Señor, si hubieras estpado aquí no habría muerto mi hermano. Con estas palabras recibieron a Jesús, Marta y María, hermanas de Lázaro, con lo cual mostraron que tenían fe en Jesús como alguien que podía devolver la salud. Que su oración y su relación con Dios era tan fuerte que, era capaz de regresar la salud. Pero nunca se imaginaron que también tenía la capacidad de regresar a la vida. El aspecto más fundamental, nuestra vida; la vida que hemos recibido evidentemente siempre nos preocupa la salud. Están íntimamente relacionadas vida y salud; y estos dos aspectos son originados por Dios, está en las manos de Dios. Dios nos dio la vida, Dios nos regala también la salud; queda en nuestras manos. Este primer aspecto que nos presenta el Evangelio para irnos conduciendo a ese momento tan admirable, sorprendente, único… Jesús resucita a Lázaro. La Iglesia nos propone esta escena en el domingo V de Cuaresma para prepararnos al evento mayor, que es la Resurrección de Cristo en la próxima Pascua, porque, Lázaro si bien es sacado de la tumba, es vuelto a la vida; sin embargo, Lázaro volvió a morir, se le regresó por un tiempo. En cambio, Jesucristo, resucitó venciendo a la muerte, quedando con un cuerpo glorioso para la eternidad; es la victoria total sobre la muerte. Este es el motivo porque en este domingo nos presenta la liturgia este largo Evangelio pero muy emotivo, y muy importante de adentrarnos en él. Ustedes después podrán volver al texto, leerlo en la semana y darse cuenta de la intensidad de su mensaje.
Voy a subrayar alguno de esos elementos. El primero es: la amistad. La amistad da vida. La razón por la que resucita Jesús a Lázaro es que, él era un gran amigo; y la amistad le hace pedirle a Dios Padre que le regrese a la vida a su amigo. Lo hace hasta llegar al punto de las lágrimas. Nos dice el texto: Jesús se conmueve, como nos conmovemos cada vez que perdemos a un ser querido, esa conmoción que hemos experimentado de dejar a alguien para siempre en esta vida terrena, la sintió Jesús. Y ese motivo está en el interior de Jesús para orar así a su Padre, para que le regrese a su amigo. La amistad de Jesús con Lázaro, no es una amistad exclusiva. Jesús está abierto a ser nuestro amigo. Él quiere que nosotros tengamos esa intimidad con él. Para eso nos busca. Por eso, estamos aquí en esta celebración dominical. Nosotros no estamos aquí simplemente para cumplir un mandamiento; sería muy triste que solo ese fuera el motivo de venir a Misa el domingo. Nosotros venimos para crecer en nuestra amistad con Jesucristo, para entenderlo mejor, para conocerlo mejor a través de su Palabra, y para recibirlo en el pan de la Eucaristía. Esta es la razón de nuestra celebración dominical, para fortalecernos en esta fe que manifiesta la hermana de Lázaro cuando le pregunta: ¿crees en la resurrección? Ella responde: Sí, Señor, yo creo que Tú eres el Mesías, que Tú eres el Hijo de Dios. Ahí es donde tenemos que llegar también nosotros en nuestra amistad con Cristo… Tú eres el Mesías, es decir, el Salvador; en tus manos está la verdadera vida. Siguiéndote a ti, llegaremos a la eternidad. Tendremos no solamente vida en esta tierra, sino vida eterna. Este elemento es un camino hacia la Pascua.
Vemos también, los otros textos de la primera y segunda lectura y nos hablan de esa profecía en la cual Dios promete infundir su Espíritu para sacar a su pueblo de sus sepulcros. No está hablando de los muertos que están ya bajo tierra. El profeta está hablando de aquellos que han muerto en su fe, que no creen ya en Dios. Que han marginado a Dios en su vida, y por eso son muertos en vida. Caminan, respiran; pero, no saben ni para qué, y no saben a dónde van. De allí, de esos sepulcros, Jesús nos puede rescatar. Por eso, siempre se puede que tener la esperanza cuando vemos a alguien a quien queremos, a quien amamos; que anda perdido, que ha apagado su fe; pero, la esperanza está puesta en Cristo que estará pendiente, que hará que se suscite su fe de nuevo. Dice el profeta: Dios promete infundir su Espíritu para volver a dar la vida.
Y San Pablo, en la segunda lectura, nos dice: La vida en el Espíritu es una vida ordenada. Que esa es una manifestación de que estamos caminando bien en nuestro seguimiento y en nuestra relación con Cristo. Que nuestra vida en el Espíritu es una vida nueva; y ahí es donde debemos dejarnos sorprender como en esta ocasión quedaron sorprendidos María y Marta, al ver la resurrección de Lázaro; quedaron sorprendidos los que acompañaban a Marta y María; y esas sorpresas el mismo Jesús nos las presenta a lo largo de nuestra vida. No sabemos cuándo, ni cómo, ni dónde, ni en relación con qué personas; pero Dios nos va sorprendiendo cuando nosotros ordenamos nuestra vida conforme a sus enseñanzas. Y esas sorpresas son la experiencia más fuerte de decir, Cristo está vivo; Cristo, se hace presente; Cristo, nos fortalece; Cristo, me sana; las heridas más difíciles de curar, no son las heridas físicas de nuestro cuerpo. Las heridas más difíciles de curar son las heridas interiores, las del espíritu. Y por eso dice san Pablo que hemos recibido el Espíritu en nosotros. El Espíritu de Dios que es el que cura nuestras heridas internas. El que nos da la capacidad de perdonar, de reconciliarnos, de volver a la amistad, de volver a la sana y positiva relación con los demás.
Este es el camino que hoy nos proponen estas lecturas en nuestro último tramo de la Cuaresma. Por eso, la recomendación de que lo hagan una meditación, una vuelta a leer estos textos en su casa; especialmente, si lo hacen en familia, si lo hacen junto con esposo o esposa (aquí está el Movimiento Familiar Cristiano que tienen una práctica de ello); o si lo hacen padres e hijos; porque, resulta entonces que ya están reunidos en nombre del Señor y reciben el Espíritu que les renueva y les encienden la fe. Hoy pues, los invito a que cuando recitemos el Credo, ustedes puedan asentir a lo que recitamos con este espíritu de Marta y de María… Sí, Señor. Creo que Tú eres el Mesías, que Tú eres el Hijo de Dios; que Tú eres el que nos da vida y salud; que Tú nos alimentas con la Eucaristía y nos haces descubrirnos hermanos unos de otros. Que así sea.