«El camino de Jesús es la cruz, pero el destino, para toda la Iglesia, para todos nosotros, es la gloria eterna»
Muy queridos hermanos, hermanas, en el Señor Jesús:
Qué alegría reunirnos el domingo, día del Señor, para celebrar esta Eucaristía, que tengamos esa paz que da el Señor; y saludo también a las personas que siguen esta transmisión en distintos lugares de la República Mexicana y también del extranjero, que sientan la bendición de Dios en sus vidas.
Hoy 6 de agosto celebramos en este domingo la Fiesta de la Transfiguración del Señor. En la Palabra de Dios que escuchamos vemos cómo Jesús sube al monte Tabor y su rostro se transforma con una claridad excelsa, y también cómo sus vestiduras son más blancas que la nieve.
Tenemos que entender el contexto de esta lectura para todavía comprender más este acontecimiento. Antes de la Transfiguración del Señor, Él ya había anunciado por primera vez que su destino sería la pasión, la muerte en la cruz y la Resurrección. Por eso se llevó a tres amigos muy cercanos, tres de sus Apóstoles, a Pedro, a Santiago y a Juan se los llevó para que tuvieran esta experiencia.
Los Apóstoles, estos tres y los demás, tenían otras expectativas, pensaban que Jesús había venido a la tierra para quitar la hegemonía de Roma, porque recuerden que en ese tiempo Israel era una colonia, incluso tenía que pagar los impuestos para Roma, y pensaban que Jesús era un líder que iba a quitar ese yugo. Y Jesús por eso les dice que su camino es muy diferente, un Cristo sufriente que tiene que pasar por la cruz, y eso es un escándalo para los Apóstoles, porque ellos tenían otra idea.
Entonces, después de este anuncio los lleva al monte Tabor y tienen una experiencia extraordinaria, porque Jesús se reúne con un representante de la ley y otro de los Profetas, con Moisés y con Elías, y empiezan a platicar sobre su destino. Pero lo asombroso de todo esto es que cuando estaba Jesús en la parte alta del monte su rostro se transforma y se ve radiante como el sol y sus vestiduras blancas como la nieve.
De tal manera que Pedro le dice a Jesús: «Maestro, sería bueno hacer tres chozas aquí, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías», ni siquiera estaba pensando en ellos. Pero el punto clave de este pasaje es cuando se escucha la voz del Padre: «Este es mi hijo muy amado, escúchenlo». Jesús después les dice a Pedro, a Santiago y a Juan que no le platicaran a nadie esta experiencia que tuvieron sino hasta después de la Resurrección.
¿Cuál es el significado de este pasaje? Pues que el camino de Jesús es la cruz –les decía– pero también el destino de toda la Iglesia, de todos nosotros, es la gloria eterna. Este acontecimiento es un anticipo de la gloria, por eso Pedro, Santiago y Juan no querían irse, porque tuvieron una probadita de lo que es el Cielo, de lo que nos espera, de la gloria del Señor. Y después siguieron su camino a Jerusalén.
Recordamos después nosotros que estos tres amigos, Santiago, Juan y Pedro, fueron los que acompañaron a Jesús en el huerto de los Olivos, en el Getsemaní, cuando iba a llegar su hora de la cruz. Después de la Resurrección seguramente vino la asimilación y ellos platicaron, como lo hizo Pedro en la segunda lectura de hoy, cuando él empezó a decirle al pueblo: «Tuvimos una experiencia y lo vimos con nuestros propios ojos: la Transfiguración del Señor». Debió ser muy emocionante platicarlo, y ya se les quitó esa idea de un Cristo militar o un Cristo que tenía que vencer a un pueblo, sino un Cristo que nos muestra que el camino para llegar a la Resurrección, y ese es el camino de todos nosotros.
Pensando hace unas horas en este pasaje del Evangelio también reflexionaba sobre la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal, en cuánto queremos tener una Iglesia joven. Uno va a las parroquias y ve gente mayor, y ¿dónde están los jóvenes?, ¿dónde están los adolescentes? Y este encuentro que está aconteciendo me llena de alegría y de esperanza. Un millón y medio de jóvenes reunidos, el Papa los ha convocado y ellos han participado para tener un encuentro con Cristo. Llena de esperanza porque estos jóvenes, y los jóvenes que están aquí, los que están viendo la transmisión, siguiendo esta celebración, tienen que ser también evangelizadores. Por eso a los jóvenes que fueron de aquí de nuestra Arquidiócesis, a los que hace 15 días y hace una semana les di la bendición y el envío, les dije: ‘Regresando tenemos que platicar para que hagan resonancia de lo que vieron y lo que escucharon’, como Pedro, Santiago y Juan.
Que el Señor, pues, también a nosotros nos dé mucho ánimo, esperanza de nuestro caminar, buscando siempre seguir las huellas de Jesús, hacer el bien a las personas que nos encontramos en nuestro camino. Jesús es el camino, la verdad y la vida, y entonces este Jesús nos invita a seguirlo y con la fuerza del Espíritu Santo anunciarlo a los demás. Así sea.
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla