“Al ver mis acciones en medio de los suyos, se santificarán”
Esto dice el profeta, habiendo enunciado tres elementos fundamentales para la vida del hombre, tres aspectos que nos dan la confianza para vivir, es decir, nos garantizan el sentido de nuestra vida.
Primer elemento; “¿acaso no está el Líbano a punto de convertirse en un vergel y el vergel en un bosque? La naturaleza que Dios ha dado al hombre para vivir y la capacidad de transformarlo conforme a las necesidades del Hombre. El Líbano era una zona boscosa llena de árboles gigantes y según el profeta:”está a punto de convertirse en un vergel”, el vergel es una planicie en la cual se puede cultivar, por tanto, puede producir cantidad de granos para comida, dependiendo de las necesidades del hombre. La creación al servicio del ser humano.
Segundo elemento; “aquel día los sordos oirán las palabras de un libro y los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad”, “ver” y “escuchar”, la capacidad de admirar lo que tenemos en torno y la posibilidad de comunicarnos y de escucharnos para entendernos, ––esto es fundamental en la vida del hombre––. Este es el alimento de la salud misma del ser humano.
Tercer elemento; “los oprimidos volverán alegrarse en el Señor y los pobres se gozarán en el Santo de Israel”, porque ya no habrá opresores y los altaneros habrán sido exterminados, la justicia social, la equidad, las relaciones en torno al derecho, es decir, que las relaciones humanas sean justas y equitativas para la sana convivencia donde se tiene el conflicto, la rivalidad y la agresión, donde no haya diferencias sino la paz social.
Estos tres elementos dice el profeta: “la naturaleza al servicio del ser humano, la propia salud para entendernos y relacionarnos y la justicia entre quienes convivimos esos es lo que nos santificará, esto visto como acción del Señor en medio de nosotros”, es decir, que a través de la misma vida humana el Señor actúa y se hace presente, por eso dice “al ver mis acciones en medio del pueblo, ––en medio de los seres que forman mi pueblo escogido––, se santificará mi nombre y santificará al Santo de Jacob, ––al pueblo de Israel––.
Hoy podemos ver en este plan: “los extraviados de Espíritu entrarán en razón y los inconformes aceptarán la enseñanza”, ––así termina esta primera lectura que acabamos de escuchar. Cosas que nos parecen muy difíciles, ––si alguno ya ha vivido esa experiencia: “los extraviados de Espíritu entrarán en razón y los inconformes aceptarán la enseñanza”, abrirán su corazón, precisamente en esta sana convivencia de humanidad. Esto que dice el profeta Isaías, el Evangelista Mateo ya lo presenta en acción, el profeta lo anuncia como promesa y en Jesús lo vemos como realidad. Al menos en uno de estos elementos ––el de la salud––, “cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos que gritaban: “Hijo de David, compadécete de nosotros”.
¡Le gritaban!, ¿quién grita? ¿Cuándo gritamos “socorro”, “auxilio”, “ayúdenme”?, lo hacemos cuando estamos ante una dificultad, una necesidad, en este caso, los ciegos gritan porque necesitan que Jesús se acerque a ellos, porque esperan de este hijo de David la salud prometida por los profetas “Hijo de David compadécete de nosotros. Al entrar Jesús en la casa se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó ¿creen que puedo hacerlo?” esta pregunta que Jesús le formuló a los ciegos, nos la podemos hacer nosotros: ¿Tienen fe? Entonces la fe se pone en el centro para que se den las promesas del profeta Isaías y en este caso del Evangelio de Mateo se cumplen, pero depende de la fe de los ciegos, no de la fe de Jesús.
También si nosotros queremos que se haga realidad en nuestro medio, la sana convivencia de justicia social, la capacidad de oír y de escucharnos entre nosotros, y que el aprovechamiento de los recursos naturales sea para el beneficio del mismo hombre, entonces, ¡necesitamos fe!, creer que esto es posible, que no es una utopía, que no es inalcanzable, sino que depende de nuestra fe, basta con que creamos y Dios actuara como lo vemos en el Evangelio donde los ciegos le responden a Jesús: “si Señor, creemos, y Jesús les tocó los ojos diciendo: que se haga en ustedes conforme a su fe”. Porque ustedes creen que se dé la salud para ustedes y continua el Evangelista: “se les abrieron los ojos”. Si nosotros como comunidad creemos que seremos una Iglesia misionera, si creemos que podemos hacerlo, entonces nuestro sueño se hará realidad porque Jesús está detrás de este sueño.
Pidámosle al Señor Jesús en esta Eucaristía que como Iglesia particular de Tlalnepantla nos dé su Espíritu para que sigamos caminando en este proceso misionero, llevando su mensaje de salvación a todos para construir lazos de paz, de justicia social, equidad y amor, desarrollando la capacidad de escucharnos, así erradicando de entre nosotros la violencia y la oscuridad, permitir que sea Él quien viva en medio de nosotros. Que así sea.
+ Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla