HOMILíA MARTES DE LA VII  SEMANA DEL TIEMPO PASCUAL VISITA A LAS HIJAS DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESúS Y DE MARíA, INSTITUTO RAVASCO

December 31, 1969


HOMILíA MARTES DE LA VII  SEMANA DEL TIEMPO PASCUAL  VISITA A LAS HIJAS DE LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESúS Y DE MARíA, INSTITUTO RAVASCO

 

Lo que me importa es anunciar el Evangelio de la Gracia de Dios.

Así lo dice San Pablo en la primera lectura que hemos escuchado, lo que me importa es llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús: anunciar el Evangelio de la Gracia de Dios. Hermosa lectura para mi Visita Pastoral en este día a esta comunidad Religiosa.

Vemos a un Pablo plenamente convencido que las tribulaciones, las asechanzas, las penas deben ser enfrentadas, como él mismo lo hizo: las penas y tribulaciones las he afrontado, porque no he escatimado nada que fuera útil para anunciarles el Evangelio, se sabe satisfecho en medio de las dificultades y de las acusaciones injustas.

Al mismo tiempo abre su corazón, y nos habla desde su interior, al llamar a los presbíteros de la comunidad cristiana de Éfeso, cuando se encontraba en Mileto y les dice: les declaro que no soy responsable de la suerte de nadie, les hablo a ustedes a quienes he predicado el Reino de Dios porque no sé si volverán a verme. Nos abre su corazón como un hombre que expresa con toda sinceridad: no sé qué pasará conmigo, mañana, dentro de un año, dentro de cinco, tal vez ya no los volveré a ver. Justamente el estar preparado para despedirse de este mundo, es lo que le permite a Pablo hablar con tanta claridad, pues siempre se ha entregado con gran generosidad al plan de Dios.

Esto es lo que hemos hecho hoy nosotros en esta mañana, hablar del proyecto que Dios tiene para esta Iglesia particular de Tlalnepantla, hablar de un plan de Dios que hay que conocer y atender para suscitar en nosotros la Conversión Pastoral, y poder compartir a nuestra sociedad la presencia de Dios en medio de nosotros.

El Evangelio por su parte, nos consuela de una forma muy especial y nos prepara en estos días previos a la festividad de Pentecostés, al escuchar a Jesús dirigirse al Padre: así como glorificas a tu hijo, también glorifica a los que tú me has dado.

¿Qué significa glorificar? Que la Gloria de Dios se manifieste en nosotros, que la presencia de Dios sea una realidad en nuestra vida, que seamos portadores de la presencia de Dios. Eso es lo que Jesús le dice al Padre: te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío.

Recordemos aquella hermosa parábola del hijo pródigo, cuando el padre sale al encuentro del hijo mayor, quien se había enojado por la fiesta que ofrecía en honor al hijo menor que regresaba a casa, después de haber dilapidado y malgastado la herencia. Así el hijo mayor le reclama a su padre, diciendo: a este hijo tuyo que se ha portado tan mal, le preparas un banquete con el becerro gordo, y a mí que he estado contigo siempre, cumpliendo lo que me has encomendado, nunca me has hecho una fiesta. El padre le contestó: hijo me extraña, tú bien sabes que todo lo mío es tuyo.

En ocasiones se nos olvida eso, que compartimos el ser de Dios, que compartimos la herencia de Dios, que compartimos su vida en nosotros, especialmente cuando descubrimos resentimientos, infidelidades, traiciones en nuestros hermanos; pero si recordamos esta hermosa expresión de Jesús que nos da ese consuelo y nos ayuda a realizar un buen discernimiento a la luz de su Palabra; Padre te pido por ellos, que tú me diste y que son tuyos, pues todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo me voy pero ellos se quedan en el mundo. Así tendremos la experiencia de que los conflictos y las crisis en la relaciones humanas, gracias al acción del Espíritu Santo se convertirán en alegrías y en esperanzas.

Con la convicción de que ¡el Señor está siempre con nosotros! pongamos en sus manos nuestro deseo de Conversión Pastoral para que Él sea quien lo lleve a cabo, a través de su Espíritu que nos conduce a la verdad. ¡Que así sea!

 + Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla