HOMILÍA EN EL XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

July 30, 2023


HOMILÍA EN EL XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

«Quien encuentra a Cristo, encuentra lo mejor en su vida»

 

Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

Les saludo con afecto este domingo a ustedes que han venido a participar aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi y también a los que a través de los medios digitales siguen esta celebración. Hoy me da un gusto especial que vengan los jóvenes que van a participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) para recibir también el envío, y saludo a las hermanas religiosas que los van a acompañar y también a los padres, el Pbro. Rodrigo, el Pbro. Luis, el Pbro. Fernando y también irán el Pbro. Jonathan y el Pbro. Abraham. Sin duda será una experiencia muy bella. 

Hoy la Palabra de Dios nos ayuda para reflexionar en el proyecto del Reino de Dios, el Reino de los Cielos. La primera lectura tiene una conexión con el Evangelio que me parece muy importante. Escuchamos en el libro de los Reyes la historia del rey Salomón, primeramente, que es agradecido con Dios, porque a su padre, el rey David, le concedió este servicio y ahora él es el rey, y es un rey joven. De tal manera que a través de sueños Dios le pregunta qué es lo que quiere, qué es lo que desea. Sabemos que el rey Salomón le pide sabiduría para distinguir entre el bien y el mal. Y Dios le concede la sabiduría como a ningún otro rey, pero además le concede riquezas y le concede todo.

Si a nosotros nos preguntaran qué querríamos, podríamos decir bienes materiales o una larga vida, o qué sé yo, pero el rey Salomón le pide sabiduría, y es que no está pensando en él, está pensando en los demás, en cómo gobernar a los demás, y eso es lo que le agrada mucho a Dios, que le pida sabiduría.

Y también nosotros le queremos pedir sabiduría para descubrir el tesoro escondido, o la perla fina. Hoy es el tercer domingo que Jesús habla en parábolas. La tercera parábola, la de la red, es una parábola escatológica, como la parábola de la del trigo y la cizaña, y dice que al final a cada uno se le dará su recompensa, la vida eterna. Pero fijémonos nosotros en las otras dos parábolas, la parábola de la perla fina y la del tesoro escondido, porque nos dice el Señor que el Reino de los Cielos, el Reino de Dios, se parece a un tesoro escondido, a una perla fina.

De tal manera que un campesino está en el campo y descubre un tesoro, guarda el tesoro, lo esconde, lo mete en la tierra, vende todo lo que tiene y adquiere el campo, porque sabe que ahí está el tesoro. Lo mismo el de la perla fina, que es un conocedor, descubre una perla preciosa y también va y vende todo lo que tiene para adquirir la perla. Aquí los dos coinciden en que venden todo lo que tienen, porque adquieren un tesoro, y ese es el Reino de Dios. En pocas palabras, lo que nos quiere decir la parábola es que nosotros encontramos un tesoro cuando encontramos a Cristo, encontramos lo más bello. Se identifica a Cristo y el Reino de Dios, porque Cristo a eso vino a la tierra, para decirnos en qué consiste el Reino de Dios, «Yo soy el camino, la verdad y la vida».

Tenemos por ahí unos ejemplos muy bonitos, cómo San Pablo encontró el tesoro cuando se convirtió y cayó del caballo, «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?», y él tuvo un cambio en su vida, encontró la perla, encontró el tesoro, encontró a Cristo, encontró el Reino de Dios. También podemos decir con San Agustín, él estuvo buscando el tesoro y cuando lo encontró se puso feliz.

También ustedes, jóvenes que van a este viaje, a este encuentro, a esta Jornada Mundial, es porque han encontrado ese tesoro, han encontrado a Cristo, y quieren ustedes ver qué es lo que Cristo quiere para sus vidas.

Qué bonito es que Cristo hoy quiere que nosotros lo sigamos. Claro que seguir a Cristo es exigente, es muy exigente y requiere compromiso, pero cómo se pusieron contentos el campesino y el que conocía de perlas cuando adquirieron estos tesoros, porque encontraron a Cristo. Por eso decimos que quien encuentra a Cristo, encuentra lo mejor en su vida.

Que seamos como esa parábola que escuchamos hace dos domingos, de los granos de trigo que caen en tierra buena y que da fruto abundante, porque a veces puede caer esa semilla al lado del camino, o puede caer en espinas, o puede caer entre piedras, y es que puede ser que nos animemos mucho, nos entusiasmemos, pero a veces nos falta constancia, perseverancia, nos falta ese compromiso.

Pues que Dios nuestro Señor a través de estas parábolas nos ayude a hacer nuestra opción por Él y por su Reino, porque eso nos hará felices en nuestra vida. Así sea.

 

+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla