HOMILíA EN LA CELEBRACIóN EUCARíSTICA DE NOCHE BUENA

December 31, 1969


HOMILíA EN LA CELEBRACIóN EUCARíSTICA DE NOCHE BUENA

 

“Engrandeciste a mi pueblo e hiciste grande su alegría”

Así escuchábamos el anuncio profético de Isaías en la primera lectura siete siglos después, se descubre que ésta profecía se cumple en Jesucristo. El profeta dice que es a través de un niño que vendrá éste engrandecimiento del pueblo y que será grande nuestra alegría. Las características que traerá el niño dice el profeta son: “consejero admirable, Dios poderoso, Padre sempiterno, príncipe de la paz”, cuatro aspectos que señala con claridad.

Recordemos las primeras páginas de la Biblia, donde dice que ¡Dios creó al hombre a imagen y semejanza suya!, la única creatura que refleja plenamente a Dios, cuando encontramos en la segunda lectura que el apóstol San Pablo nos recuerda que el discípulo de Cristo tiene que renunciar a una vida sin religión y también renunciar a los deseos mundanos para vivir de una manera sobria, justa y fiel podemos descubrir una vertiente interesante de lo que hoy sucede en nuestra sociedad.

Hay toda una tendencia y ciertos dinamismos que tratan de quitar a Dios de en medio de la vida pública de nuestra sociedad. ––Aquí en México todavía nos defendemos un poco––, pero en el mundo global, particularmente en occidente es ya evidente el pensamiento de muchos, piensan que Dios es para la intimidad privada de la persona y darle consuelo en sus tristezas, tratan de marginar a Dios de la vida social y de las relaciones que tejemos para construir una sociedad que pueda manifestar esa imagen y semejanza de Dios. Por eso el apóstol nos invita a recordar que debemos estar atentos para que nuestra vida no esté sin religión, es decir, sin Cristo, ––el niño Jesús que ha nacido esté siempre en medio de nosotros––.

El instinto humano que podemos descubrir en cada uno de nosotros es que está atraído por el poder para someter a los demás a su servicio, por el tener riquezas, el dinero, para poder obtener aquello que queremos y por el placer para hacer aquello que nos satisfaga. Cuando a Dios se le quita de en medio de la sociedad el hombre queda desprovisto, se coloca en medio de tres maneras distintas a las que Dios puso en su corazón, somos seducidos por esos tres deseos que tienen el hombre en su interior.

Lo que ha traído el niño “Jesús”, lo que va a darnos la alegría como lo dice el profeta Isaías es precisamente ayudarnos a descubrir el verdadero sentido de estos instintos, de estas tendencias que llevamos dentro, observemos cuál es la enseñanza;  

El poder, es a lo que nos invita Dios, sin embargo, el verdadero poder es dejar que Dios actué en nosotros, la fuerza divina es esplendida y todo lo logra aun ante el sufrimiento del drama y la muerte, ésta es la orientación que Cristo da al poder, nos ofrece la capacidad de que Dios intervenga en cada uno de nosotros.

El tener, el codiciar y ambicionar riquezas, la mayor riqueza es la sabiduría, es ese consejero admirable que nos trae Jesucristo en su persona, nos orienta, nos abre los ojos para entender para qué es la vida, cómo realizar nuestras relaciones con los demás, cómo tejer sanas relaciones y cómo construirlas para el bien, esta es la sabiduría que encontramos en todas sus enseñanzas en el Evangelio.

El placer, pensamos que dándole rienda suelta a nuestros sentidos, a nuestra sexualidad, a lo que nos gusta hacer ahí va a estar nuestra felicidad, esa es la forma como se nos presenta y nos seduce el mal. ¿Dónde está el verdadero placer?, está en el conseguir esa satisfacción interna, en tener ese gozo que nos da la paz, escuchamos al profeta que dice que: ¡Jesucristo es el príncipe de paz! Quienes seguimos a Cristo podremos obtener esa paz interior que nos traerá la gran satisfacción que jamás nos darán los deseos desordenados de nuestras pasiones.

Esta es la razón por la que debemos estar contentos, alegres, no sólo este día, hoy recordamos ésta oferta que Dios nos hace en su hijo para mostrarnos que el auténtico camino de la plenitud humana está abierto. Hoy celebramos la Noche Buena no sólo recordando el nacimiento de Jesús hace 2015 años, sino que ese Jesús está dispuesto a entrar en nuestras vidas, a formar parte de nuestra familia, a formar parte de nuestra sociedad para que seamos orientados por el verdadero poder que es la acción de la gracia de Dios en nosotros, por el verdadero poder de tener que es la sabiduría de Dios y por el verdadero placer que es la satisfacción interior que nos da la comunión con Dios y con nuestros hermanos.

Dispongamos nuestro corazón para abrirle las puertas a Cristo que quiere venir con todos nosotros, --lo manifiestan muchos de ustedes––, trayendo esta imagen del niño Dios en sus brazos. Abrámosle la puerta interior también a este Jesús que está presente en la eucaristía, digámosle en el momento de la comunión, con la fe en la presencia del pan de la vida: ¡Señor, mi casa, mi persona, mi familia, quiere ser orientada por ti, Cristo ven y reina en medio de nosotros, ayúdanos a trasmitir la experiencia de tu amor a los demás para poder tener una sociedad que goce de la justicia y de la paz! Que así sea.

 + Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla