HOMILÍA DEL III DOMINGO DE PASCUA

December 31, 1969


HOMILÍA DEL III DOMINGO DE PASCUA

 

Jesús se acercó y comenzó a caminar con ellos. Hoy en este Domingo tercero de la Pascua, la liturgia nos presenta este Evangelio de San Lucas, en la que de una manera muy clara nos ilumina sobre el proceso del seguimiento de Cristo, de cómo ser discípulos de Cristo. Nos presenta a dos discípulos que, tristes, desconsolados, desesperanzados, por lo que habían vivido… ver que un hombre tan bueno como Jesús de Nazaret había sido injustamente sentenciado a muerte, y crucificado. Toda su esperanza la habían puesto en él porque habían descubierto que era un profeta, un hombre de Dios. Dejan la comunidad de Jerusalén, se separan del grupo porque consideran que sin Jesús no tiene sentido estar reunidos y formar una comunidad. Cuál va a ser su sorpresa. Esta escena del Evangelio nos muestra el camino que hay que tomar como formadores en la fe. Cada uno de nosotros que venimos aquí a la Eucaristía dominical somos los discípulos que queremos nutrirnos y vivir la fe. Por eso, es también importante fijarnos en la figura de estos dos discípulos y fijarnos en las actitudes que Jesús muestra para atraer y llevar de nuevo a quienes se han extraviado de este camino de la fe. Los dos discípulos están dejando la comunidad y Jesús se hace presente a los dos discípulos, pero de una forma en que deja que los discípulos manifiesten todo lo que llevan en su interior, en su corazón, para que digan todo aquello que los ha llevado a tomar esta decisión de dejar la comunidad. Dejar que hable el corazón. Jesús entonces va a un lado de estos dos discípulos y no se presenta diciendo quien es, sino que deja que ellos lo descubran. Esta actitud es de un verdadero Maestro; y debemos nosotros, que estaos preocupados por tantos católicos que han dejado de practicar la fe, tener esa actitud. Acercarnos a ellos, pero de una forma discreta. En un primer momento como lo hace Jesús para escuchar, para saber que hay en su corazón, porque dejaron de seguir a Jesús, porque dejaron su fe.

Jesús, sin embargo, después del silencio que implica la escucha, toma la palabra, interviene; y les va aclarando todas sus dudas. Les va aclarando los acontecimientos que han vivido. Ellos se han quedado hasta la muerte de Cristo en la cruz. Y Jesús les va preparando que ese camino que parece doloroso y sin sentido era necesario y previsto por Dios para mostrar el gran amor que Dios nos tiene a todos nosotros como lo dice la segunda lectura de hoy en palabras de San Pedro: por amor a ustedes, Cristo fue el Cordero inmolado. Esta es la primera parte, acompañar, dejar que brote lo que en el corazón hay, pero luego, iluminar esos acontecimientos con la Palabra de Dios, como lo hace Jesucristo. Por eso, es tan importante aprender a leer y descubrir en la Escritura, en la Biblia lo que se refiere a Cristo, y desde lo que se refiere a Cristo, entenderemos los textos bíblicos.

La segunda parte… Jesús no se impone a los discípulos. Jesús deja que se suscite en ellos el deseo de que esta conversación se prolongue. Hace la finta de que va a seguir el camino. Y los discípulos al caer la tarde le dicen: quédate cono nosotros Señor, no te expongas a los peligros de la noche, necesitas un resguardo, y empieza haber una relación muy importante de amistad, de valoración; y de ahí se suscita esta súplica: quédate con nosotros Señor. Jesús se queda con ellos, pero para partir el pan, con lo cual nos está simbólicamente diciendo lo que es la Eucaristía para el cristiano. Es este partir la palabra y el pan de la vida. Un momento importante para descubrir a Cristo en este Evangelio que hemos escuchado. Reconocieron a partir del pan que el viajero y peregrino que los acompañaba era Jesucristo. De esa misma manera vamos a poder descubrir al nutrirnos cada Domingo o incluso en las Eucaristías entre semana, que en mi hermano, en el prójimo necesitado está Cristo. A Cristo lo descubriremos en muchísimas ocasiones de una forma velada, sutil, espiritual, pero realmente presente. Y eso es lo que se alimenta en cada Eucaristía.

Y cuál es el efecto. Que es la tercera parte de la enseñanza de este Evangelio. Los discípulos que ya habían tomado la decisión de dejar la comunidad e irse a sus pueblos, al reconocer a Cristo, ya no se quedan ahí, camino de Emaús, sino que se regresan a Jerusalén. Cristo ha logrado recuperar a estos dos discípulos y reintegrarlos en la comunidad. Y cuál es la sorpresa que se llevan estos dos discípulos al encontrarse en Jerusalén, nos dice el texto: se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros, los cuales le s dijeron de veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón. Ellos, que también tenían ya esa experiencia comparten la fe y descubren la alegría de sus compañeros y de los once apóstoles que han visto al Señor resucitado… de veras ha resucitado el Señor. Entonces, ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Esta es la tercera parte, de la enseñanza de este Evangelio. La comunidad reunida en la fe, desde la familia, desde cualquier grupo apostólico, de cualquier movimiento de Iglesia es para compartir la fe. A veces le damos más importancia de que es con una función específica. El grupo para la liturgia, el grupo para una fiesta patronal, etc. Lo más importante es… para compartir la fe. Y después viene el compromiso que nace de esa misma fe. Que no perdamos de vista estas tres enseñanzas del proceso del discípulo de Cristo, y de quien ayuda a otros a regresar a casa, as la Iglesia, siguiendo las actitudes de Jesús el Maestro.

Así, podemos entender, si ustedes luego en su casa leen la primera lectura, la fuerza del testimonio con el que el apóstol Pedro anuncia que Cristo ha resucitado, que Cristo está en medio de nosotros. Que esa sea también la fuerza de nuestra fe. Que así sea.