HOMILíA SOLEMNIDAD DE LA ¡VIRGEN DE GUADALUPE!

December 31, 1969


HOMILíA SOLEMNIDAD DE LA ¡VIRGEN DE GUADALUPE!

 

“Quién soy yo para que la Madre de mi Señor venga a verme”

Quienes somos nosotros pueblo de México para que la Madre de mi Señor haya escogido este lugar para visitarlo y quedarse en medio de nosotros y manifestar el amor de Madre para todos. Las promesas de Dios son gratuitas,  ––nadie pidió a Dios que nos enviara a la Virgen de Guadalupe––, nadie se lo pidió a Dios, incluso vemos en la primera lectura que Dios ofreció ––siete siglos antes del nacimiento de Jesús––, al pueblo de Israel darle una señal, un signo, y el Rey Ajaz tuvo miedo ante la palabra del profeta Isaías que le dijo: “pídele al Señor tu Dios una señal”, Ajaz contestó: “no la pediré. No tentaré al Señor”. Sin embargo el profeta le dice: “el Señor mismo les dará una señal: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”. Esta señal que anuncia el profeta Isaías, se cumple siete siglos después, cuando la Virgen visitada por el Ángel Gabriel acepta ser la madre del Altísimo, acepta ser esa virgen que por obra del Espíritu dará a Luz a Jesucristo. Las promesas de Dios son porque así lo quiere Él, es como cuando alguien que nos ama mucho, nos da un regalo que no esperamos pero es el amor que lo mueve a entregarnos ese regalo, ese don y nosotros agradecemos esa expresión del amor.

Contemplemos dos elementos; el primero: ¿por qué nuestro pueblo sigue amando a María de Guadalupe? Y el segundo: ¿qué espera Dios de nosotros? Cuando hacemos un regalo a quien amamos, estamos atentos a que lo abra, que vea qué es y que lo acepte con alegría y eso nos llena de gozo. Para que las promesas de Dios se cumplan se necesita la respuesta y la colaboración del hombre, esta promesa necesitó de la aceptación de María para que naciera éste hijo que iba a manifestar la presencia de Dios en medio de nosotros, es decir, el acompañamiento de Dios a su pueblo, ––María aceptó y se cumplió esa promesa––. También así la Virgen se manifestó en México en 1531 cuando el pueblo vivía en la obscuridad y tiniebla, cuando habían sido derrotados por los conquistadores y habían quedado en evidencia que las maneras de entender a Dios no era lo que esperaban, dejaron de lado a sus dioses porque eran creados por los mismos seres humanos, ––no eran auténticos dioses––.

Dios se compadece de este pueblo que nace, que ha perdido sus convicciones religiosas y envía a María de Guadalupe, para mostrarles quién es el verdadero Dios por quien se vive, ––palabras que le dirigió a Juan Diego––, quiero expresar mi amor en medio de este pueblo. Esta presencia de María Dios la ha cumplido pero nos quedan muchos aspectos de lo que ella quisiera ser con nosotros, casi siempre se han interpretado las palabras de María en un sentido restringido sobre lo que significa la casa que ella quiere poner en medio de nosotros, cuando habló con Juan Diego en náhuatl le dijo: “quiero que me construyan una casa”, pero en náhuatl “casa” no sólo significa un edificio sino el ambiente de las relaciones de familia entre los hijos. Nosotros hemos construido una casa, un edificio que está en el Tepeyac para que ahí nos reciba, sin embargo, ella quiere más que esa casa, quiere estar en todas nuestras casas, quiere estar para transformar nuestro estilo de vida y de relaciones humanas y para que Dios camine en medio de nosotros. Nos quiere entregar a su hijo, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros para acompañarnos pero necesita de nuestra respuesta: ––que nosotros aceptemos a éste hijo de María––.

Es en esto donde nos hemos quedado cortos y restringidos, ella no falla a su promesa, muestra su amor misericordioso como lo descubrió de Dios nuestro Padre, pero todavía falta nuestro trabajo de correspondencia a ese amor. Dios nuestro Padre que nos regaló a María de Guadalupe está esperando esa cara con la que nosotros recibimos éste regalo, está esperando esa respuesta de decir que aceptamos el proyecto que tiene para nuestra patria; ––que seamos la familia de Dios––.

Dios, nuestro Padre está dispuesto a ayudarnos a trabajar por la concordia, la justicia y la paz, sin embargo, necesita de nosotros, eso es lo que nos dice el apóstol San pablo en la segunda lectura, “ya somos hijos en María, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo para que también nosotros le podamos decir Padre, para que ya no seamos siervos, esclavos, sino hijos y como hijos herederos de Jesucristo”.

Pidámosle a María de Guadalupe una vez más en éste 12 de Diciembre que nos ayude a los mexicanos a responder para realizar éste proyecto, que vivamos como la familia de Dios en nuestra patria. Pidamos también por el Papa Francisco que ha querido celebrar hace unas horas, ––en Roma––, una misa solemne en la basílica de San Pedro para poner en manos de María su viaje apostólico el próximo mes de Febrero a México, para que esa venida del Papa ayude a nuestro pueblo a descubrir de qué manera debemos responder y crecer como miembros de una sola familia. Que así sea.

+ Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla