«El Señor es mi pastor, nada me faltará»
Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:
Los saludo a todos ustedes con aprecio de pastor, a ustedes que están aquí en esta Catedral de Corpus Christi y también a los que están siguiendo esta transmisión, dentro del territorio de nuestra Arquidiócesis, en otros lugares de México y también en el extranjero; que todos experimentemos la presencia de Jesucristo, que es nuestro pastor.
Este IV Domingo de Pascua, como decía al inicio, es un domingo en el cual se hace una jornada mundial para pedir por las vocaciones. Hoy el Evangelio nos presenta a Jesucristo Buen Pastor, quien da la vocación.
Hoy podemos quedarnos con dos imágenes. Una es Cristo el Buen Pastor. A mí me gusta mucho una imagen donde Cristo va cargando una oveja en sus hombros, después de curarla, de atenderla, la carga sobre sus hombros. Él es el Buen Pastor y esa imagen es muy sugerente. Y la otra imagen es una puerta, hoy nos dice Jesús: «Yo soy la puerta». En la cultura oriental se hacían corrales con piedras y con ramas y el pastor se acostaba en la entrada, cuidando que las ovejas no se salieran y que no entrara ningún malhechor. Jesús es la puerta.
Yo creo que hoy es importante que veamos que Jesús es el Buen Pastor, porque también hay malos pastores que se brincan, se saltan la barda, los que buscan sacar provecho, los que no están cerca de sus ovejas. En cambio, Jesús el Buen Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen su voz.
Pensando en estas imágenes, en esa época donde se daba más el pastoreo, sacaban a los borreguitos para alimentarse, salían del corral y el pastor les iba indicando el camino; y si alguien no quería comer, el pastor los animaba a comer; aquella que sufría alguna herida, también la curaba; «el buen pastor conoce a sus ovejas y ellas escuchan su voz».
Por eso este domingo se nos invita también a nosotros a que seamos buenos pastores, los padres de familia son pastores, los educadores son pastores, y para ser buenos pastores hay que tener la mirada fija en Jesucristo el Buen Pastor, para ver cuáles son sus actitudes y también nosotros seguir esas actitudes, ¿es alguien cercano?, ¿es alguien que se preocupa por el que sufre?, ¿es alguien que da cobijo al que tiene frío?
Por eso es importante que nosotros tomemos siempre esa imagen de Jesús. Así como cuando celebramos la Sagrada Familia es muy bonito tener a José, María y Jesús como un modelo de familia; también tener presente esa imagen del Buen Pastor, poder seguir sus actitudes.
Actualmente que el Papa habla mucho de sinodalidad, que significa caminar juntos como pueblo, escucharnos, no ser indiferentes a los demás, y en el mes de octubre va a haber un sínodo sobre este tema. En ese sentido todos debemos ser pastores, pastoras, y de una manera muy especial hoy que se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones debemos pedir para que haya más sacerdotes, más religiosas, más religiosos, más agentes de pastoral que puedan anunciar el Evangelio.
Ciertamente en esta Arquidiócesis, después de cuatro años de conocerla, veo yo tantas necesidades, cuánta gente tiene hambre y sed de la Palabra de Dios, y nosotros sabemos que el que da la vocación es Jesús y la oración es el medio por excelencia para pedirle a Dios que haya más vocaciones.
Por eso a mí me da mucho gusto que esté el Seminario, que estén los sacerdotes. Desafortunadamente este año no habrá Ordenaciones Sacerdotales, hasta el año que entra, y tengo también muchos sacerdotes ya grandes, enfermos, algunos que se nos adelantan. «La cosecha es mucha y los obreros son pocos; rueguen al dueño de la mies que envíe obreros».
La comunidad debe ser vocacional, por eso hoy también ha venido, además del equipo formador del Seminario, el equipo de la Pastoral de Adolescentes y Juvenil Vocacional, que son los que van ayudando a los jóvenes a encontrar el sentido a su vida y ver cuál es el proyecto que Dios quiere para sus vidas.
Hoy es un día vocacional y vocación significa un llamado, y este llamado lo hace Cristo, que nos llama a todos desde nuestro Bautismo y por eso hacemos este importante signo de renovar nuestro Bautismo como pueblo de Dios, como discípulos misioneros. Todos somos importantes y protagonistas.
Así es que hoy cada uno de nosotros desde el fondo de nuestro corazón digamos: «El Señor es mi pastor, nada me faltará», porque para ser buenos pastores y pastoras se necesita tener la mirada puesta en Jesús y seguir su ejemplo.
Que el Señor nos bendiga con muchas vocaciones a toda la Iglesia Universal; que cada día los padres sigan educando a sus hijos por el camino de Dios; que todos los educadores también fomenten los valores humanos y cristianos que tanto necesitamos. Así sea.
+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla