Encuentro con Catequistas de la Zona IV
S. E.R. Don Carlos Aguiar Retes
16.08.15
¡Con gran alegría me encuentro con ustedes!, es una oportunidad magnífica de poder presentar algunas de las inquietudes de mi parte que hay detrás de la catequesis escolarizada, es algo que valoro muchísimo dentro del trabajo de Iglesia. ¿Por qué es mi alegría, mi inquietud y mi Esperanza?
I Sobre la Catequesis Infantil Escolarizada.
Ustedes saben mejor que yo las dificultades por las que atravesamos, porque ustedes las viven de cerca con muchísima frecuencia. Cómo estamos viviendo la desintegración de las familias, la separación de los esposos, la orfandad de muchos niños y adolescentes, la falta de atención de los padres de familia hacia sus hijos y las influencia negativas que se reciben por parte de los medios de comunicación social, sea la televisión, el cine y sobre todo el Internet. Estos son elementos muy valiosos de comunicación indudablemente, como lo es cada persona humana, son elementos fundamentales que Dios nos ha dado en cada unos de nuestros prójimos, pero, no siempre son lo que se espera, y ése es el grande reto, por eso quiero clarificar cuales son los aspectos que debemos tener en cuenta y la importancia de la catequesis infantil, hoy más que ayer.
Por ello, les hago una pregunta indicativa: ¿Quién cursó en su niñez la catequesis escolarizada? 11 de 600, bien, ustedes que ahora como catequistas están viviendo la catequesis escolarizada, pregúntense, ¿cómo vivirían hoy, si hubiesen desarrollado un proceso formativo en la fe? Y, ¿cómo esperamos que estos niños sean de jóvenes y adultos? ¿Hay o no una diferencia? ¡Sí, y muy importante!
En la catequesis infantil es sumamente importante que descubramos que no se trata simplemente de preparar a los niños para la primera comunión y al sacramento de la confirmación, sino que es un proceso de formación en la fe.
Este es el argumento a tener siempre presente en la respuesta ante las preguntas de los padres de familia que cuestionan: ¿Porqué exigen tantos años a mis hijos para recibir la primera Comunión? ¿Porqué tantos años para recibir la Confirmación? Si yo no lo hice.
Tenemos que hacer ver que el objetivo de la catequesis escolarizada, aunque incluye la preparación a los Sacramentos de la Eucaristía y Confirmación, es más amplio ya que pretende formar al niño para que viva la fe y así se transforme en una auténtico discípulo de Cristo.
Ahora les propongo tres criterios que son los ejes que deben atravesar la catequesis desde el primer año hasta el sexto, para lograr una conveniente formación en la Fe.
1 La Catequesis Infantil debe Despertar la Conciencia de Discípulo.
¿Qué significa este primer eje? Estamos llamados a ser discípulos de Jesucristo, Él es quien nos llama. Todos hemos vivido la experiencia de que andamos buscando a Dios, queremos conocer a Dios y nos cuesta trabajo pero el día que lo descubrimos, ¡somos los hombres más felices!, y es que hemos estado siempre en las manos de Dios, es él quien nos ha buscado. Cuando andamos desesperados buscando, ¿dónde está? ¿Cómo esta? ¿Cómo nos podemos relacionar con Él? Él ya ha estado con nosotros y desde ahí nos llama, desde ahí ha movido los hilos de nuestra interioridad, ha despertado y ha aprovechado cualquier ocasión para llamarnos, para que nos acerquemos y tengamos una relación con Él.
Si la conciencia de discípulo nace en el niño, la va desarrollar con una gran generosidad de respuesta. Porque cuando nace la conciencia de discípulo en edades más adultas, ya tenemos muchas cosas adquiridas, sin haber tenido conciencia de que son regalos de Dios y nos cuesta más desprendernos de esas cosas y esas situaciones que hemos adquirido y pensamos que las adquirimos por nuestros propios méritos y por nuestros propios esfuerzos. No hemos tenido la suficiente y temprana visión para haber descubierto la mano de Dios detrás de todo lo que somos y tenemos.
Si el niño descubre desde pequeño que viene de Dios, que Dios es su Padre, que Dios lo llama porque lo ama para estar con Él, desarrollará un dinamismo y una generosidad increíble, estará dispuesto a darlo todo.
Añado un aspecto de una gran preocupación en la Iglesia universal, la escases de sacerdotes, no hay suficientes vocaciones sacerdotales, religiosas, a la vida consagrada porque no hemos tenido esta oportunidad de despertar desde la niñez la conciencia de discipulado en sus distintas facetas, no todos serán sacerdotes, no todas serán religiosas, no todos serán consagrados en un vida especifica de consagración o de vida célibe. Pero, ¡habrá muchos si despertamos en los niños su conciencia de discípulo!
2 El Discípulo de Cristo no es un Discípulo aislado sino un Discípulo en Comunidad.
Nadie crecerá como discípulo de Jesús sino es en la comunidad de discípulos. Esto ustedes lo pueden hacer vivir en la catequesis de una manera sencilla, fácil, porque los niños son felices encontrándose con otros niños. En ocasiones se pelearán, se enfadarán unos con otros, sin embargo, necesitan de ese encuentro con los otros niños y más un encuentro convocado y vivido, desde y en la fe.
Por eso, es importante repetirles, ven cómo se ayudan ustedes aquí, ven cómo ustedes van siendo más fraternos, más hermanos, más bondadosos, más generosos, ven cómo van descubriendo juntos que estamos llamados para integrar una gran fraternidad. Con las dinámicas que se realizan en las catequesis, darles la oportunidad de tomar conciencia de que este venir en grupo nos es simplemente porque sean muchos, sino, porque es indispensable que vivamos esta experiencia comunitaria en una relación de grupo, ––en una relación de comunidad––, para que de esta manera el niño entienda que la Iglesia no es simplemente un lugar a donde puedo ir o no ir, y mucho peor, no es la Iglesia un producto que compro, lo adquiero o lo dejo como si fuera cuestión de mercado.
Esta mentalidad tienen muchos de nuestros católicos mayores, que no tuvieron una formación en la fe. Por eso, con facilidad abondonan la Iglesia por cualquier otra agrupación religiosa. Se deja de ser católico porque no hay esta conciencia de haber crecido, de haberse formado en lo que es la comunidad de discípulos de Cristo. En cambio si se logra la identidad de pertencia a la Iglesia. Si formamos en esta experiencia de comunidad de discípulos y entra y se queda en el corazón del niño ¡ya nunca se deja!, ésta es una gran oportunidad que tenemos con la catequesis infantil.
Cuando era seminarista, escuche la opinión de uno de los lideres comunista más recalcitrantes de aquella época de nuestro país: “en México, la Iglesia Católica no podrá desterrarse ni acabarse mientras haya catecismo con los niños”, ¿por qué? Porque el corazón de un niño arraigado en el corazón de Cristo, ya no se puede separar, ahí está sembrada la semilla de la fe en ese pequeño, aunque en algun tiempo de su vida se extravíe más tarde volverá a buscar y encontrarse con el Señor, y su fe volverá a resurgir.
Vean la importancia de la experiencia y del trabajo que ustedes realizan, no es simplemente un oficio, son ustedes los “sembradores de la fe en nuestras siguientes generaciones” ¡Somos discípulos en comunidad, comunidad de discípulos de Cristo!
3 El Discípulo de Cristo es Llamado, Convocado para una Misión.
El discípulo de Cristo no está llamado para que tenga un buen confort de vida, no está llamado para que tenga una posición social o cultural, está llamado como dice el profeta Jeremías: “desde el seno de mi Madre el Señor puso su mirada en mi y ya sabía lo que quería de mí y yo me resistí, me rebelé, pero el Señor me conquistó apasionadamente y me enamoré de Él” me enamoré de esta vocación profética que el Señor me ha dado y ahora ya no puedo separarme de Él.
Sin embargo no es una misión generalizada, ––todos lo mismo––, es específica y personal, pero siempre al servicio de la Iglesia, de la humanidad y de la sociedad. Toda misión que Dios tiene pensada para cada uno de nosotros es distinta, y por eso nos ha creado con capacidades y habilidades distintas, con historias y experiencia diferentes para enriquecer a los demás y complementarnos unos con otros.
En ocasiones pasamos quizá años y no hemos sabido cuál es nuestra vocación, pero si nosotros despertamos esta conciencia desde el niño, atendiendo el magisterio de la Iglesia: “la etapa juvenil es la etapa ideal para descubrir la vocación que Dios ha dispuesto”, entonces el niño queda prepararado para descubrir su vocación al llegar la juventud.
Recuerdo que saliendo de la escuela, cuando estaba en la primaria, me sentaba en la orilla de la banqueta, camino de mi casa y decía: ¿qué iré yo a ser de grande? No tenía respuesta en ese momento, ni todavía me imaginaba lo que haría, sin embargo la pregunta ahí estaba, ¿qué seré de grande?
Con los diversos elementos de la Catequesis el niño empezará a desarrollar una conciencia de alerta en los acontecimientos, en la relación con las personas, e irá descubriendo la vocación y misión a la que Dios lo llama.
Conclusión
Estos tres ejes los debemos mantener, no solo en la catequesis infantil, sino a lo largo de nuestra vida en nuestras distintas actividades, pero las tenemos que sembrar desde la infancia. ¿Cómo lo hacemos? Aquí está la ayuda de estos manuales de catequesis que se elaboran con esta intención, pero que siempre tengan claro que la catequesis transmite, no solo, conceptos que son indispensables, aspectos de conocimiento de lo qué es la Biblia, Dios, la Trinidad, de lo qué es la Oración y la forma de relación entre Dios y nosotros, la Iglesia, las formas cómo esta Iglesia nos ofrece este camino de discípulo, etc., estos conceptos indudablemente están en nuestros manuales, sin embargo, lo más fuerte de la transmisión nos son los conceptos, lo más fuerte de la transmisión es el testimonio personal que ustedes dan de amor, cariño, preocupación, acompañamiento a sus niños.
Este es el más fuerte testimonio que dejan, así ustedes se convierten en la expresión por medio de la cual la Iglesia se le abre al niño como Madre y Maestra, ustedes son el rostro de la Iglesia para el niño, ustedes son la expresión del amor de Dios para ellos. Eso es lo fundamental, podrían incluso ––permítanme decirlo aunque algunos podrían escandalizarse, que de repente no expresaron un concepto bien y de pronto puede ser hasta un concepto herético, mal dicho, que a la mejor dijeron: Cristo tiene dos personas y una sola naturaleza, en lugar de haber dicho que tiene dos naturalezas y una sola persona––, eso el niño después lo rectifica, pero, lo que le da el cimiento, la solidez de su experiencia y de descubrir: ¿quién es la Iglesia? Es el amor y el cariño con el que ustedes los atienden.
Además, es bellísimo, constatar de parte de muchos niños, que terminan su escolaridad la disposición que manifiestan para ser catequistas, porque descubren que todo lo que ustedes les dieron no fue por una paga, no fue por un salario, no fue por dinero, sino fue por la propia convicción de su fe, por la convicción de transmitir lo que creen y demostrar quien sostiene su fe. Esto es lo más valioso que les dejan a los niños.
Por eso, hoy quiero expresar esta gratitud a todos ustedes, ––es mayor el número de mujeres catequistas, pero también hay algunos varones que se atreven a meterse en este mundo empoderado de la mujer en nuestra Iglesia y que agradecemos muchísimo, porque esta labor de la catequesis infantil es verdaderamente la base de nuestra esperanza para poder transformar el mundo en el que vivimos. Es esperanzador preparar las generaciones que serán sin duda levadura, pero, tendremos más niños en la medida que crezcamos en nuestro proceso misionero y en la que extendamos nuestra capacidad de convocatoria para los otros niños.
II Primera Sugerencia: Misión Infantil.
Les dejo una iniciativa que me tocó impulsarla cuando era Obispo de Texcoco en uno de los encuentros con las Catequistas. Hacer la misión infantil. Lancen las redes misioneras en sus propias aulas donde dan la catequesis.
Los niños son capaces de ser misioneros y hay una fórmula muy sencilla sin arriesgar la seguridad, evitando lanzarlos por las calles para tocar puertas. Al ir a la escuela identificar quienes de sus compañeritos no participan en el catecismo, e invitarlos a formarse en la fe. Que les digan: “yo te invito a ir al catecismo”, “no sabes de lo que te pierdes, lo que yo he aprendido, ¿tú conoces a Jesús? ¿Sabes qué es la Biblia? Con preguntas así sencillas ellos pueden traer a la catequesis a otros niños católicos, que seguro sus papás no se han preocupado, y que ellos mismos no conocen este camino de catequesis infantil. Así se convertirán ya en discípulos misioneros.
III Segunda Sugerencia: La pastoral de adolescentes.
Cuando el niño va cursando, tres, cuatro, cinco, seis años en la catequesis, siete, porque a veces empiezan desde el Kínder, ¡consideran a la parroquia, su casa!, ya no les es extraña y cuando llega a la adolescencia ¿qué va a pasar? Si ahora en este momento convocamos a los adolescentes que no tuvieron catequesis, es muy difícil que reciban la convocatoria y más difícil que vengan y que la acepten.
¿Cómo imaginan que va a pasar con los que ya terminan el sexto año de catequesis? ¿Nos van a rechazar? ¡No, claro porque es su casa!, porque han experimentado el beneficio de venir a su casa, ––la Iglesia––, y por ello, es indispensable que desarrollemos un proyecto para los adolescentes y darle continuidad a la formación de la Fe.
Seriamos verdaderamente irresponsables si dijéramos a los niños que terminan su sexto año y reciben el sacramento de la confirmación: “adiós y que vuelvas aquí cuando te vayas a casar”, como pasó con muchos de ustedes, y muchísimos de nuestros fieles.
Es una enorme y gigantesca posibilidad de seguir un proceso de formación en la fe, tenemos en nuestras manos un potencial para construir una generación de adolescentes y jóvenes que puedan asumir sus compromisos de fe en la vida diaria.
¡Les confieso que yo soy un afortunado!, lo digo con toda claridad, porque estuve en una escuela de seis años, era la escuela parroquial y me ofrecieron catequesis los seis años de primaria, por eso a los 11 años entré al seminario, después en el seminario seguí mi proceso de formación ¡soy un hombre feliz!, pero, porque encontré al Señor, no porque sea distinto a los demás. Lo que yo he vivido, sé que lo puede vivir cualquier niño si le ofrecemos los espacios y las instancias para hacerlo. Independientemente de nuestra personal vocación nos convertimos en persona positivas, ya que aprendemos los valores del Evangelio, asumimos el estilo de vida de Jesús, reconocemos en cada uno de nuestros prójimos la presencia de Dios. Si construimos una generación así, nuestra sociedad cambiará, nuestro mundo vivirá la civilización del amor.
Nuestra sociedad no se va transformar con solo decretos y leyes, claro que se necesitan para ordenar las cosas, pero nuestra sociedad se transformará si aprendemos a dejarnos conducir por el Espíritu Santo, el cual nos transformará, desarrollando en nosotros las actitudes y vida que corresponde a un buen discípulo de Cristo.
La fase crítica de todo ser humano es la adolescencia, es la fase en la cual el niño se pregunta: ¿quién soy yo? y ¿Cuál es mi destino?, es la fase en la cual entramos en conocimiento de nuestro propio cuerpo y es la fase en la que debemos saber nuestra propia identidad. Si es importante la catequesis infantil, lo va a ser todavía más la catequesis en la edad de la adolescencia y de la primera ju