HOMILíA VIGILIA PASCUAL

December 31, 1969


HOMILíA VIGILIA PASCUAL

 

“No está aquí, ha resucitado.”

Cuatro mujeres con un acto de gratitud, de generosidad a Jesucristo, la madrugada del tercer día fueron al sepulcro tratando de llevarle lo mejor que tenían, perfumes y aromas para seguir la costumbre del pueblo judío de embalsamar el cadáver, al ver que la tumba estaba abierta y que el sepulcro estaba vacío, es decir, no se encontraba el cadáver del Señor, quedaron desconcertadas, la curiosidad las llevó a pensar; ¿qué habrá pasado?, podemos suponer que jamás se imaginaban la causa de su desconcierto, quizá pensaron que alguien se les había adelantado o que alguien había robado el cuerpo.

En eso se encontraban cuando dos varones con vestiduras resplandecientes, ––es una forma de hablar de mensajeros de Dios––, les dijeron; “¿por qué buscan entre los muertos al que está vivo?  No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite. Y ellas recordaron sus palabras”.

Las primeras que fueron testigos del sepulcro vacío y del anuncio gozoso de la resurrección de Cristo, fueron las ‘mujeres’, predilectas del Señor, discípulas fieles que quisieron cumplir con ese precepto de embalsamar el cadáver, fueron llevadas ahí por su deseo de corresponder al amor que habían experimentado en Jesucristo. Ese mismo deseo las llevo a la consternación, sin embargo, van juntas, ––son cuatro––.

Reflexionemos en este texto el significado que tiene el hecho de que las mujeres sean las primeras en recibir el testimonio de la resurrección de Cristo. Varios documentos de la Iglesia señalan que la mujer a través de  los siglos ha sido la principal promotora de la transmisión de la fe, es la mujer la que ha estado al pendiente para que siga siendo posible que después de XXI siglos sigamos recibiendo de generación en generación la fe en Cristo resucitado. Son las mujeres las que tienen este lugar prioritario en la Iglesia.

En ocasiones en el pensamiento social contemporáneo cuando se busca la equidad de género, se confunde la equidad con igualdad, ––no somos iguales––, en el libro del génesis, encontramos que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, por eso nos hizo varón y mujer. La mujer se parece mucho a Dios cuando es Madre, la mujer cuando sirve, la mujer que siempre está detrás, discreta, como lo hace Dios en la historia de salvación, Él no aparece con su fuerza, con su potencia, sino que está sutilmente escondido en el corazón de cada ser humano, también así está la mujer, cuando en el hogar cuida de los hijos, hace de su casa un hogar grato y cuando discretamente aconseja a su marido haciéndole ver las cosas e indica de lo que se trata.

El varón por naturaleza es más impulsivo, somos más primarios y reaccionamos más rápidamente, no nos detenemos, somos más violentos, ‘la mujer es más como Dios’, por eso es la primera. Fueron ellas unidas entre sí, ––las cuatro con el mismo sentimiento––, quienes recibieron el gozoso anuncio de la resurrección. Por eso son ellas quienes van con los apóstoles y todos los demás que estaban reunidos en Jerusalén: “las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas”. Gracias a esa transmisión de la fe, “Pedro se levanta corre al sepulcro, se asomó y vio los lienzos y regresó a su casa asombrado por lo sucedido”.  

Nos hará tanto bien a los varones, ‘también en la Iglesia’, Obispos, Sacerdotes y Diáconos escuchar el parecer de lo que llevan dentro las mujeres. Mucho bien le hizo a Pedro ese testimonio, ––fue el único––, pero fue la cabeza de la Iglesia quien reaccionó ante lo que las mujeres contaban.

No se sientan en un segundo lugar, en esa tendencia de pensar que son más importantes quienes presiden y quienes aparecen en primera línea, ––que hemos sido en la historia los varones––, no se sientan en segundo lugar ustedes mujeres porque llevan a Dios y lo transmiten con el corazón de Madre, cosa distinta a como lo transmitimos nosotros los varones que atendemos más a la razón y a los argumentos de convicción. La mujer es más intuitiva y tiene esa sensibilidad de descubrir la presencia de Dios.

Agradezcámosle al Señor,  que nos ha hecho así y ocupemos el lugar que nos corresponde, nos necesitamos los unos y las otras. Ambos nos complementamos y solamente así podremos transmitir al mundo de hoy el testimonio de que ‘Cristo está vivo’, estos varones les dijeron: “no está aquí, ha resucitado”, estoy seguro que las mujeres entendieron perfectamente lo que ellos decían y por eso recordaron lo que Jesús había dicho y que ellas habían escuchado. ¿Por qué la resurrección?

Porque Cristo en su vida terrena siempre estuvo en comunión con el Padre y Dios está siempre vivo, y si estamos en comunión con Dios no moriremos, ––se acabará nuestro cuerpo––, pero no moriremos, porque estamos con Dios, de ahí la importancia de la oración y de la comunión con él, porque entonces somos eternos. Transitaremos en este mundo, pero resucitaremos porque Dios es la vida y quien está en comunión con Dios tiene garantizada la resurrección.

Eso es lo que celebramos esta noche, de ahí nuestra alegría, nuestra esperanza y nuestro gozo. Porque somos discípulos de Cristo, ‘el que ha resucitado’, demos testimonio de esta resurrección porque en cuanto recibimos esta intimidad con Cristo, nos trasformamos en creaturas al estilo de Dios, creaturas nuevas que sabemos amar, servir y que sabemos transmitir al verdadero Dios por quien se vive. Que así sea.

 + Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla