“No sean irreflexivos, antes bien, traten de entender cuál es la voluntad de Dios”
Así nos dice el apóstol San Pablo en esta segunda lectura que se nos ha proclamado como Palabra de Dios. Dice que estamos viviendo tiempos difíciles y efectivamente se aplica tanto a los tiempos del apóstol, como a nuestros tiempos, momentos difíciles, tiempos malos, complejos, por eso dice, “más que nuca es importante entender cuál es la voluntad de Dios”. Los caminos que toma la humanidad no siempre han sido los caminos que Dios ha proyectado y pensado para nosotros. En ocasiones podremos imaginar que así son las cosas y que tenemos que afrontarlas, pensando en que esas estructuras, esos estilos de vida han sido siempre y serán y que no los podemos cambiar, por ello San Pablo dice: “No sean irreflexivos, antes bien, traten de entender cuál es la voluntad de Dios”, ese es el primer punto que nos propone esta Palabra y a partir de ella podremos descubrir el segundo punto, el ¿Cómo?
Si nos interesamos en ver que proyecto tiene Dios para nosotros como sociedad, para estos tiempos, nos tenemos que preguntar: ¿cómo debemos proceder? ¿Cómo podemos descubrir esa voluntad de Dios para nosotros? Y la respuesta la encontramos en la lectura del Evangelio, nos afirma Jesús con toda claridad que Él es el alimento para nosotros, y que en ese alimento encontraremos vida que está destinada al mundo, nos dice: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”. Nos preguntábamos entonces; ¿cómo le vamos hacer para descubrir la voluntad de Dios? Y Jesús nos dice: yo soy la referencia, en mí tienen que encontrar el camino, la verdad y la vida. Por tanto, hoy en estos tiempos difíciles es urgente que conozcamos más a fondo a Jesucristo; ¿Cuál es su estilo de vida? ¿Cuáles son sus actitudes? ¿Cómo se comporta? ¿Cómo mira Jesús? ¿Cómo se acerca y afronta los problemas? ¿Cómo los resuelve? Y esto lo tenemos en los evangelios, por eso los evangelios se vuelven la brújula del discípulo de Cristo. La persona histórica de Jesús de Nazaret se vuelve indispensable para descubrir la voluntad de Dios. Nosotros, en ocasiones, hemos reducido estas palabras de Jesús de que él es el alimento, él es el pan, él es la bebida necesaria a este hermoso momento de la liturgia, de la Eucaristía.
Efectivamente, Jesús se hace presente en el pan y en el vino que ofrecemos, recuerdo de su entrega hasta la muerte y de su resurrección, pero, no podemos reducirlo a este momento, sino, tenemos que descubrir el estilo de vida de Jesús para hacerlo nuestro, ese es el alimento, esta comunión sacramental con su presencia nos va a fortalecer en ese camino, en el camino de hacer nuestro el estilo de vida de Jesús.
Tercer punto que descubrimos en estas lecturas lo encontramos en el libro de los Proverbios que nos dice: “la Sabiduría se ha edificado una casa”, el Espíritu de Sabiduría es fundamental para que edifiquemos la casa que es la Iglesia Madre y Maestra. La casa donde encontramos un lugar, nuestro lugar, pues nosotros somos llamados por Dios para ser sus discípulos y por ello nos tiene preparado un lugar en esta peregrinación, como nos lo dijo en otro pasaje del Evangelio de San Juan: “y una morada en la eternidad, la casa de mi Padre tiene muchas moradas y ahí estarán ustedes”. Pero, ya aquí en esta tierra, si hacemos nuestro el espíritu de sabiduría, que nos presenta Jesús, edificaremos esta casa y en esta casa, ––la Iglesia––, preparamos ese banquete que servirá para los sencillos, para que todos vengan a comer de mi pan y beber del vino que he preparado ––dice el texto––, y dejen su ignorancia para que puedan vivir y avancen por el camino de la prudencia. ¿Qué entendemos cuando escuchamos esta palabra? ¿Qué es ser prudente?
La prudencia es esa virtud que nos permite descubrir nuestra propia posibilidad de afrontar una situación para mejorarla, no para empeorarla, nos permite conocernos y mirarnos a nosotros mismos ante lo que podamos hacer en una situación conflictiva o en una situación de desarrollo donde tenemos que dar un paso más y avanzar. La prudencia es entonces la conciencia de mi ser, la conciencia de mi comunidad y de las personas que puedan entran en convergencia con migo para poder tomar una decisión.
También, la prudencia implica que yo me dé cuenta de que si bien tengo que hacer algo que este en mis manos, la prudencia me ayuda a entender que la fuerza más importante no está en mí, sino, está en la comunión, en el ponerme en comunión con los demás. Que individualmente no podremos resolver los problemas y las situaciones o el avance y crecimiento de lo que estoy visualizando que debe crecer.
Además, la prudencia dentro de esta humildad del conocimiento de sí mismo y del conocimiento de que necesito de los demás, me descubre que Dios está presente, entonces surge la esperanza.
Estos tres elementos los ayudan a entender muy bien lo que aquí nos dice el libro de los Proverbios: “dejen su ignorancia y vivirán, avancen por el camino de la prudencia”. Que así sea.
+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla