HOMILíA PROFESIóN DE FE, NUEVOS VICARIOS EPISCOPALES

December 31, 1969


HOMILíA PROFESIóN DE FE, NUEVOS VICARIOS EPISCOPALES

 

 “Una vez los árboles fueron a buscarse un rey”

Así comienza esta fabula que nos transmite la primera lectura de los tiempos en los cuales el pueblo comenzaba a organizarse socialmente habiendo entrado a la tierra prometida, y a través de esta fabula, el escritor sagrado, manifiesta una dura crítica a quien ha asumido el poder por su propia mano y de manera perversa, matando a todos sus hermanos para poder quedarse con el trono y de esa matanza sólo se libro Jotam quien le refiere esta fabula. Con ella le dice tú eres esa Zarza inútil, tú eres alguien que no necesita el poder, te has empoderado. De hecho históricamente Abimelec ––que es a quien  se le habla––, termina muerto en batalla de la manera más escandalosa porque en aquella época se supone que la fuerza varonil se antepone a la fuerza femenil; por eso se consideraba una tremenda injuria que alguien pudiese se muerto por una mujer.

Esta historia nos permite ver algunos elementos para esta encomienda que hoy de doy al Padre Oscar Camacho Macías, vamos a descubrir estos elementos aplicándolos más a nuestra realidad, dice por tres veces el texto, que se le ofrece el reino al olivo la primera vez, a la higuera la segunda vez, y a la vid la tercera vez. Árboles preciados porque eran de un fruto ––dice en los tres casos–– que utilizan los dioses y los hombres y que eso los hace sentirse plenamente satisfechos, el “olivo” de ser generador de aceite, la “higuera” del fruto más apetitoso –el higo–, la “vid” del vino que alegra a los hombres. Dicen en los tres casos: ¿cómo voy a renunciar a este que es mi oficio que tanto me gusta y que tantas satisfacciones da? A quienes puedo servirles sino a los dioses y a los hombres, los tres responden de la misma manera: “¿voy a renunciar a esto para ir a presumir por encima de los árboles? “Finalmente, los árboles le dijeron a la zarza ven a ser nuestro rey”, ya  que no quiere ninguno de estos, ven tú y dijo la zarza: “si de veras quieren hacerme su rey, vengan a descansar bajo mi sombra. Pero si no es así, que brote fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano”.

La zarza acepta ir a presumir a los árboles y someterlos a todos bajo sus pies y finalmente dicha la fabula para la historia particular; efectivamente los habitantes de Siquem pasarán una matanza muriendo prácticamente todos, de hecho Siquem es una ciudad que cuando llega Jesús en su tiempo era ya ruinas, solo quedaba su historia.

De estos elementos podemos sacar la importancia de que cada persona con gusto haga lo que su vocación y sirva a los demás, en ese servicio tendrá una gran satisfacción y esta es la encomienda que le dejo a Mons. Oscar, la Vicaría Episcopal para los Laicos en el Mundo, no es para decirles a los Laicos de la Iglesia “todos tiene que venir a ser sacristanes de la Iglesia o todos tiene que venir a ayudarme con la catequesis, o todos tienen que ayudar con la Liturgia para aprender cómo ayudar al celebrante, o todos tienen que ser coros de la Iglesia, ¡no!, esos oficios que son valiosos para la vida misma de la Iglesia, pero son para unos pocos, somos 203 parroquias, no hay más que 203 sacristanes, y ¿cuántos católicos somos? Dos millones de católicos en la Arquidiócesis, ¿cuántos agentes de pastoral tenemos en la Iglesia? Difícilmente llegan a 10 000, y ¿el resto?

Realizar la vocación que tienen con gusto y ponerla al servicio de los demás. Aquí si necesitamos a alguien que no vengan a presumir por encima de los demás, sino a alguien como nos enseño Jesús que venga a servir para coordinar a los demás, entonces a la fabula le damos una vuelta ya en un sentido cristiano, para descubrir esta encomienda de la Vicaría Episcopal de Laicos.

Desde el Concilio vaticano II, la Iglesia con mucha claridad manifestó que la vocación primaria de los laicos, es ejercer su propia vocación en su ámbito de vida. ¡Esa es la vocación¡ En ese ejercicio de su vocación, vemos con gran claridad que si no nos relacionamos, nos coordinamos y nos ayudamos mutua y recíprocamente; nos perdemos o nos hacemos cómo la zarza, ¡medios inútiles! Nos necesitamos, por eso es importante una coordinación, por eso los pueblos encontraron que necesitaban un guía político, por eso buscaron los pueblos un rey. Hoy tenemos unos dirigentes políticos que se llaman: presidentes, primer ministro, pero nos necesitamos socialmente, sin embargo, como Iglesia esta coordinación se hace indispensable por el ambiente adverso a los valores propios del Evangelio, en donde esos ambientes absorben al creyente haciéndole muy difícil que bajo la mirada de esos valores del Evangelio, pueda realizar su propia vocación en el mundo.

Eso es lo que pretende esta Vicaría Episcopal de Laicos en el Mundo: tender un puente entre la vida interna de la Iglesia, la organización, la constitución propia de la diócesis para favorecer esta ayuda mutua en el ejercicio de su propia vocación. Hoy estamos en pañales y le agradezco a Mons. Carlos Samaniego que haya abierto esta experiencia, que la haya iniciado, no siempre fácil, como lo señaló al inicio de la Eucaristía, tenemos algunas coordenadas con algunos de ustedes que nos están ayudando a realizar esta red de coordinación y de servicio parta bien de nuestra sociedad.

El Evangelio nos trae una parábola muy hermosa a este propósito, ¡todos tienen una vocación¡, en la Vicaría Episcopal de Laicos en el Mundo si hay un espacio para todos, tenemos que hacer crecer nuestras redes para que todos los católicos dentro de su propia vocación, profesión puedan encontrarse como personas al servicio de la comunidad desde la vivencia de los valores del Evangelio, este es la encomienda, ¡ambiciosa! Mirando dónde estamos y donde queremos ir, pero vemos que Jesús nos dice en este ejercicio quizá los que hayan llegado primero verán que la misma paga es para los que van a llegar al último, es el mismo denario, porque ¿saben cuál es ese denario? no es una paga, no es un salario, el denario que ofrece el Señor es el encuentro con Él, ¡es esta relación de intimidad entre Dios y sus hijos! y esa es la gran satisfacción, que caminando en esta vida, realizando lo que me gusta, mi profesión, al hacer este servicio y ayudar a mi sociedad yo recibo esa enorme recompensa que es encontrarme con quien me ha creado, con quien me ha dado la vida y con quien me espera para toda la eternidad. De manera que eso es lo que tienes que ofrecer Mons. Oscar; el camino de realización personal al servicio del Evangelio con una paga bien cierta y segura del encuentro continuo con el Señor Jesús.

Así le pedimos al Señor en esta Eucaristía, en esta oración, para que nos ayude a fortalecer nuestro camino y podamos estar ahí, donde hay un laico que quiere ofrecer su vocación desde su propia profesión y vida. Que así sea. 

 + Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla