HOMILíA II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. SAN FRANCISCO DE ASíS ZONA IV

December 31, 1969


HOMILíA II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. SAN FRANCISCO DE ASíS ZONA IV

 

“En cada uno de ustedes se manifiesta el Espíritu para el bien común”

Así lo escuchamos en la segunda lectura que hoy se nos ha proclamado como Palabra de Dios, “en cada uno de ustedes se manifiesta el Espíritu para el bien común”, ya tenemos aquí dos elementos fundamentales; todos los bautizados llevamos el Espíritu de Dios y esta presencia del Espíritu se manifiesta cuando colaboramos al bien de todos, de manera que ya hay una tarea que es ¡superar el egoísmo! ––Pensar sólo para nosotros mismos–– sabemos perfectamente que esto es una tendencia actual muy fuerte, despreocupándonos de nosotros esta tendencia nos llevará a que el espíritu se apague en nosotros.

Cuando nosotros ponemos nuestros dones al servicio de una comunidad, tal y como lo dice la segunda lectura: hay diferentes servicios, hay diferentes actividades y cada uno las va desarrollando según su propia condición humana, cada uno en el campo en el que se desarrolla pero ¡pensando en el bien común es como le damos paso al Espíritu para que actúe en nosotros! ¿Cómo se puede coordinar todo esto? para que sea efectivamente a favor de todos y no se quede en un pequeño grupo, en una pequeña familia o en un sector de la Iglesia es importante el sacerdocio ministerial, por ello dirá más adelante el texto: “uno recibe el don de Sabiduría, el don de ciencia, a otros la fe, a otros la gracia de hacer curaciones, a otros poderes milagrosos, otros con el don de la profecía y el discernimiento de los espíritus”.

Particularmente éste discernimiento de los espíritus, es decir, de estas manifestaciones que el espíritu hace en todos aquel bautizado o en toda comunidad de bautizados que están buscando el bien común, hay que discernirlo y para ello es el servicio de los sacerdotes, de los pastores. Los sacerdotes me ayudan en este ministerio, pues como Obispo necesito de ellos porque para realizar esas funciones fundamentales de discernir de entre todo lo que el Espíritu de Dios suscita en una comunidad, necesito diferentes instancias para llevarlo a cabo. 

Ésta es una forma, ––la coordinación––, la otra es: que sabemos que todo esto procede del mismo Espíritu, es por ello que debemos tener una gran confianza en que es el mismo Señor que está detrás de lo que se va manifestando en una gran diversidad de carismas en las comunidad, ahí está el Espíritu de Dios.

La primera lectura nos presenta dos jóvenes esposos que se aman apasionadamente y Dios utiliza por boca del profeta Isaías esta experiencia esponsal llamándole a su pueblo como la esposa y a él como al esposo. Ahora bien para entender  porqué el profeta Isaías habla de las relaciones entre Dios y su pueblo de forma esponsal, vamos a adentrarnos un poco al Evangelio, y dice el texto que Jesús asistió con sus discípulos invitado igual que su Madre María a unas bodas, todos sabemos que las bodas son festivas, no son motivos de tristeza, son siempre alegría, encontramos que se trata de un ambiente de alegría, pero se acabó el vino, ––el vino alegra el corazón del hombre dice la Sagrada Escritura––, motiva, hace que la persona sea más espontanea, más abierta y las personas empiezan a reír y a compartir lo que llevan dentro.

Esta es la labor del vino, y en otra fiesta que no hay vino, todo parece tímido, nadie se atreve a hablar, están todos pendientes haber que pasará y eso lo observó la Virgen María y de inmediato le dijo a Jesús: “les falta vino”,  ¿Qué sucede? María le dice a los servidores que ya no tenían nada que repartir: “hagan lo que él les diga”. Había seis tinajas de piedra de unos cien litros cada una, ésta servía para las purificaciones y Jesús les dijo: “llénenlas de agua”, las llenaron hasta el borde y añadió: “sáquenlas ahora y llévenselas al mayordomo”

El mayordomo no sabía nada, no concia lo que Jesús había realizado, le llevaron el agua y la probó, estaba ya convertida en vino sin saber él su procedencia llamó al novio y le dijo: “haz guardado el vino mejor hasta ahora”, es decir, hasta el final. ¿Qué significa esto?

Significa que nosotros somos el agua, el agua es indispensable para  vivir, nuestra vida está llena de actividades habituales, empezamos a conocerlas desde niños cuando nuestra mamá nos dice que tenemos que ir a la escuela y nosotros ponemos resistencia, empezamos nuestras actividades humanas sociales y van agarrando un ritmo cotidiano. La cotidianidad de la vida es el agua, sin ella no podemos vivir y tenemos que movernos, tenemos que hacer algo, tenemos que producir algo, estas actividades son el agua. 

Dios ha puesto estos seiscientos litros de agua aquí en la parroquia de San Francisco, es nuestra agua, es lo que hacemos, y a partir de lo que hacemos si seguimos el consejo de María, “hagan lo que él les diga”, es decir, que nuestras actividades se conduzcan a la luz del Evangelio, a la luz de Jesucristo, atender esas indicaciones que nos dan, así es como nuestra agua, nuestras actividades de todos nuestros días se convertirán en vino, el Espíritu de Dios lo transforma, es decir, le da sabor a nuestra vida y la llena de alegría y la pone en un ambiente festivo, así nuestra vida se convierte en una fiesta que no termina, que se prolonga, pues en eso consiste la vida cristiana, hacer de la vida humana que es agua, hacerla vida donde transmitamos alegría, gozo de vivir, ¿por qué? Porque no nos estamos buscando a nosotros mismos sino que estamos buscando el bien de todos y así Jesús seguirá haciendo este milagro de las bodas de Cana.

Volviendo a la primera lectura cuando escuchamos este texto hermoso de este ejemplo: “como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu creador, como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo”, esta relación entre Dios y nosotros que va cuidando el pastor, que la va conduciendo el sacerdote ministerial hará tal y como dice el profeta: “ya no te llamarán nunca abandonada ni a tu tierra desolada”, insegura, agresiva, violenta, ya no la llamarán así, sino que te llamarán: “mi complacencia y a tu tierra desposada”, es decir, tienes marido, tienes quien cuide de ti, porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado contigo.

Eso es lo que estamos trabajando en nuestra Arquidiócesis de Tlalnepantla, por eso es que les estamos invitando a formar pequeñas comunidades a la luz de la Palabra de Dios, conociendo el Evangelio, para que nuestra agua de nuestras actividades se conviertan en vino y para que nuestra sociedad empiece a reflejar que esta vida humana es una gracia, un gozo, un enorme regalo de Dios porque buscamos el bien de todos

Esta es la labor que realizamos en conjunto tanto el Obispo, el sacerdote y el Pueblo de Dios, para que  nuestra agua se convierta en vino, nuestra tierra se convierta en la complacida del Señor. Que así sea. 

+ Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla