HOMILíA SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

December 31, 1969


HOMILíA SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

 

Esto es mi cuerpo, que se entrega por Ustedes. Hagan esto en memoria mía.

Hoy celebramos la solemnidad de Corpus Christi, de este Jesús que generosamente se ofreció para salvación nuestra; además, celebramos que esta presencia de Cristo continúa en la Iglesia. Él está en medio de nosotros, de manera muy especial en el sacramento de la Eucaristía.

La presencia real de Cristo, su cuerpo y su sangre a través de estas especies de pan y vino, consagradas por el ministerio sacerdotal es una característica fundamental de la fe, como la ha ido viviendo la Iglesia Católica. Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes.

Hoy la liturgia nos entrega un texto bellísimo del Evangelio de Lucas, sobre la multiplicación de los panes. Aquí vemos clara la intención que tienen los liturgistas de continuar una tradición bíblica de la relación entre la multiplicación de los panes y la Eucaristía, una tradición que asume el Evangelista Juan a lo largo del capítulo sexto.

Cuando encontramos estas interpretaciones en el corazón de los Evangelios, tenemos el criterio más fuerte y sólido porque se trata de una tradición que nace en los inicios de la Iglesia, de una comunidad que ha visto el testimonio de lo que entregó Jesús y de lo que entregó a su Iglesia.

Así, teniendo en cuenta esta tradición del Evangelista, que hoy recogemos en esta liturgia, quiero presentar ocho elementos simbólicamente interpretados, que nos ayuden a profundizar y valorar el proceso de renovación pastoral de nuestra Iglesia particular de Tlalnepantla.

Primer elemento. Jesús habló del Reino de Dios a la multitud y curó a los enfermos. Esto es lo que hacemos al tocar puertas, vamos a buscar a la multitud, a todos y cada uno de los nuestros, además de curar a los enfermos, les recordamos que la Iglesia tiene una respuesta a sus situaciones de dolor y de enfermedad de todo tipo, no solo físicas.

Segundo elemento. Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle a Jesús, despide a la gente para que vayan a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario. En los apóstoles encontramos una delicada sensibilidad hacia esta multitud. Nosotros los Pastores, (Obispos, Presbíteros), tenemos también esta sensibilidad de los Apóstoles, y despachamos a la gente para que ellos busquen la solución y la encuentren. Nosotros también decimos: hay que darles tiempo y no ponerlas en situacióan extrema ya que va a anochecer y estamos en un lugar solitario.

En la respuesta de Jesús, ante el planteamiento que hicieron los Apóstoles, encontramos el tercer elemento. Dénles Ustedes de comer. Éste es uno de los puntos fundamentales que lleva la Renovación Pastoral en Tlalnepantla, pues no podemos simplemente despacharlos y decirles: que te vaya bien hijo y que Dios te bendiga. Dénles Ustedes de comer, es decir, dénles ustedes una respuesta, que encuentren un camino seguro en nosotros.

Cuarto elemento. Ellos replicaron: no tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que nos envíes a comprar víveres para toda esta gente. La conciencia de nuestra pobreza es fundamental, no tenemos la manera de responder a esta multitud hambrienta y sedienta de Dios, nos desborda la tarea, y tenemos que ser conscientes de nuestra limitación y fragilidad, de lo contrario no veremos qué es lo que hace el Señor, y todo lo atribuiremos a nuestros propios méritos, en una reducida visión de lo que sucede en el corazón de cada persona.

Quinto elemento. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: hagan que se sienten en grupos como de 50. Esto estamos haciendo en nuestra Arquidiócesis, formando pequeñas comunidades que se encuentren entre ellos mismos. Estas pequeñas comunidades eclesiales de las parroquias son eso; vamos a darles de comer, pero conjuntamente con la conciencia, de que ellos también deben despertar, sobre todo a la luz del siguiente sexto elemento.

Después de que se sentaron todos en grupos, Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció la oración de acción de gracias, ¿qué estamos haciendo en las pequeñas comunidades? Hacemos retiros kerigmáticos, les presentamos a Jesús, para que ellos lo encuentren, porque Él sí puede satisfacer las necesidades de todo ser humano, nosotros no, pues somos simplemente los medios, somos la herramienta para que cada fiel cristiano se pueda encontrar con Él; pero no lo pueden hacer individualmente, si los despachamos diciéndoles: allá tú ve y búscalo, encuéntralo; no estamos cumpliendo con nuestra misión, porque a Jesús hay que buscarlo en comunidad. Hay que buscarlo entre nosotros mismos los que creemos en Él, hay que descubrirlo vivo en medio de nosotros y operante en cada persona.

Jesús oró al Padre, descubrimos que también debemos enseñar a orar al Padre, a darle gracias de lo que tenemos, si son solamente cinco panes y dos pescados, eso es lo que podemos entregar, si una parroquia solamente cuenta con dos comunidades, esos son sus cinco panes y sus dos pescados, y a ellos hay que darles a Jesús. Les hemos entregado el libro de los Evangelios, para que desde una lectura orante, ––Lectio Divina––, puedan entrar en relación con Jesús, y al mismo tiempo, Él pueda entrar en relación con cada miembro que integra la pequeña comunidad.

Séptimo elemento, Jesús fue dando esos cinco Panes y dos pescados a sus discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. La riqueza surge a raíz del encuentro con el Señor, es un momento misterioso, en el que no sabemos cómo sucedió, pero hubo comida para cinco mil personas. En ese momento Jesús se encuentra en el corazón de la persona, y nosotros sus Sacerdotes no sabemos lo que está pasando en el interior del otro cuando se encuentra con Jesús; sin embargo, vemos que de ahí brota una riqueza abundante.

Decimos en el proceso de Renovación pastoral: ¡ahí florecen los carismas!, ahí surge la fuerza del Espíritu que mueve a cada persona a encontrarse con el Señor Jesús, y los discípulos son quienes van distribuyendo el alimento. Es lo que también vamos haciendo, al distribuir el texto de la Lectio Divina, es su comida.

Octavo elemento: Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos. Sabemos que en la tradición bíblica “Doce”, es la plenitud. De la pequeñez de nuestra pobreza, el Señor multiplica y plenifica, se llenaron doce canastos; es decir, estamos en el camino correcto, el Señor multiplicará estas pequeñas comunidades y la Iglesia va a poder seguir ofreciendo a Cristo a las siguientes generaciones, porque sobró de ese alimento para distribuirlo a quienes lo necesiten.

Hermanos, el Concilio Vaticano II, en la Constitución sobre la liturgia, dejó bien claro que la Eucaristía es fuente, centro y culmen de la vida cristiana; sin embargo, eso que afirma el CV II lamentablemente con frecuencia lo reducimos a la celebración del sacramento y, la Eucaristía es más que el sacramento. Lo acabamos de escuchar en el hermosísimo texto de Santo Tomas de Aquino: el cuerpo de Cristo está realmente en el pan y vino consagrado, pero no se queda limitado a esta presencia, sino que también toda la Iglesia formamos el Cuerpo de Cristo.

Éste es el trabajo a realizar. El Evangelista vio con claridad, que la multiplicación de los panes es para que nuestra Iglesia tenga vida en torno a Jesucristo, para que juntos podamos llegar a esta mesa, y lo descubramos presente, y sigamos nutriéndonos de la Palabra de Dios, del Pan de Vida y de la identidad de ser parte del cuerpo de Cristo.

Esto no se realizará solamente en este momento de la celebración, sino que engloba toda la pastoral. La acción pastoral es parte de la prepación hacia la Eucaristía y el trabajo pastoral posterior de la Eucaristía es su fruto. Eucaristía y vida pastoral son una sola cosa, porque son el mismo cuerpo de Cristo que se retroalimenta como Iglesia.

Agradezcamos  a Dios el hermoso don de la presencia de Cristo que nos plenifica, y pidámosle que llene nuestros canastos para que la Iglesia de Tlalnepantla pueda seguir transmitiendo a Jesús, ofreciéndolo como Pan de la Vida. Que así sea.

 + Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla