HOMILíA VISITA PASTORAL PARROQUIA DE SAN MIGUEL ARCáNGEL ZIV. D 4

December 31, 1969


HOMILíA VISITA PASTORAL PARROQUIA DE SAN MIGUEL ARCáNGEL ZIV. D 4

 

Así lo aprendieron de Epafras, que ha trabajado con ustedes y que es un fiel servidor de Jesucristo”

En esta primera lectura del Apóstol San Pablo a la comunidad de Colosas, comunidad que Pablo no conocía, a la que se dirige por medio de una carta, movido por la espiritualidad de la comunión con su discípulo Epafras. Pablo se alegra de lo que hace su discípulo, aun conociendo que el resultado de esta acción apostólica de Epafras,  quizá haya tenido más éxito que en algunas de sus propias comunidades. Es un ejemplo claro para nosotros, porque les habla con mucho cariño, al iniciar la carta dice: “yo Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios y Timoteo, nuestro hermano, les deseamos la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, a ustedes, los hermanos santos y fieles en Cristo, que viven en Colosas”, es importante identificar que se dirige con mucho cariño a una comunidad que él no ha trabajado, pero le ha llegado la información, que es una comunidad que crece en la fe de Jesucristo, en el amor que se expresan los unos a los otros, movidos y animados por la esperanza de lo que Dios nos tiene prometido en el cielo.

Fe, Esperanza y Caridad; las tres virtudes fundamentales de la vida cristiana están desarrollándose y creciendo en la comunidad de Colosas, por eso los saludan Pablo y Timoteo.

Pensemos cuántas veces hemos reconocido el trabajo de otros hermanos nuestros, de agentes de Pastoral, de la Pastoral Litúrgica a la Pastoral Social o viceversa, de la Pastoral Profética a la Pastoral de Vocaciones y Ministerios o viceversa. Que nos dé gusto ver que van creciendo y desarrollándose, con qué gusto dirigirnos  a hermanos de otra comunidad parroquial que también van creciendo y que vemos cómo el Espíritu de Dios es quien sostiene estos trabajos, así lo dice Pablo:”es el amor, que el Espíritu Santo ha descendido en ustedes, a través del trabajo de Epafras, de su fiel servidor de Jesucristo”.

En la lectura del Evangelio, completamos estos elementos de la vida de una comunidad cristiana y cómo tienen que expresar su crecimiento en la fe. Nos dice el Evangelio que: “Jesús salió de la Sinagoga y fue a la casa de Simón. Se encontró con que la suegra de Simón estaba con fiebre, es decir, bastante enferma, postrada en cama “y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella”, no es la enferma la que pide ser curada, son los que la aman quienes piden por ella ––otro ejemplo de cómo tiene que expresarse la relación entre los hermanos en la fe–– tenemos que estar preocupados de lo que vive el otro y si no podemos solucionar la situación en la que se encuentra, hay que buscar quién si lo puede solucionar. En este caso le pidieron a Jesús, confiaron en Él, “Jesús de pie junto a ella mandó con energía a la fiebre, desapareció la fiebre y ella se levantó en seguida y se puso a servirles”. Esta es la actitud de un verdadero discípulo de Cristo, la salud es para servir, Dios nos da la vida para servir, para dar la mano a los demás, pensando; tal como me la han dado a mí o me la darán más tarde.

Segundo aspecto que vemos en este Evangelio de Lucas, “Jesús siguió curando enfermos, pero de muchos de ellos salían también demonios que gritaban: ¡Tú eres el hijo de Dios! Y Él les ordenaba enérgicamente que se callaran porque sabían que Él era el Mesías. Es interesante observar que hay distintas maneras de reconocer a Cristo, el Evangelio nos menciona dos formas equivocadas de reconocerlo, esta es la primera; los demonios reconocen en Cristo al Mesías, pero al reconocerlo tienen miedo de Él, le dicen: “vete de aquí, no te queremos”. Y podemos reconocer a Cristo y tenerle miedo y actuar como estos demonios.

No basta reconocer a Cristo como Mesías, hay que evitar sentirle terror, aunque nos exija mucho, en ocasiones causa terror quien nos exige mucho, ¡le tengo miedo al compromiso!, ¡le tengo miedo a la responsabilidad!, ¡le tengo miedo a que me pidan más cosas y no soy tan generoso! y luego, me puede castigar porque es poderoso, y ante un poderoso yo puedo tener miedo, sin embargo, ¡no es la manera de reconocer a Cristo! A Él lo reconocemos por lo que nos ofrece y nos da, la salud, el servicio. Al final del Evangelio encontramos otra manera que debemos evitar al reconocer a Jesús, cuando dice: “al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando, cuando lo encontraron quisieron retenerlo para que no se alejara de ellos”.

Podremos experimentar una situación así, porque nos encanta tener la seguridad establecida, y si encontramos a alguien que nos resuelve los problemas, decimos: ¡que se quede permanentemente con nosotros!, si él nos está solucionando todo. Podemos también decir: ¡que no nos quite el Señor Obispo a nuestro párroco!, ¿qué vamos hacer sin él?, así empiezan nuestras pretensiones de retener, ¡no podemos retener a Jesús! Él les dijo: “también tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Si pretendemos retener a Jesús, lo perdemos, si dejamos que libremente este con nosotros, cuando él quiera,  como él quiera y que nos lleve a donde él quiere, lo tendremos siempre en medio de nosotros.

Esto es lo que hoy nos dejan las lecturas que se nos han proclamado como Palabra de Dios, por un lado; “crecer como comunidad, viendo el bien que el Espíritu Santo hace en medio de nosotros”, casi siempre nos fijamos en lo negativo, en nuestros problemas, en las dificultades que tenemos en la relación con los demás, San Pablo nos invita a que: “veamos lo bueno que hace el Espíritu de Dios entre nosotros”. Veámoslo a través de estas tres virtudes, si crecemos en la fe, si lo expresamos en el amor a los demás y si tenemos siempre claro la esperanza, que nos habla de lo que Dios tiene preparado para nosotros.

También, el Evangelio nos dice que: “Jesús nos ayudará, nos dará la salud, nos dará la fuerza ante la adversidad, ante la enfermedad”, como  a la suegra de Pedro, pero para que sirvamos y reconociendo la presencia de Jesús no debemos sentirle miedo ni tampoco pretendamos retenerlo, Él estará siempre en medio de nosotros. Que así sea.

+Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla