HOMILíA DOMINGO DE RESURRECCIóN

December 31, 1969


HOMILíA DOMINGO DE RESURRECCIóN

 

“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?”

Quizá también nosotros, debemos preguntarnos esto mismo; ¿por qué buscamos a Jesús entre los muertos, siendo que está vivo? O tal vez; ¿dónde lo podemos encontrar? O ¿Cómo podemos recorrer este camino para encontrarnos con él, vivo con él en medio de nosotros? El Evangelio de San Lucas al transmitirnos esta escena de la resurrección del Señor, nos presenta tres elementos con los cuales podremos responder a esa pregunta: ¿cómo encontrar a Cristo vivo?

La primera es ‘la fidelidad al amor’, cuando vemos que estas mujeres se encaminan al sepulcro, lo hacen como una correspondencia al amor que habían recibido de Jesucristo, una gratitud a todo lo que les había enseñado y de los cuales ellas habían aprendido a recorrer la vida. Ellas van pensando que Cristo está muerto, ––si es verdad––, pero en esa fidelidad al amor es que se encuentran con la sorpresa de que el sepulcro está vacío, Cristo ha resucitado. La fidelidad al amor, es decir, la correspondencia al amor de Dios.

El segundo elemento que nos ayuda a fortalecer nuestra respuesta a la pregunta que nos hemos realizado, la encontramos en los varones con vestiduras resplandecientes que les dicen a las mujeres: “recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo...”, ‘recuerden’, recordar nuestras experiencias de nuestra vida, nuestra historia, es decir, recoger esos momentos de los cuales hemos experimentado la presencia de Dios y su intervención salvífica en cada momento y situación que nos ha tocado vivir, y recordarlas para traerlas en el momento presente para de esa manera lo podamos descubrir nuevamente en medio de nosotros.

Finalmente el tercer elemento que nos presenta el Evangelio de hoy es el de la transmisión de nuestra experiencia. Las mujeres cuando regresaron del sepulcro anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás que se encontraban ahí, ––transmitieron sus experiencias a los demás––, las comunicaron a quienes también amaban a Jesús y les dijeron lo que habían escuchado y lo que habían visto.  

Siempre nuestras experiencias religiosas son personales o pequeños grupos son quienes las viven y es difícil transmitirlas, sin embargo, tenemos que hacer un esfuerzo aún con el riesgo de que piensen como pensaron los apóstoles cuando escucharon a las mujeres, nos dice el texto del Evangelio: “todas estas palabras les parecían desvaríos y no les creían”.

Es admirable y sorprendente lo que sucede en nuestra vida cuando nos encontramos con Jesús, cuando vemos cómo interviene en nosotros, aunque los demás no lo creen, ––es normal––, pero eso no quiere decir que dejemos de transmitir nuestra experiencia, no debemos enterrar ese talento, sino que hay que ponerlo a que dé fruto, que sea fecundo.

Fidelidad al amor, recoger nuestra historia, recordar nuestras experiencias y por último, transmitirlas a nuestros prójimos. 

Estos tres elementos que el Evangelio de Lucas nos recuerda, son para que también nosotros que volvemos a celebrar la Pascua intentemos con alegría, con entusiasmo y esperanza encontrarnos con Cristo Resucitado, con Cristo vivo.

Que El Señor nos ayude a revitalizar nuestra Iglesia particular de Tlalnepantla, a amarla, a dinamizarla para que el próximo ocho de Mayo, el domingo de la Ascensión del Señor,  ––cuarenta días después de la Pascua––, vayamos a tocar las puertas de las casas de nuestros católicos para que también ellos descubran que el Señor de la Historia, está presente en medio de nosotros. Que así sea.

+ Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla