“Vi a alguien semejante a un hijo de Hombre”
En la primera lectura que hoy nos presenta la Palabra de Dios, escuchamos esta visión que tiene el profeta Daniel y que se interpreta como una manera de entender la vida en comunidad. El profeta Daniel, va viendo el desarrollo de cuatro reinos, cuatro etapas de gobiernos distintos, de imperios que van sucediéndose y la caricatura que presenta en su visión; “al frente del gobierno de cada uno de estos reinos en realidad se trata de una terrible bestia”, que todo lo va sometiendo por medio de la imprudencia y del poder. Por eso llega un momento en que después de relatar las cuatro bestias, unas más terribles que otras, pero todas con esa misma característica de producir la muerte, de generar la violencia, el derramamiento de sangre y la injusticia, les quita el poder, “les quitaron el poder y las dejaron vivir durante un tiempo determinado”.
El final de estos cuatro reinos, de esta cuatro bestias que dominaron la humanidad dice Daniel: ”seguí contemplando mi visión nocturna y vi a alguien semejante a un hijo de hombre”, finalmente, viene un hombre a gobernar, un hombre que no es bestia, sino que es sensible que descubre a los demás como sus hermanos, que esta para servirles y dice: que por eso este hijo de Hombre avanzó hacia el anciano que había visto en la visión, que sometía a las bestias, que les quitaba el poder”, este anciano de muchos siglos que representa en esta visión; la figura de Dios Padre que va llevando la historia de la humanidad, “ahí fue introducido a este hijo de hombre a su presencia y recibió la soberanía, la gloria y el reino y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas, lo servían, su poder nunca se acabará porque es eterno y su reino jamás será destruido”.
Esta visión del Antiguo Testamento del profeta Daniel, se ve realizada, cumplida en Jesucristo, ––este es el hijo de hombre––, este es el hombre que reconoce a todo ser humano como su hermano, por eso les muestra el rostro misericordioso de Dios, antes de la llegada de Cristo, los pueblos y las culturas incluida también la del pueblo de Israel, tenían la imagen de un Dios a la medida del hombre, ¿cómo nos comportamos los hombres cuando tenemos poder? ––Justicieros y vengativos––, un dios que premia al que se porta bien y que castiga al que se porta mal, un dios que va haciendo notar su omnipotencia en el sometimiento de la gente.
Jesucristo viene y revela desde el ser mismo de la humanidad a un Dios que es Amos, a un Dios que es padre, a un Dios que nos ama profundamente, este es el reino que jamás será destruido y este es el Reino de Dios.
En el Evangelio Jesucristo nos dice: “fíjense en la higuera y en los demás arboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también ustedes cuando vean que sucedan las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro, antes de que pase esta generación ––la de hace 2015 años––, todo esto se cumplirá”, ¡en Jesucristo se ha cumplido!
Él es el hombre que ha realizado el proyecto del ser humano como Dios lo pensó. Es el Reino, la manera del trato entre nosotros que ha presentado en su buena noticia, en el Evangelio, esa es la predicación de la Iglesia. Nosotros estamos al servicio de Jesucristo para mostrar el rostro misericordioso del Padre, para transformar esa idea errada de un dios justiciero y vengativo, al auténtico y verdadero Dios que ha creado y que ama entrañablemente al ser humano, a toda persona. Un Dios que está pendiente de nosotros, a eso servimos nosotros como Iglesia, para eso nos ha convocado.
Pidámosle a Dios que esta eucaristía, descubramos en experiencia personal esta característica fundamental del Reino de Dios, una humanidad fraterna, una humanidad que se reconoce hijos de Dios, una humanidad que sabe que toda agresión y violencia no es querida por Dios, que lo que Dios quiere es el Amor, la Justicia y la Paz. Empeñémonos, por conocer este Reino, el que va durar para siempre y nos va trascender a la eternidad, el que vivimos aquí en esta Eucaristía, ––toda Eucaristía es una primicia de la experiencia del Reino de Dios––, Cristo se hace presente en el pan y el vino, para ser nuestro alimento, fortalecer nuestro espíritu y generar esta Iglesia, ¡familia de Dios! También pidámosle que seamos una Iglesia misionera. Que así sea.
+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla