En esta primera lectura, tomada del libro de los números, la Palabra de Dios hoy nos presenta un momento de crisis de autoridad. Moisés, el gran líder del pueblo de Israel, tiene esta crítica de parte de quienes han sido sus más cercanos colaboradores que, además, eran sus hermanos, Aarón y María. Este triunvirato elegido por Dios, ––porque cuando llamó Dios a Moisés para liberar a su pueblo de Egipto, Moisés le dijo: “yo no sé hablar, cómo me mandas a mí al Faraón”, Dios respondió: “tienes a tu hermano Aarón”–– es decir, Dios mismo le eligió este colaborador a Moisés y María que también en el libro del Éxodo, vemos cómo es la que organiza la liturgia del pueblo de Israel, por ejemplo: cuando pasan el mar rojo, ella es la que entona los cantos, la que con pandero alegra la solemnidad ––la acción de gracias a Dios por la acción que ha intervenido––. Aarón era el encargado sacerdotal de todos los ritos, María era la encargada de toda la liturgia y Moisés era la cabeza quien tomaba las últimas decisiones, que quizá, no nos dice el texto, pero podemos suponer, que alguna de las decisiones le habían parecido mal a María y Aarón. Entonces ellos se hacen esa pregunta: ¿Acaso el Señor le ha hablado solamente a Moisés? ¿Acaso no nos ha hablado también a nosotros? ¿No somos también nosotros como él, profetas elegido por Dios? ¿Entonces porqué toma estas decisiones? No estaban de acuerdo. Ahí comienza siempre una crisis de autoridad, “cuando no se está de acuerdo con las decisiones que toma la autoridad”.
Por eso es interesante esta página del libro de los Números: para descubrir cómo se resuelve esta crisis y con qué elementos pedagógicos para nosotros podemos aprender también a ser líderes que sepamos resolver las crisis de forma fructuosa, provechosa, no solamente superar la crisis, sino, resolverla favorablemente, no sólo para una parte sino para la comunidad. Por eso los invito a descubrir esta forma, como se resuelve la crisis que tiene Moisés. Lo primero que nos dice el texto es que: el Señor Dios los oyó, escuchó esa crítica, estaba al tanto de lo que estaba sucediendo y nos dice el Texto: “Moisés, era el hombre más humilde”, la palabra que está detrás de esta castellana implica también otras actitudes, “lo soportaba todo”, “era fuerte para aguantar” y sí, lo vemos en la historia de Moisés en el Deuteronomio, en el libro del Éxodo, en el libro de los Números, como él fue un hombre capaz de tolerar, de soportar, era un hombre humilde, pero, firme, con autoridad. Sin embargo, en esta ocasión él calla, escucha y calla y viene entonces la voz del Señor Dios, que les dijo a los tres; a Moisés, a Aarón y a María: “vayan los tres a la tienda de la reunión”, ––al lugar donde se celebraba la oración, el culto, el encuentro con Dios––.
Primera actitud, cuando estamos en crisis, el primer paso que debemos dar es ponernos en la presencia de Dios, entrar en la presencia del Señor. En esta presencia, fueron los tres y el Señor bajó en la columna de nube y se quedó en la puerta de la tienda, llamó a Aarón y a María y los dos se acercaron. El texto nos relata como si fuese un encuentro de persona a persona. En nuestro caso debemos siempre pensar que es el encuentro que espiritualmente. Dios nos ayuda a entender y clarificar lo que está sucediendo, a tratar de ver porqué se generó esta crisis, de dónde viene, cuál es el problema. Dice el texto que allí el Señor les dice: “escuchen mis palabras, cuando hay un profeta entre ustedes, yo me comunico con él, pero por medio de visiones, de sueños, de distintas maneras, pero, con Moisés mi siervo es muy distinto, con él hablo cara a cara”. Hay una intimidad entre Moisés y Dios que no han tenido ni Aarón ni María, ellos no han tenido esta cercanía con Dios, y les dice: “¿Por qué entonces ustedes se han atrevido a criticar a mi siervo Moisés?” Es esta la Palabra de Dios, la que interviene en favor de Moisés, no es Moisés quien se defiende así mismo.
Segunda cosa, no nos tenemos que defender nosotros en una crisis de autoridad diciendo, es que él es la autoridad, es decir, defender la autoridad por la autoridad, o también peor, defenderla con represión. En este texto no aparece en ningún momento, todo lo contrario lo vamos a ver más adelante que Moisés no reprimió, ni reprimió a sus hermanos, lo dejó en manos de Dios. Y ¿qué es lo que sucede? dice el texto “la ira del Señor se encendió contra Aarón y contra María” y María quedó “como una leprosa, blanca como la nieve”. El hecho nos muestra que no es la pasión que Dios muestra de querer castigar sino, el querer clarificar la situación y se ve cómo ellos dos, Aarón y María entienden que han sido los que han causado la crisis y que han tenido un atrevimiento que no debieron hacer y por eso dice que inmediatamente Aarón reconoce la culpa, no es él el castigado, a Aarón no le pasa nada, a María si, y los dos habían criticado, habían cuestionado la autoridad de su hermano, sin embargo, reconocen la culpa y le dicen a Moisés: “perdónanos el pecado, ya que neciamente hemos cometido esta culpa” ¿Qué hace aquí Moisés? Moisés fraternalmente acepta esta disculpa, este perdón y además Aarón le pide que ore por su hermana, que la cure, que le pida a Dios que la sane.
Efectivamente, el texto más adelante, no está en esta lectura pero si en los versículos siguientes, nos dice que ese mal le duró siete días, siete días estuvo recluida, apartada, sin participar con la comunidad y sanó finalmente, volvió la calma al pueblo y el pueblo pudo continuar su travesía por el desierto hacia la tierra prometida. Como podemos concluir de este texto, la actitud para resolver una crisis es la Oración, clarificar la situación, con toda humildad escuchar de qué se trata y cuando las partes reconocen su dificultad, perdonar, reconciliar y vuelve la fraternidad a ser restaurada. Esta es la lección que nos da el texto de la primera lectura.
A la luz del evangelio que acabamos de escuchar, podemos confirmar con otro contexto esta misma situación. Vemos que Pedro, el Apóstol ––que también tiene intimidad con el Señor, que, como Moisés, va a ser elegido para ser el líder dentro de los doce apóstoles que van a ser las columnas de la Iglesia––, sin embargo, vemos cómo Cristo le dice: “Hombre de poca fe, ¿porqué dudaste?” y, en cambio, podríamos decir ¿Por qué escogió a Pedro? Si era un hombre de poca fe, mira nada más en quien se viene a fijar Jesús. La intimidad con Jesús, no significa de seamos perfectos, la Intimidad con Jesús, significa que somos honestos y sinceros en nuestra relación con el Señor, de ahí cuando lo necesitamos, reconocemos y el Señor nos perdona y nos incorpora, nos da también responsabilidades y nos da también nuestras propias cargas para llevarlas adelante en bien de los demás. Así sucede con Pedro y también en alguna ocasión en el evangelio vemos cómo querían arrebatarle otros dos hermanos, Santiago y Juan, ese lugar primero diciéndole al Maestro: “Señor, que yo me siente a tu derecha y mi hermano a tu izquierda” Jesús les dice: “que no sea así entre ustedes” la autoridad es un servicio, la autoridad no es para el sometimiento de los demás. La autoridad es para fomentar la libertad y dar respuesta a Dios por eso hay jerarquía en la Iglesia, una autoridad para servir, y a eso vine el nuevo Párroco a esta comunidad parroquia, a servirles cómo les ha servido el anterior párroco en esta parroquia y al mismo tiempo en la Vicaria Episcopal. A esto somos llamados los sacerdotes, nuestro ministerio es un ministerio que sí necesitamos mucha intimidad con Dios como la tuvo San Juan María Vianey, que celebramos esta tarde, un hombre de oración que intimó con Dios.
Por eso, ustedes tiene siempre que pedir por nosotros los sacerdotes, los obispos, todos los que les servimos, por aquellos que ayudan al sacerdote en el Consejo Pastoral Parroquial, en el EPAP, en los equipos de Pastoral Profética, los equipos de Organización de Comunidades. Todos tienen un liderazgo, pero, ese liderazgo aún en su propia familia como padres de familia, tiene que ser al estilo de estos líderes, de Moisés, al estilo de Pedro, al estilo de Jesucristo.
Pidámosle al Señor en esta Eucaristía por el ministerio del párroco que hasta el día de hoy estuvo al frente de ustedes, Mons. José Martín Méndez Padrón, que siga sirviendo con ese mismo espíritu en la nueva comunidad parroquial en la que tomará posesión. Pidamos también, por el ministerio de su nuevo párroco, Mons. Alfredo Romo Juárez, quien los acompañará con esta doble responsabilidad, ––de esta Parroquia y de la Vicaria Episcopal––. Que ésta sea hoy nuestra oración en la que todos nos unamos en esta Eucaristía, pidamos por él, para que siga siempre expresando y viviendo la fe que lo ha hecho ser elegido por Dios para este ministerio. Que así sea.
+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla