HOMILíA II DOMINGO DE PASCUA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA.

December 31, 1969


HOMILíA II DOMINGO DE PASCUA  FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA.

 

“Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo”.

Las tres lecturas que nos presenta la liturgia el día de hoy, ponen de relieve la importancia de la “comunidad”, para el desarrollo de la fe. En la primera lectura encontramos: “todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo en el pórtico de Salomón. Los demás, no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima”, ese testimonio de los creyentes reunidos, ––primer aspecto de la comunidad––, son una referencia indispensable para que en el momento oportuno aparezca la fe en los que todavía no alcanzan a creer.

Éste efecto de la comunidad también lo vemos explícitamente en el Evangelio, en donde uno de los apóstoles, ––Tomás––, no creyó en la resurrección mediante la transmisión del testimonio de la fe de los otros, pero sintiéndose perteneciente al grupo de los once, regresa a la comunidad y al regresar se encuentra con Cristo resucitado.

Vemos que esto es función de la comunidad, es decir, La comunidad es el lugar donde los creyentes pueden superar y despejar las dudas e incertidumbres que en el paso de la vida van teniendo. Todos atravesamos por momentos críticos en nuestra vida y tenemos situaciones que jamás nos explicamos lo sucedido, momentos en los que sentimos que injustamente sufrimos consecuencias que no merecíamos y como consideramos a Dios el máximo responsable, vienen las dudas de la fe, viene la incertidumbre sobre Dios. Es en la comunidad donde la persona alcanza a superar esas dudas e incertidumbres. Esto mismo vemos en el apóstol Tomas, que gracias a la comunidad se encuentra de nuevo con Jesucristo resucitado.

Otro aspecto lo encontramos en la segunda lectura del libro del Apocalipsis en donde Juan nos indica claramente el servicio que hacen los apóstoles, sus sucesores y todos los ministros del Señor: “oí una voz potente que decía: escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asía”. El servicio de los pastores en la Iglesia es en beneficio de la misma comunidad, precisamente es para ellos, lo que se interpreta, lo que se estudia, lo que se reflexiona, ésta es la razón de las homilías dentro de la Eucaristía, es decir, alguien que conoce más a fondo las escrituras las explica y nos ayuda a entenderlas, este es un servicio de conducción pastoral para la vida de la comunidad.

Por eso, a la luz de estos aspectos que hoy la Palabra de Dios nos presenta sobre la vida de la comunidad, podemos tomar conciencia de la importancia de vivir nuestra fe compartiéndola con los demás, ––no hay otro camino––, si no ponemos en común lo que creemos con los otros, no vamos a crecer y nos quedaremos con una fe muy limitada.

De aquí la importancia también de la Familia como primera célula en donde se comparte la fe, es decir, los padres transmiten la fe a los hijos y la comparten entre sí, tengamos en cuenta que los niños son una esponja que reciben todo lo que sus padres les dan y en muchas ocasiones se desperdicia éste tiempo de la infancia porque es más fácil dejarlos frente a un televisor, en el internet, y no se les comparte lo que se cree, no les transmiten los aspectos de la fe.

Es en esta etapa de la infancia cuando más se puede acunar la fe en las nuevas generaciones, después costará más trabajo; en la adolescencia, en la juventud, sobre todo cuando no se ha hecho este trabajo educativo de la fe. La Familia es la primera célula donde se desarrolla la fe, al compartirla entre cada uno de sus miembros.

También en los grupos de pequeñas comunidades que tenemos en la Iglesia, compartiendo la fe crecemos. Por el contrario, cuando queremos ir solos en esta inercia de la sociedad del individualismo, aislados, cada quien creyendo lo que quiera, acabamos mal, porque no vamos a encontrar la fe cristiana, la fe que nos indica que Dios actúa a través de nosotros, es decir, Dios actúa cuando nos descubrimos hermanos.

Por eso, si no vivimos entre nosotros una experiencia de Iglesia, una experiencia de comunidad nuestras personas no se transformarán y no crecerán, con esto, no transformaremos nuestra sociedad. Todos los problemas sociales podrían superarse, siempre y cuando pongamos en común la fe, ¡ese es el camino!, porque así, dejamos que Dios toque el corazón de cada uno de nosotros transformándonos en creaturas nuevas, hijos de Dios y por tanto hermanos unos de otros.

Pidámosle al Señor en esta Eucaristía, que habiendo celebrado con alegría y entusiasmo la Fiesta Pascual, ––la fe en Cristo Resucitado, que está vivo y nos acompaña en la Iglesia––, también nosotros podamos compartir con los demás nuestra fe como nos  dice el apóstol Juan: “escuchando lo que se ha escrito para nosotros”, a partir de la Sagrada Escritura, a partir de los Evangelios.

Les propongo que compartamos entre cada uno de los miembros de nuestra Familia estos textos de la misa Dominical, ¿qué nos dejan?, y los retomamos cuando vengamos a misa, es decir, volvamos a meditarlos y hacerlos nuestros, así podrán constatar el gran beneficio que causa la Palabra de Dios en nuestra vida. Que así sea.

+ Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla