HOMILíA VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SAN JUAN DIEGO ZONA IV DECANATO 4

December 31, 1969


HOMILíA VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SAN JUAN DIEGO ZONA IV DECANATO 4

 

“¿Dónde está, muerte, tu victoria?”

La muerte nadie la desea y sin embargo todos tenemos que pasar por ella, por eso es interesante este planteamiento que nos hace hoy el Apóstol San Pablo, “¿Dónde está, muerte, tu victoria?” San Pablo la refiere en relación a la resurrección de Jesús, Cristo también afronta la muerte y la padece, pero la ha vencido, porque a pesar de sufrirla, resucita, es decir, la muerte no pudo con él. Esta experiencia única en la historia de la humanidad es justo el punto más importante de nuestra fe, llega a decir San Pablo en otra ocasión, “si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe”. No tendría sentido, es la resurrección la que le da sentido a todas sus enseñanzas, a toda su misión.

Que Cristo haya resucitado, podriamos decir, ––bueno Él salió adelante porque es Dios––, pero no, hoy precisamente en este día, la Iglesia nos quiere recordar que también quien ha sido creatura, que no tiene la naturaleza divina que tenia Jesús, que como hombre murió y resucitó, también María resucita y es asunta a los Cielos, es subida a los Cielos. María, creatura, la primera de entre todas las creaturas participa de manera plena de la vida divina, de la relación con Dios y también volveríamos a decir: Bueno, pues era una privilegiada porque era la Madre de Jesús, cómo no le iba a hacer eso Dios, pero, a nosotros pobres, sencillos, humildes pecadores ¿qué nos espera?. No, el mensaje de Jesús no es para Él ni para María solamente, si ha resucitado y ha subido a los Cielos a su Madre, es para decirnos que así sucederá con nosotros.

Por eso es que San Pablo dice: “¿Dónde está, muerte, tu victoria?” es cierto, voy a morir, pero, no me voy a quedar ahí, voy a tener ahora vida y vida para siempre, vida eterna. La muerte ha sido aniquilada por la victoria de Jesús, ¿cómo podremos garantizar que también tendremos esa suerte que tuvo Jesús y que tuvo María?

Eso es lo interesante de las otras lecturas que nos fueron proclamadas, vamos a sacar de ahí dos puntos fundamentales. El primero; el libro de las Crónicas, nos recuerda ese hermoso y alegre momento con el cual David congrega en Jerusalén a los israelitas para llevarlos en procesión a una tienda, construida especialmente para tener en el centro de la tienda el signo de la presencia de Dios, el Arca de la Alianza, ––se llevaba en un tabernáculo, en ella se colocaron las dos tablas de piedra (las tablas de la ley) y más tarde un vaso de oro que contenía maná y la vara de Aarón que reverdeció––, eso era lo que tenía el Arca de la Alianza.

Recordar toda aquella travesía de liberación de la esclavitud de Egipto para llegar a la tierra prometida, ahí veía el pueblo de Israel, la presencia de Dios en medio de él. Por eso se alegran, danzan, cantan y se regocijan en torno al Arca de la Alianza. La tradición cristiana es una de las expresiones que le ha señalado a María, la nueva presencia de Dios es María que nos trae a Jesús, de ella, de su seno, nace Jesús. Por tanto, la tradición de la Iglesia ha llamado a María “Arca de la Alianza”.
¡Ella en su seno tiene a Jesús y lo hace nacer!

María, Arca de la Alianza, la recitamos cuando rezamos el Rosario, decimos: Arca de la Alianza, Ruega por nosotros. Pero, no se queda ahí, esta vocación de ser el Arca de la Alianza, implica ser la nueva portadora de la presencia de Dios.

Ahora estamos todos llamados a ser también Arca de la Alianza, también nosotros debemos portar a Jesucristo en nosotros. Se nos ha derramado el agua del Bautismo y nos ha hecho como Jesús, hijos de Dios. Se nos ha derramado el sacramento de la confirmación la plenitud del Espíritu Santo para ser también nosotros Arca de la Alianza, portadores de la presencia de Cristo. Nosotros somos la ventana por la que los demás podrán ver a Jesucristo, esta es la misión de nosotros los cristianos, somos los que debemos llevar esta presencia de Jesús, a través de nuestra carne como Arca de la Alianza al mundo de hoy.

El Evangelio nos complementa para esta tarea de poder realizar esta misión con mucha claridad. A propósito de esta escena en la cual dice el texto: “mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: “¡Dichosa la mujer que te llevo en su seno y cuyos pechos te amamantaron!” y Jesús oyó el grito porque tenía oídos para oír y responde al grito de la mujer “Dichosos todavía más los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”. No niega que sea dichosa su Madre por haber sido su Madre, pero, si eso es una grande dicha y esta mujer lo está proclamando, ustedes tienen que caer en la cuenta que todavía es más grande, esa alegría y esa dicha para aquel que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica.

Las pequeñas comunidades que estamos formando, deben estar a la escucha de la Palabra de Dios para compartir la vida y poner en práctica esa Palabra de Dios. ¡Serán dichosos!, ¿por qué? Porque portarán esta Palabra encarnada y con su vida podrán manifestar la presencia de Dios. ¿Somos o no somos Arca de la Alianza?

Estamos llamados a ser esta Arca, portadores de Cristo a los demás y si eso lo hacemos obedeciendo la Palabra de Dios, escuchándola y poniéndola en práctica, entonces, no solo será una pequeñita arca que nadie vea, sino, esta Arca que es la Iglesia, la Madre y Maestra que nos cobija, que nos conduce, nos acompaña y nos levanta cuando estamos caídos. Esa es la figura de María, Madre de la Iglesia.

Miremos pues y contemplemos esta fiesta de la asunción de María para también descubrir nuestra propia vocación y misión de ser como Iglesia el Arca que porta a Cristo en medio del mundo de hoy. Que así sea.

+Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla