HOMILíA VISITA A LAS HERMANAS CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA.

December 31, 1969


HOMILíA VISITA A LAS HERMANAS CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS DE LA DIVINA PROVIDENCIA.

 

“Su tristeza se transformará en alegría”.

Así termina el texto del Evangelio que hemos escuchado hoy, para poder entender esta afirmación que hace Jesús: “su tristeza se transformará en alegría”, es necesario tener en cuenta este diálogo previo de Jesús con sus discípulos, porque nuestra experiencia humana es, que la tristeza normalmente lleva a más tristeza y si consentimos la tristeza acaba en depresión, ––según los psicólogos––, de la cual es muy difícil salir.

No se refiere a eso el Señor, sino lo que está diciendo es: “dentro de un poco ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver”, en ese momento los discípulos están desconcertados pues no saben de qué les habla Jesús, pero Él si lo sabe: “dentro de otro poco de tiempo me van a ver”. Para que veamos necesitamos físicamente estar frente a la persona o frente a los objetos que queremos ver.

Esta primera parte de la afirmación de Jesús se trata de la presencia física, los discípulos están con Él y les dice: “me van a ver un poco más”, se acercaba ya el tiempo de su entrega, de su pasión y de su muerte. Jesús sabía que eso les iba a provocar una gran tristeza, pero les afirma: “dentro de otro poco de tiempo me volverán  a ver”.

Con los ojos físicos, lo que vemos es al Jesús histórico, el mismo que veían los discípulos, entonces su partida, su muerte, su sepultura causará la tristeza, pero lo que verán después es a un Jesús Glorioso Resucitado y así, esto será motivo de gran alegría.

Su tristeza se transformará en alegría”. Así, este texto lo podemos aplicar a nuestra propia experiencia de vida, porque según una larga tradición de la vida en los grandes místicos sobre el testimonio que nos han dejado a raíz de su experiencia, es que la presencia de Dios por un tiempo, a veces es breve o por otro tiempo es largo, ésta se convierte en una experiencia de ausencia de Dios, en nuestra propia experiencia de fe. 

Hay momentos en la vida en que sentimos y experimentamos fuertemente que Dios está con nosotros y nos fortalecemos, esto nos ayuda para afrontar cualquier tipo de problemas, sin embargo, después llegan momentos provocados por circunstancias de la vida o simplemente por la cotidianidad de nuestras acciones o por la rutina establecida en nuestras tareas, en los cuales pensamos que ha desaparecido el Señor, hay una dificultad para experimentar la cercanía, la compañía, la presencia de Dios, San Juan de la Cruz a este tiempo le llamó, “la noche obscura”.

Así, a lo largo de la historia distintos místicos han experimentado esta realidad, San Ignacio de Loyola lo llamó el tiempo del discernimiento. También seguramente ya hemos tenido más de una vez esta experiencia y sabemos también que así sucede, que si desaparece el Señor en nuestra experiencia más intensa, sin embargo, no es que Él nos haya abandonado, San Ignacio lo explicaba diciéndonos, “es el momento en que el Señor toma distancia porque yo perdí distancia de él”, es decir, ya no lo he tenido en cuenta en mi vida.

Seguimos haciendo nuestras cosas sin impórtar si es lo que Dios quiere o simplemente porque me da satisfacciones y por eso las hago. Este momento es una buena oportunidad de caer en la cuenta y decir, ¡yo soy el que ha abandonado al Señor, no me he preocupado de entrar en esa intimidad con Él!

Sobre todo volver a revisar mi vida y retomarla, porque es entonces cuando servirán las experiencias anteriores que nos fortalecieron para volver a recuperar la conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida, así entendemos este diálogo con toda claridad: “dentro de un poco ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver”.

Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: “¿qué querrá decir con eso y de que me voy al Padre?, decían: ¿qué significa ese ‘un poco’?”. No entendían lo que quería decir, Jesús comprendiendo eso les dice: “están confundidos porque les he dicho dentro de un poco ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver, les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán mientras el mundo se alegrará, porque el mundo sigue su camino, ustedes estarán tristes pero su tristeza se trasformará en alegría”.

Que el Señor nos conceda recordar siempre esta escena del Evangelio con la misma profundidad espiritual que hoy hemos reflexionado, sobre todo pidamos por las Hermanas que tienen el carisma de vivir esta experiencia de fe en la vida monástica,  tienen un ritmo de una cotidianidad rutinaria, siempre están presentes en las oraciones, siempre están presentes en las actividades, siempre están presentes las mismas y entonces con facilidad esa percepción de la presencia de Dios puede desaparecer, sin embargo, si tenemos la firme convicción de que es entonces cuando tenemos que volver a retomar nuestra vida, “nuestra tristeza siempre se convertirá en alegría”. Que así sea.

+ Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla