VISITA PASTORAL EN LA PARROQUIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

December 31, 1969


VISITA PASTORAL EN LA PARROQUIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

“Saray tomó a su esclava Agar y se la dio por mujer a Abraham”


Hemos escuchado esta historia del libro de Génesis sobre este personaje clave, que en la Biblia se manifiesta como un padre en la fe, Abraham. Y en esta página que acabamos de escuchar pudiera revelarse, en cada uno de nosotros, alguno de los elementos que se nos han narrado. Por ejemplo la esclavitud. Agar era esclava de Saray la esposa de Abraham. Nosotros ya no entendemos la esclavitud; pero la esclava o el esclavo, era que la vida de esa persona estaba en manos del dueño del esclavo, incluso hasta darle muerte, no estaba penado, era una potestad que tenía el dueño del esclavo.
Por eso vemos que al huir Agar, Dios le dice: No, sométete, regresa para que tengan vida, tú y tu hijo. Otro elemento que pudiera entre nosotros causarnos dificultad y decir esta escena de la palabra de Dios nos viene a traer malos ejemplos, porque la mujer, la esposa era Saray, siendo estéril le da a su esclava para que tenga hijos con él, ¿Dónde queda la fidelidad del matrimonio? ¿La estará recomendando el Génesis?, pero también encontramos, por ejemplo la disposición de Abraham. Abraham habiendo tenido ya relaciones con Agar y teniendo un hijo en su vientre, cuando Sara le responde y le informa que su esclava se está burlando de ella, Abraham, sin consideración del niño que viene por nacer, le da toda la autoridad a Saray para que haga lo que quiera con su esclava, y al hacerlo con la esclava lo hace con el hijo de su propio esposo.
Evidentemente no estamos de acuerdo con eso, pero el leeros, el escuchar estos acontecimientos, estas escenas, nos ayudan a una pedagogía divina que debemos descubrir en estas páginas. ¿Cuál es esa pedagogía? Abraham, aproximadamente según los exegetas, los especialistas, dicen que vivió entre los mil ochocientos o dos mil años antes de Cristo, es la época en la que se ubica la vida de este personaje bíblico. Cristo llega entonces mil ochocientos o dos mil años después de Abraham.
Primer aspecto de esta pedagogía divina: Dios toma al hombre en el contexto y la situación que vive, aunque esté en contrariedad de su propio proyecto. Es decir, pensemos en cada uno de nosotros, ¿somos perfectos? ¿No hemos cometido ningún error, nunca hemos pecado, somos ángeles? —No. Sin embargo de este barro del que estamos hechos, de este ser que tiene muchas limitaciones y mucha fragilidad, Dios transforma, Dios se vale de él, Dios nos ama. Eso es en lo que creyó Abraham, independientemente de estas visiones todavía primitivas de la vida humana, de la vida social, de esas tribus de la cual procede Abraham.
Segundo aspecto: Dios nos ama, no para dejarnos donde estemos, sino para recogernos de donde estamos, y transformarnos. Abraham es una figura legendaria, un personaje bíblico que tiene mucho que decirnos, particularmente el aspecto por el cual se le pone de ejemplo, no es por estos condicionamientos culturales de su época, sino por su fe. Tiene fe. Imaginen —vuelvo a insistir— si Abraham le deja a Sara que haga lo que quiera con Agar, que es la que está engendrando al hijo que Dios le había prometido, eso pensaba él y eso pensó Sara, darle un hijo de su esclava, y sin embargo huye, se va de la casa Agar, por tanto, en esa perspectiva jamás volvería a verla, y además hubiera muerto ella y su hijo en el desierto. Y Abraham sigue creyendo que va a tener hijos, como de hecho va a suceder, y de la misma Sara que era estéril. Es decir, segundo paso de esta pedagogía divina: dentro de las circunstancias adversas, que parecen totalmente en contra del proyecto de Dios, la fe nos ayuda a mantenernos en el proyecto de Dios y alcanzarlo.
Tercer aspecto de la pedagogía divina: Dios tiene paciencia, la paciencia que genera el amor; no la paciencia del que no quiere intervenir para no comprometerse, porque hay pacientes que dicen a ver qué pasa mañana con éste, yo no me meto en su vida porque se va a enojar, mejor no digo nada. No. No es esa la paciencia de Dios, la paciencia de Dios es aquella que da el tiempo oportuno y las herramientas y las formas para transformar una realidad. Y esta paciencia de Dios es la que llevó a este pueblo duro de corazón, como lo dice más adelante siglos después el mismo texto bíblico, sobre el pueblo de Israel que nació de Abraham, sin embargo el proyecto de Dios es que de allí naciera…
Paciencia que nos ayuda a entender, también nuestros contextos de vida, no sólo personales, sino los contextos sociales y culturales que estamos viviendo. Nos duele, es doloroso, lo lamentamos, que en nuestra sociedad actualmente se esté viendo como una forma más el matrimonio entre homosexuales y ¿ese es el proyecto de Dios? No lo es. Pero debemos de tener esta visión de qué es lo que Dios quiere y luchar por ello; pero cuidando a las personas, respetando a las personas, y proponiendo a las personas el proyecto de Dios.
¿Cómo se realiza esto? El Evangelio es muy claro, muy sencillo y contundente. Escuchando la palabra de Dios y poniéndola en la práctica. Si escuchamos esta palabra de Dios y la ponemos en la práctica, conoceremos a Cristo y él nos reconocerá y construiremos nuestra casa sobre roca. ¿Cuándo, cómo y en qué momento? El Señor lo sabe. La fe, nos tiene que ayudar; ese es el faro de luz sobre cualquier situación adversa que vivimos. El hombre de fe no se ahoga en el hoy, el hombre de fe vive de la esperanza, de una esperanza que le viene por la confianza puesta en quien lo ha creado y sobre todo en quien lo ama. Que estas páginas de la Biblia, de hoy, el Génesis, del Evangelio, nos ayuden a entender que en la medida en que vayamos respondiendo a Dios, se aceleran los tiempos de Dios. En la medida en que nosotros respondamos y abramos nuestro corazón, Dios acelera sus tiempos, para su intervención y transformación nuestra. Y esa es nuestra esperanza de Iglesia, no lo que sucede y que nos preocupa: inseguridad, delincuencia, drogadicción, tergiversación de los valores morales, eso nos duele, sabemos que no es lo que Dios quiere, pero en la medida en que respondamos más en lo que Dios si quiere, a construir esta casa sobre roca, sobre la palabra de Dios, en esa medida se intensificará la presencia del Reino en medio de nosotros.
Pidámosle al Señor que este proceso que hemos iniciado en nuestra Arquidiócesis: la Gran Misión, los retiros, la formación de comunidades, del ir por nuestros católicos distantes y alejados, de salir de nuestras zonas de confort, de nuestras cosas establecidas, de nuestros grupos ya hechos en que estamos muy contentos como estamos y a lo mejor no pensamos para qué queremos que vengan más, si con los que ya estamos contentos. Todos estos aspectos los tenemos que superar para acelerar los tiempos de Dios y su presencia en el Reino en medio de nosotros.
Que así sea.


+Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla