Homilía en la Visita Pastoral a las Hermanas María Auxiliadora y San Juan Bosco
12-Julio-2016
Manténte alerta, pero tranquilo.
Son estas las palabras que dirige el profeta Isaías al rey Ajaz; manténte alerta pero tranquilo. Las circunstancias que le toca vivir a este rey son muy difíciles. El reino de Israel era parte del pueblo de Dios, pero el pueblo elegido por Dios ya estaba dividido en dos: el reino del norte y el reino del sur. Ahora, además de estar divididos, el reino del norte se ha asociado en pacto con Siria y han decidido ir juntos en guerra contra el reino de Judá. Son dos ejércitos contra Ajaz.
Manténte alerta y tranquilo. ¿Qué difícil, verdad? Mantenerse alerta de por sí significa que hay un riesgo, que hay un peligro que asecha. Cuando entra una persona a una casa y hay un perro guardián, siempre dicen: cuidado con el perro, alerta con el perro, y esa alerta pone en tensión, no nos puede dejar quietos, uno se encuentra observando el momento en que podría salir el perro y preguntándose, ¿qué tengo que hacer? ¿Dónde está la puerta? La alerta siempre te pone en tensión. Manténgase alerta porque viene un huracán, es el momento en que se tiene que actuar y cerrar puertas y ventanas.
¿Por qué el profeta, en nombre de Dios, le dice al rey? Manténte alerta pero tranquilo. Porque yo estoy contigo. El mismo profeta afirma: No importa que tramen tu ruina, esto no llegará a suceder. Si confiamos en quien dice esta palabra, nuestra tensión quedará disminuida en una simple vigilancia, y más tarde constataremos que efectivamente quien ha dicho estáte tranquilo tenía razón.
Esta lectura del día de hoy ayuda a descubrir que en esta vida hay que estar alerta. La vida, dice San Pablo, es para estar despiertos, no para estar dormidos. Nuestro espíritu debe estar siempre vigilante, porque dice San Pedro en una de sus cartas: el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar. El mal está presente en todas partes. Pero esa situación no nos debe de quitar la tranquilidad, ni nos debe de infundir temor. El mal está presente, pero tranquilo yo estoy contigo. ¿Cómo suenan esas palabras? ¡Tranquilo yo estoy contigo!
Por eso es importante estar en una relación de amistad con Cristo, y en relación con el Espíritu de Dios. De ahí la importancia de la oración, de la lectura de la Palabra de Dios, porque da paz y ayuda a estar tranquilos, a pesar de todo lo que suceda.
Ahora bien, la lectura del Evangelio pudiera distorsionar nuestra consideración al escuchar estas amenazantes palabras de Jesús: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia. Tú Cafarnaúm ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo.
Que terribles palabras, ¿por qué las dirá Jesús si era tan bondadoso, si era expresión de la presencia del rostro misericordioso del Padre? ¿Por qué estas palabras? ¿Son de condena? No, más bien son de alerta, manténte alerta. Jesús está haciendo una advertencia a la conciencia. Si yo estoy contigo tú tienes que corresponder, voy a caminar contigo pero es un regalo que te estoy haciendo, al cual tienes que corresponder.
La correspondencia al amor de Dios es indispensable. Dios no quiere sumisos, no quiere personas que no se hayan dado cuenta de que él camina con nosotros. Él quiere amarnos, pero el amor es expresión de dos personas que se conocen, se entregan y se aman.
Estas palabras de Jesús en el Evangelio de hoy, son una advertencia. No eches en saco roto mi amor, no te descuides y no dejes de hacer tu tarea. Haz lo que debes de hacer y estáte tranquilo.
Por eso es tan importante descubrir, qué es lo que Dios quiere de nosotros. Cuando descubrimos, discernimos, y cumplimos lo que Dios quiere para mí, para nosotros como comunidad, como Parroquia, como Diócesis, debemos de estar tranquilos y obtendremos la paz interior. Que así sea.
+Carlos Aguiar Retes
Arzobispo de Tlalnepantla