HOMILíA CELEBRACIóN EUCARíSTICA EN SUFRAGIO DE S. E. DON RICARDO GUíZAR DíAZ

December 31, 1969


HOMILíA CELEBRACIóN EUCARíSTICA EN SUFRAGIO DE S. E. DON RICARDO GUíZAR DíAZ

 

 

Sabiduría 3, 1-9; salmo 62; 1Juan3, 1-2; Evangelio de Sn Juan 17, 21-26

“Los que confían en el Señor y los que son fieles en su amor, permanecerán a su lado”

En estas lecturas que se nos han proclamado como Palabra de Dios, podemos adentrarnos en el misterio de la vida; en el misterio de Dios y en el misterio de la Iglesia relacionado con el misterio de Dios.

Al adentrarnos en el misterio de la vida, en la primera lectura encontramos la descripción de cómo se concibe la muerte en la mentalidad de los seres humanos. Está es una destrucción y es considerada una desgracia: “su salida de este mundo era una desgracia, una completa destrucción”, está es la mentalidad sobre la vida, respecto a su término ––la muerte––, en la mayoría de las personas, sin embargo ayudados por la fe descubrimos lo que el libro de la sabiduría nos menciona: “para quien tiene fe en Dios, no es desgracia, ni destrucción ni tormenta, por el contrario, es el encuentro de la paz”, incluso nos dice que: “la gente piensa que los sufrimientos son un castigo merecido por sus pecados”. Esta reflexión nos hace ver que no es así, los sufrimientos son parte inherente de la vida para poder purificar el corazón, para poder encontrar a Dios, son ocasión y preparación para el encuentro con Dios con la esperanza confiada de que la muerte es la entrada a la inmortalidad, es el paso en donde se recibirá abundante recompensa.

En esta lectura encontramos estas palabras: “los que confían en el Señor, comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado”, caminar buscando la verdad y en la fidelidad a su amor, es decir, descubrir su amor en nosotros y en esta fidelidad permanecer siempre al lado de Dios, porque: “Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos”. Por tanto, el misterio de la vida humana se devela caminando de la mano de Dios en esta vida y con la clara visión de que caminamos hacia la eternidad.

La segunda lectura, nos dice que: “nuestra condición es la misma que la condición de Cristo, ––Hijos de Dios––¸pero todavía cuando estamos en esta vida no se manifiesta esta condición, sino que se manifestará al final, al paso de la muerte”. El misterio de Dios es precisamente el que esclarece el misterio del hombre, cuando se relacionan estos dos misterios la vida queda clarificada aun habiendo tiniebla, sombra, oscuridad, ignorancia, está queda clarificada a la luz del misterio de Dios, por ello es tan importante descubrir a Cristo, encontrarse con él.

Hay muchos cristianos, es decir, creyentes en Cristo, que solamente lo han conocido de oídas, han escuchado a lo largo de su vida hablar de Dios, sin embargo, no se han encontrado con él. Cuando sólo se conoce a Dios de oídas estamos distantes de esa luz que la presencia de Cristo nos dará para iluminar nuestro propio recorrido terrestre, nuestra condición de hijos, el amor del Padre.

La tercera lectura completa con el misterio de la Iglesia en relación con Cristo, éste otro aspecto de la relación entre nosotros y la razón de todas nuestras vocaciones, sea cual sea, la vocación a la que nos ha llamado el Señor. Es muy hermoso escuchar lo que dice el Evangelio: “Jesús oró diciendo; Padre quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado para que contemplen mi gloria, la que me diste, porque me ha amado desde antes de la creación del mundo” Jesús quiere que todos los suyos contemplen su gloria y para esto, ––aquí entra el misterio de la Iglesia––, nos dice también Jesús en su oración hablándole a su Padre: “Padre justo el mundo no te ha conocido, pero yo si te conozco y éstos han conocido que tú me enviaste”.

El misterio de la Iglesia no es simplemente ser una religión más para satisfacer el instinto natural del ser humano sobre un ser superior a Él, es mucho mayor. ¡La Iglesia está llamada a dar testimonio de Cristo!, por esto Jesús dice: “yo les he dado a conocer tu nombre y se los seguiré dando a conocer para que el amor con el que me amas esté con ellos y yo también en ellos”.

La Iglesia tiene su roca en Jesucristo, Él es la comunión entre Dios y el hombre, Él es quien nos hace permanecer en el amor del Padre y poderlo transmitir para que el mundo lo descubra, lo conozca. Está es la enseñanza que nos dan estas hermosas lecturas sobre el misterio de la vida, sobre el misterio de Dios y sobre el misterio de la Iglesia.  

Hermoso es también entregar a un servidor que ha conocido a Cristo y que lo ha transmitido, que ha recibido de Cristo una vocación y él ha correspondido y en esa correspondencia ha visto su recompensa, porque los que conocimos a Don Ricardo Guízar Díaz podemos dar testimonio del hombre de Dios y de Iglesia que fue, por eso hoy lo acompañamos, orando porque así manifestamos nuestro propio caminar en la fe para llegar también al término de nuestra vida en esta tierra, pudiendo abrir nuestros oídos para que Dios nos diga “ven servidor fiel y prudente entra a tomar parte de lo que mi Padre te ha preparado”.

Esta es la gratitud que nace de nuestro corazón, es la convicción de nuestra fe y de aquí brota nuestro amor a Dios correspondiendo a su amor y nuestro amor a la Iglesia para que se cumpla su misión en este mundo y para que conozcan a Jesucristo.

Pidámosle al Padre que Don Ricardo ya esté en sus manos y también en la comunión de los santos pueda favorecernos, particularmente a esta Iglesia de Tlalnepantla para que sigamos en la misión que Jesús nos ha encomendado. Que así sea.

 + Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla