“A Jesús lo acompañaban los doce y muchas otras mujeres”
Es hermoso constatar en el Evangelio cómo desde el inicio de la Iglesia, Jesús no sólo llama a los varones, sino también a las mujeres. En América Latina hemos reconocido los Obispos en la V Conferencia General celebrada en el 2007, cómo la presencia de la mujer es la que sostiene la pastoral de la Iglesia, es decir, muchas son más que doce, ––como dice el Evangelio––, y aquí podemos apreciar en este momento mirando los rostros, son más las mujeres que los varones, en el principio así fue.
“A Jesús lo acompañaban”, ¿cómo se realiza esta acción de “acompañar”? En el Evangelio descubrimos que estos doce que lo acompañaban, era porque Él los había llamado para que aprendieran el misterio del Reino de Dios, por ello son discípulos, ––se les llama apóstoles cuando son enviados, y discípulos cuando están en aprendizaje, cuando son alumnos––, “acompañar” encontramos el binomio maestro-discípulo. También es interesante ver que el evangelista afirma que los doce son los que acompañaban a Jesús, no sólo se trata de una opción que viene del maestro hacia sus discípulos; sino también de los discípulos al maestro. En el campo del acompañamiento de las mujeres nos da esos elementos que son “servir” y “aportar”, incluso con recursos económicos, dice: “lo ayudaban con sus propios bienes”, con los propios bienes se mantiene la Iglesia, así era desde el principio. Acompañar significa entonces ser solidarios los unos con los otros, Jesús, el maestro mostraba el misterio del Reino en su persona y eso es lo que hizo que “varias de estas mujeres eran libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades”, el maestro aporta solidariamente lo que tiene, la presencia de Dios que sana, que cura y que conduce al bien. El acompañamiento es dar lo que llevamos dentro, es decir, lo que es nuestro, hacerlo de todos, construir desde el “yo” el “nosotros”.
Suena demasiado raro en estos tiempos ¿verdad? Donde cada quien se preocupa de sí mismo y no tiene en cuenta lo que está viviendo el vecino, los que encontramos en la calle, nosotros que nos encontramos en el templo, no sabemos lo que este pasando el de a lado aunque estemos en la mima banca, sentados en el mismo templo. Hay que aprender a acompañar como dice Jesús, mostrando lo que llevamos dentro para de esa manera solidariamente podamos construir "el nosotros" que somos la Iglesia. “Acompañar”, también es como nos lo dice el texto de la primera lectura; alertando, aconsejando, escribiendo un correo electrónico, vemos en esta lectura que San Pablo le escribió en su propia mano esta carta a Timoteo, instruyéndolo, aconsejándolo, y le dice; “la religión es un buen negocio cuando dejan de lado el afán de dinero y cuando se hace el verdadero negocio que es el intercambio entre Dios y nosotros”, nos vemos favorecidos, recibimos más de lo que damos. ¡Ese negocio es bueno y es el que tenemos que ir realizando entre nosotros con Dios, así lo quiere él, no quiere un negocio individualizado, sino un negocio de Iglesia, de nosotros que somos su pueblo, su familia!
¿Cómo conducir una comunidad, para hacer este acompañamiento? Hoy les estoy encomendando al P. Leoncio, P. Ricardo y al P. Oscar; una manera distinta de acompañar, de lo que tradicionalmente hemos hecho en la Iglesia, de ordinario todos ustedes han venido siendo acompañados por un párroco, ahora les estoy pidiendo a ellos tres una nueva forma de acompañar, es una forma que ideó el Concilio Vaticano II hace 50 años podremos preguntarnos ¿porqué hasta después de 50 años nos llega esta novedad? Con ello podemos ver las resistencias que hay al interior de la Iglesia, tanto Obispos como sacerdotes nos sentimos muy contentos como estábamos, vivíamos bien, ¿para qué cambiar el paradigma?, el mismo Concilio nos responde y nos dice que es: “para facilitarle al buen Pastor que supere una soledad estéril, también es bueno que el Pastor este acompañado por otro Pastor, de lo contrario, estando solo el sacerdote al frente, siente esta necesidad y en ocasiones en esta sed de acompañamiento encuentra caminos equivocados, afectos desordenados, relaciones imprudentes, situaciones que lo ponen en riesgo respecto a la vida que ha elegido. Por eso el Concilio dijo; es bueno que abramos un nuevo estilo de vida para nuestros sacerdotes.
Este es el motivo por el cual, hemos decidido unir estas tres parroquias; “San Francisco”, “San Rafael” y “La Inmaculada Concepción”, los tres son párrocos en las tres parroquias, los tres párrocos vivirán en una sola casa, en convivencia fraterna y los tres aunque tendrán distribuida la administración económica uno en cada parroquia, en lo Pastoral –que es lo más hermoso, pues el afán del dinero lo tenemos que dejar de lado, es nada más en cuanto nos sirva para mantener y sostener nuestra vida pastoral, ––, se van a distribuir tal y como lo escuchamos en el nombramiento, para las tres parroquias a la vez, es decir; pastoral juvenil las tres parroquias juntas, pastoral familiar las tres parroquias juntas, formación de catequistas, las tres parroquias juntas, y así todos los demás servicios que vayan ofreciendo en la media en que estas parroquias estén trabajando.
Acompañarse los pastores entre sí, es una nueva manera que se une a otra que ya está caminando en el decanato ––conjunto de parroquias vecinas––, estos sacerdotes integrantes del decanato tienen sus expresiones de encuentro y de vida común y estas expresiones las tiene que proponer el Decano, ahora ya se verá más apoyado con el equipo sacerdotal para jalar a los demás padres del decanato a expresiones de vida en común. Este acompañamiento ––dice el Concilio––, va a nutrir la espiritualidad del sacerdote, ––sé que a ustedes les gusta ver a todos sus sacerdotes alegres, contentos, serviciales, de buen carácter, no les gusta que los regañen ¿verdad? Ni que les pongan mala cara, menos que les cierren la puerta––, para que pueda suceder todo eso, es necesario nutrir la espiritualidad del sacerdote, porque ellos como ustedes son de la misma frágil condición humana, todos nos enojamos, nos molestamos, pensamos distinto de los demás y nos molesta que no acepten nuestro punto de vista, nos pasa a todos, sin embargo, cuando hay espiritualidad de comunión como la plantea Jesús, y nos da su propio Espíritu entonces está la presencia de Dios que nos transforma interiormente y nos permite transformarnos externamente.
Esta es la manera de abrir un nuevo paradigma de atención pastoral en las parroquias teniendo como clave el “acompañamiento”, tanto de los pastores entre sí, como entre los fieles y los sacerdotes, para que así también lo vivan las familias entre sí, las pequeñas comunidades a la luz de la Palabra de Dios y nutran su espiritualidad y que así como quieren que sean sus sacerdotes, seamos todos y cada uno de nosotros; alegres, entusiastas, llenos de esperanza, fraternos, solidarios, haciendo una sola familia conforme al proyecto de Dios.
Vamos a pedirle al Señor que esta comunidad sacerdotal, que hoy comienza con estos tres párrocos solidarios, sea muy fecunda en medio de ustedes y para bien de nuestra Iglesia Arquidiocesana. Que así sea.
+Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla