HOMILÍA DEL DOMINGO DE RAMOS

December 31, 1969


HOMILÍA DEL DOMINGO DE RAMOS

 

Si es el rey de Israel, que baje de la cruz y creeremos en ÉL. Así se burlaban viendo a Cristo crucificado en el Calvario los que pasaban por ahí. Así mismo los sumos sacerdotes, los escribas, los fariseos. También dice el texto, los ladrones que estaban crucificados a su lado. ¿Por qué surgen estos insultos para quien era un hombre bueno, para quién sanaba enfermos, haciendo el bien y enseñando una doctrina muy positiva, llena de valores y una relación con Dios como su Padre? El pueblo de Israel esperaba un Mesías, un líder que los liberara del imperio romano, pero lo esperaban de la misma manera que funcionaba el imperio romano… sometiendo por la fuerza. Cuando ven esta fragilidad de Jesucristo, de que no tiene poder de los ejércitos, de que no tiene las fuerzas suficientes para poder derribar el imperio romano, entonces viene esta decepción y frustración. No entienden que el Reino de Dios es un Reino de naturaleza distinta a cualquier régimen político. No es pues una concepción del Reino a base de la fuerza, a base de la imposición. Es un Reino en donde vamos a aprender a vivir del Espíritu y vamos a aprender lo que es el amor.

Dice el profeta Isaías en la primera lectura que: somos como discípulos que tenemos que ir haciendo este aprendizaje. Esto significa que este proceso para vivir el Reino de Dios que trajo Jesucristo es progresivo, gradual. Es poco a poco, el niño aprende primero a ser amado, para poder después amar. La experiencia del amor de los padres a los hijos es fundamental. Y eso es lo primero que enseña Jesucristo, que tenemos a Dios como Padre; y que nos ama, que está pendiente de nosotros, que nos ha regalado la vida. Ese primer aprendizaje tenemos que llevarlo al siguiente paso, entonces también nosotros amar a nuestro prójimo, respetar su dignidad, generosamente compartir con él como mi hermano. Eso es lo que hizo Jesucristo, eso le costó su pasión, la muerte, por no haber sido entendida su doctrina, su ejemplo, su testimonio. Es la experiencia dolorosa que comparte siempre todo discípulo de Cristo, de que cada quien tiene que llevar esta cruz. Queremos ser discípulos de Cristo… tenemos que afrontar las incomprensiones y los insultos cuando nosotros queremos mostrar la vida del Espíritu, la vida de Jesús. De ahí la importancia de ser discípulos en comunidad. Eso fue lo que salvó a Pedro, lloró amargamente. Estando solo no fue capaz de aceptar que conocía a Cristo, también a nosotros nos puede pasar lo mismo, si estamos aislados, si estamos solos somos capaces fácilmente de negar a Cristo, pero, si vivimos en la comunidad cristiana, si vivimos esta experiencia de comunidad de discípulos nos salvará para que podamos siempre, fielmente, convencidamente, afirmar que creemos en Cristo, en sus enseñanzas y en la vida del Espíritu. Así caminaremos en la experiencia del amor.

Estos aspectos brevemente sintetizados para este momento los podemos ampliar en la reflexión de estos días santos. Aprovechemos este espacio de tiempo. Aprovechemos para volver a leer este relato de la Pasión de san mateo, aprovechando también los oficios propios del Jueves, del Viernes, del Sábado; y del próximo Domingo de Pascua, para que crezcamos en esta conciencia de ser discípulo de Cristo viviendo en la comunidad de los discípulos de Cristo. Que así sea.