“No es digno de mi edad ese engaño”
En la primera lectura vemos esa figura de Eleazar, un hombre anciano, pero que ha vivido con fidelidad la ley de Dios, hasta en estos aspectos que ahora a través de los siglos observamos que han quedado sin importancia, como el comer o no carne de puerco, sin embargo, en ese tiempo era una de las características de los mandatos que provenían de la ley de Moisés, que se consideraban mandatos divinos, así, lo importante no es el hecho de comer o no carne de puerco, lo importante es ver la coherencia que manifiesta ente anciano, cuando le dicen; “te queremos mucho, te apreciamos mucho, queremos salvar tu vida, te traemos carne que no sea de puerco y tú la comes como si lo fuera, entonces salvas tu vida y quedas bien ante la autoridad que verán que comerás”, a lo que Eleazar contesta; “No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar a sus 90 años se ha pasado al paganismo.
––La convicción de Eleazar va más allá del cumplimiento de la ley––, es consciente de la importancia que tiene el ejemplo que ha dado durante su vida y en estos últimos años no puede claudicar de esa figura que tienen las nuevas generaciones de su persona. Es decir, evita una actitud egoísta, no mira solamente su bien, sino el bien de los demás. Eso es la enseñanza que nos permite descubrir esta primera lectura.
En el Evangelio encontramos otra figura, distinta y complementaria, la de Zaqueo; un hombre de vida pública, que tenía esa facilidad de sustraer dinero que no le correspondían pero como estaban bajo su administración, los sustraía sin ningún problema. Este hombre se deja atraer por Jesucristo y busca conocerlo, sabe que va a pasar, se ha informado que viene en camino y sube a un árbol y cuando pasa Jesús lo mira, no pasa desapercibido que ahí hay alguien en ese árbol, lo distinguió y descubrió el deseo de esa persona, que corresponde a ese anhelo y Jesús le dice: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”, fue inmensa la alegría, llenó la expectativa de Zaqueo mucho más de lo que él se imaginaba, se conformaba por conocer a esa persona que tanto habían hablado y había escuchado tantas cosas, le bastaba verlo, ––como sucederá con la visita del papa Francisco y ha pasado con los papas que anteriormente han visitado México, hay personas que se llenan de inmensa alegría tan sólo por verle pasar un segundo––, así se encontraba Zaqueo, sin embargo, su sorpresa es que Jesús rompe los esquemas y entra a su casa, ––la casa de un publicano––.
Constantemente Jesús rompe paradigmas, es decir, rompe maneras de entender una falsa religiosidad, se tenía en el pueblo de Israel, “no contaminarse con hombres que se portan mal”, para Jesús no es así, que hay que acercarse a ellos para darles a conocer la misericordia de Dios, así lo hace Jesús y la reflexión es espontanea, Zaqueo al escuchar lo que los demás comentaban; “ha entrado a hospedarse en la casa de un publicano”, él se pone de pie y le dice a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”.
“Hoy ha llegado la salvación a esta casa”, a esto ha venido Jesús, a redimir, a perdonar, a rehacer al hombre. Con estas dos figuras podemos también entender lo que Dios quiere de nuestra Iglesia y el porqué los ha llamado a ustedes. Démosle gracias de su llamado, de esa inquietud que ha descubierto en su corazón, Jesús los ha visto y ustedes han respondido, ha llegado a ustedes la salvación que trae Jesucristo pero no quiere que se quede en ustedes, sino que aprendan a compartirla a los demás al constituirlos candidatos a ser sus ministros, sus Evangelizadores, sus Pastores. Pídanle al Señor ser fieles, aprender a responderle a ese Jesús que ya los ha mirado y los ha llamado. Que así sea.
+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla