HOMILíA XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

December 31, 1969


HOMILíA XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Cristo es la Imagen de Dios Invisible.

Este domingo la Palabra de Dios en la primera lectura y en el evangelio plantea el tema de los mandamientos. Y en la segunda lectura plantea que Jesús es el ícono, es decir, la imagen visible de Dios mismo.

Vamos a reflexionar primero sobre los mandamientos. Los mandamientos de la ley de Dios dados a Moisés para que su pueblo caminara, son una referencia que ayuda a no extraviarnos. Sin embargo para muchos es difícil observar los mandamientos, guardarlos, vivirlos. ¿Por qué esta dificultad es tan frecuente?

Somos católicos, pero no vivimos conforme a los mandamientos de Dios. Normalmente porque o los ignoran, es decir, no recibieron la catequesis necesaria en la infancia, o si la recibieron no practicaron lo que recibieron, o también, quizá ésta la más generalizada dificultad, porque hemos sido practicantes de la letra de la ley de Dios, asumiendo la práctica como una carga, como una obligación que se nos impone para alcanzar el cielo.

Lo importante de los mandamientos de la ley de Dios es su espíritu, no la letra. La letra es una referencia, los mandamientos son como los semáforos me indican si puedo o no pasar por aquí, son como las señales que indican el nombre de una calle, son una referencia. Pero lo más importante es que estas referencias nos lleven al destino, que alcancemos nuestro objetivo, y así encontremos el espíritu por el cual fueron redactadoslos mandamientos.

Al afirmar la segunda lectura que Cristo es Imagen de Dios invisible nos recuerda que en Cristo descubrimos el espíritu de los mandamientos. El testimonio de alguien que los ha vivido muestra el espíritu de la ley, y eso ha hecho Jesús.

Por eso, Cristo se hizo hombre, se encarnó, se hizo como nosotros en todo, sufrió la injusticia hasta la muerte. Afrontó todas las circunstancias que habitualmente el ser humano vive, y a pesar de esas circunstancias adversas y difíciles vivió conforme a los mandamientos de la ley de Dios.

En el Evangelio encontramos esta enseñanza. La ley de Dios, en su  primer mandamiento manifiesta el espíritu de la ley. Por eso la pregunta que hace el doctor de la ley a Jesús: Maestro ¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Qué es lo que está escrito en la ley, que lees en ella? El doctor de la ley contestó muy bien, contestó con el primer mandamiento donde se indica el espíritu de los mandamientos: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser y a tu prójimo como a ti mismo.

¿Por qué debemos observar los mandamientos  de la ley de Dios? Porque son una referencia para encontrarnos con Dios. Lo importante es encontrarnos con Él para corresponderle en el amor que Él nos tiene. Esa correspondencia en el amor la descubrimos, está ahí escrita en los mandamientos de la ley de Dios. Jesús indica, así como buscas a Dios ama también a tu prójimo. Entonces, el Doctor de la ley le dice a Jesús ¿Quién es mi prójimo?

Jesús narra una parábola que ayuda a entender que nosotros tenemos que amar al prójimo en su sentido de donde proviene la palabra “el próximo”, el que está cerca, con el que yo me encuentro, con el que estoy en una situación de relación. Porque muchas veces se escucha que dicen ¿cómo amar al prójimo si son  tantos y tantas sus necesidades? ¿Cómo amar a todos los pobres y resolverles su  problema? ¿Cómo acercarnos a tantas situaciones que vive cada persona? No podemos, somos seres de veinticuatro horas al día con circunstancias muy acotadas y no nos da el tiempo para hacer todo el bien que está esperando tanta gente.

Por eso Jesús propone esta parábola de quien se encontró a un mal herido en el camino. ¿Quién fue el prójimo? El sacerdote pasó de lado, el levita pasó de lado, pero el samaritano, aquel que era considerado como el más pagano, el más distante de las observancias rituales del pueblo judío, ése se acercó, lo llevó donde lo atendieran y pagó por él. Cuando  Jesús pregunta al doctor de la ley ¿Quién fue el prójimo de estos tres? Responde certeramente el que tuvo compasión de él.

Eso es lo que pide Jesús, ser sensibles a las situaciones de los que viven en nuestro entorno, en nuestros encuentros, en nuestras relaciones habituales. Ser sensible el esposo con quien es su más próxima, su esposa es su prójima y viceversa. El padre y los hijos son los más próximos. Los vecinos en un barrio. Los pobladores de una comunidad. Los que se encuentran en el camino, esos son nuestros prójimos. Tener esa sensibilidad en el corazón y abrir nuestra posibilidad de ayuda en la medida de nuestras fuerzas y de nuestros recursos “ése es el prójimo”.

¿Por qué es importante esta parábola? Porque Jesús dice que no basta leer los mandamientos, no basta conocerlos y tenerlos en la mente. Es un primer paso, pero el paso más importante lo dice Jesús al doctor de la ley: has contestado bien, si haces eso vivirás. La práctica de los mandamientos es de donde viene la vida, y de ahí la importancia de los mandamientos, porque son esa referencia que indica si vas por buen camino.

Que el Señor nos ayude a descubrir en Cristo, la imagen de Dios invisible, el testimonio de que amando a Dios sobre todas las cosas, buscándolo sobre todo y buscándolo a través del prójimo y de una relación de amor, de caridad, de sensibilidad, encontraremos la vida porque encontramos a Dios. Porque tenemos ese testimonio de Cristo y lo seguimos.

Hoy es oportuno recordar al Papa Benedicto XVI quien afirma: el cristiano no sigue una idea, un concepto, o una moral, el cristiano sigue a una persona, sigue a Cristo. Nosotros no vamos a cumplir los mandamientos por cumplirlos, no vamos a asumirlos como una carga, vamos a asumirlos como esa referencia que nos hace descubrir a Cristo Camino, Verdad y Vida. Y alentados por su propio testimonio, por eso leemos los Evangelios con constancia y frecuencia, por ese testimonio afirmamos que el hermano, el prójimo, el otro es camino de encuentro con Dios. ¡Que así sea!

 

+Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla