FUNDACIóN DE LA NUEVA CASA DE LAS HIJAS DEL ESPíRITU SANTO EN LA CAPILLA DE NUESTRA SEñORA DE LOS DOLORES ZII D2

December 31, 1969


FUNDACIóN DE LA NUEVA CASA DE LAS HIJAS DEL ESPíRITU SANTO EN LA CAPILLA DE NUESTRA SEñORA DE LOS DOLORES ZII D2

 

“Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado”

Estas lecturas son un regalo de Dios e iluminan este acontecimiento que estamos viviendo, San Pablo nos puntualiza: “Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado”, esta distinguiendo; que todos recibimos la gracia, nadie se queda excluido, todos recibimos esta acción de Dios en nuestro interior, es decir, la acción del Espíritu Santo en nuestro corazón, si alguno se siente excluido, recapacite, porque no ha sido sacado de la lista. Todos recibimos la acción del Espíritu de Dios, sin embargo, cada uno la recibe en una medida distinta y con un carisma distinto, no todos recibimos de la misma manera esta acción de Dios, de ahí San Pablo por ello nos dice: "que unos son Profetas, otros Evangelizadores, otros Pastores, otros Maestros y nos dice también que todo esto tiene que servir para capacitar a los fieles para que desempeñen debidamente su tarea construyendo el Cuerpo de Cristo".

Todos hemos recibido el Bautismo, formamos parte del Cuerpo de Cristo, no sólo hemos recibido la filiación divina, no sólo hemos sido aceptados como hijos de Dios para integrar su familia, sino, que además hemos recibido también un carisma especial, como personas o como asociación de personas. La acción de Dios también se realiza de una manera eficaz y contundente cuando nos asociamos para desarrollar nuestro carisma personal y lo ponemos en práctica en la Iglesia. ¿Qué significa esto? Hoy estamos contentos, alegres y llenos de esperanza porque vienen a convivir con nosotros en esta parroquia del Sagrado Corazón en coordinación con el Párroco, a su vez en comunión con el Vicario Episcopal de esta Zona II, y con el decano del decanato dos; en comunión con migo, ––con su Obispo––, porque cuando estamos viviendo esta comunión se desarrolla más la acción del Espíritu entre nosotros, porque ¡Dios es comunión!, de manera de cada uno debe desarrollar esa gracia de Dios al servicio de los demás. Estamos llenos de esperanza porque se han integrado hoy en este quipo tres hermanas que traen su carisma y que además son conscientes del llamado que Dios les ha hecho, y del que el Apóstol San Pablo nos habla al inicio de esta lectura “yo les exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido, de la vocación”, esto tarda, es un proceso, niño, adolescente, joven hasta llegar a la adultez inicial en donde se toma este compromiso con el Señor, decir yo recibí esta vocación del Señor y le respondo.

Estas tres hermanas, Diana, Elvia y Eva, ya han respondido al Señor y entonces, ponen su carisma y su consagración al servicio de la comunidad y de la Iglesia, por eso son acompañadas en este momento por su congregación que se han asociado para que el carisma recibido como institución, ––el discernimiento vocacional, la promoción de la pastoral Juvenil-vocacional en una dimensión sacerdotal––, ahora lo compartirán con nosotros, ese es el carisma propio de las Hijas del Espíritu Santo.

En el Evangelio, Jesús llama a Mateo, ––como nos ha llamado a cada uno de nosotros––, y le dice: “sígueme”, Mateo era un hombre bien acomodado, recaudador de impuestos, por tanto, era mal visto por las personas de su tiempo, también los apóstoles no lo veían muy bien, cuando ven que Jesús también lo llama a él, se escandalizan, será uno de los conflictos internos del grupo de los doce, hasta que Jesús logra hacerles entender que Él ha venido por todos, no sólo por algunos, sino por todos. En este llamado de Mateo, Jesús acepta sentarse a la mesa con publicanos y pecadores, es decir, con gente mal vista, gente de lo peor, sin embargo, por la respuesta que le había dado Mateo de seguirlo, condesciende de participar de su mesa y esto escandaliza. Es entonces cuando Jesús pronuncia estas hermosas palabras: “Yo he venido a sanar a los enfermos, porque no son los sanos los que necesitan de médico, he venido por los pecadores porque los justos ya son justos, yo quiero rescatar a los que están en una situación de pecado, por eso más que sacrificios quiero misericordia”, ha venido a mostrarnos el rostro misericordioso del Padre.

Todas las personas cuando reciben un gesto o una acción que les manifiesta la misericordia son tocadas en su corazón, y la misericordia abre ese interior, esa es nuestra misión. La vocación es el llamado de Dios y nos ha llamado a todos para ¡mostrar la misericordia de Dios! Identificamos que hay etapas; hay algunos que necesitan que les manifestemos la misericordia para que abran su corazón a la acción de la gracia; luego para que nos convirtamos en sujetos que manifiesten esa misericordia, es decir, al principio somos objeto de esa misericordia, luego tenemos que asumir las actitudes de Cristo, manifestar la misericordia de Dios a los que sufren, a los que están en situaciones adversas, a los pecadores, a todo tipo de personas que han equivocado el camino. ––Para esto es para lo que necesitamos tener carismas distintos, capacidades diferentes, pero que estemos en comunión––.

Estando en comunión, la acción del Espíritu se intensifica, se hace más fuerte y transforma, esta es la acción que esperamos se realice en medio de ustedes, las hermanas han venido a sumarse a un proyecto pastoral que estamos desarrollando en toda la Arquidiócesis de maneras distintas y al mismo tiempo en unidad porque son muy distintas las zonas pastorales, sin embargo, buscamos estar en comunión ayudándonos unos a otros. Esta zona II tal y como lo he dicho ––esta zona para la Arquidiócesis es nuestra prioridad–– considero como Obispo después de haber recorrido prácticamente casi toda la diócesis, que aquí es donde necesitamos incrementar los proyectos pastorales que nos permitan ayudar a dignificar la calidad de vida de todos ustedes. Porque es importante revisar si la manera en que viven coincide con el proyecto de Dios, y si se dan cuenta que las situaciones por las que atraviesan nos es lo que Dios quiere, si Dios no lo quiere, Él está dispuesto a dar toda la fuerza de su Espíritu para transformarlas, pero necesita que empecemos algunos, no podemos empezar con el medio millón de personas que viven en Chamapa, pero si con ustedes, ––a eso han venido las hermanas––, a sumarse a este proyecto. Vienen para mostrar esa misericordia a través de sus actividades pastorales en medio de nosotros, como muchas de ustedes que son catequistas o que realizan una actividad pastoral, quieren abrirle su corazón a Dios, ayudando a las personas y ofreciéndoles la misericordia. Es por ello que el Papa Francisco nos convoca a toda la Iglesia el 8 de Diciembre para que abramos un año de la misericordia, para manifestar el amor tan grande que Dios nos tiene y si nosotros correspondemos, el Señor nos dará mucho más de lo que pensamos.

––Esa es mi confianza y la razón de mi alegría––, no sólo porque vienen tres hermanas a colaborar en los trabajos pastorales, sino también porque esta comunidad de la parroquia del Sagrado Corazón sumada a las otras parroquias, estamos trabajando juntos para transformar nuestra realidad dejando que crezca en medio de nosotros el Reino de Dios, eso es lo que verdaderamente Dios quiere, ¿lo queremos nosotros? Claro que sí, es por ello que tenemos que decirle al Señor: sí quiero colaborar para anunciar que tú estás presente en medio de nosotros. Ya hemos salido a tocar puertas el 17 de mayo, hemos tenido este primer proceso misionero, ya estamos formando pequeñas comunidades, así comienza a hacerse presente el Reino de Dios, por eso nuestro lema es “Cristo vive, en medio de nosotros”, porque es una realidad que está en medio de nosotros, entonces: ¿qué temores podemos tener si Él está en medio de nosotros? lo esencial es creer que su Palabra es transformadora, que nos cautiva y enamora, que nos apasiona, pero también nos compromete para ser misericordiosos como nuestro Padre celestial.

Pidámosle que este acontecimiento de hoy, nos llene de esperanza, sabernos amados del Padre, tal y como lo sintió Mateo que dejó su puesto, su profesión, para entregarse de lleno al Reino de Dios. También nosotros tenemos que priorizar en nuestra vida la realización del proyecto de Dios desde nuestra propia vocación, desde nuestro estado de vida, desde nuestro trabajo, desde nuestra manera de ser, ¡hay que responderle al Señor! Pidámosle que nos dé en esta Eucaristía la fuerza de su Espíritu para hacer presente en Reino de Dios entre nosotros. Que así sea.

+Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla