados a reflexionar sobre el amor que Jesús nos ha tenido, el amor que Jesús nos tiene, el amor de Dios en nuestras vidas. Yo siempre les comento que cuando nosotros vemos una cruz vemos dos leños, uno vertical y uno horizontal: El vertical siempre nos debe recordar el primer mandamiento, que es el amor a Dios sobre todas las cosas, y el horizontal es el amor a nuestro prójimo, a nuestros hermanos.
«Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos», y Jesús dio la vida por nosotros. En el Antiguo Testamento los profetas nos dicen, sobre todo Isaías, que desfiguraron el rostro de Jesús, ya no tenía figura humana. Fue tanto el dolor físico, pero sobre todo el dolor moral de cargar el pecado de la humanidad sobre sus hombros, y todavía en la cruz dice: «Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen.» ¿Quién está ahí en la cruz? Su madre, y la deja con el discípulo amado, con Juan, «Hijo, ahí tienes a tu madre; madre, ahí tienes a tu hijo.»
Por eso yo creo que hoy es un día de meditación, pero sobre todo de pensar en el amor. Hay un proverbio popular que dice que el amor con amor se paga. ¿Cómo podemos pagar lo que Jesús hizo por nosotros? Amando también, viviendo con amor, haciendo el bien a los demás. Vemos nuestro mundo tan dividido y polarizado, donde impera la cultura de la muerte, y necesitamos nosotros poner como prioridad el amor para vivir como hermanos.
Jesucristo vino a la tierra a decirnos que somos hermanos y que tenemos un Padre que nos ama. La pregunta es: ¿Qué tanto estamos viviendo como hermanos?, ¿qué tanto nos ayudamos, nos servimos, nos apoyamos en nuestra vida? El cristiano es aquel que debe amar y servir a los demás.
Hoy cada uno de nosotros démosle gracias a Jesús, porque dio la vida por nosotros en la cruz y con su muerte nos abre las puertas del cielo y nos da también la salvación. Así sea.
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla