HOMILíA EN EL INICIO DE CURSO 2016-2017 DEL SEMINARIO DE TLALNEPANTLA

December 31, 1969


HOMILíA EN EL INICIO DE CURSO 2016-2017 DEL SEMINARIO DE TLALNEPANTLA

 

Homilía en el Inicio de Curso 2016-2017 del Seminario de Tlalnepantla

10-Agosto-2016

 

El que poco siembra cosecha poco y el que mucho siembra cosecha mucho

 Al celebrar a San Lorenzo, la palabra de Dios presenta dos textos: el primero se centra en la generosidad  y el segundo en la esperanza.

 

 El primer texto habla precisamente del sembrar para cosechar y hay que distinguir que son tiempos distintos. La naturaleza ayuda a entender que hay que esperar para cosechar, pero no se pude cosechar lo que no se ha sembrado.

 

 Al iniciar este año escolar, cada uno de los aquí presente, está llamado por el Señor a sembrar, es el tiempo de la siembra, cada quien en un oficio distinto, desde un área distinta, desde una manera específica pero todos con fe y amor, cada uno de los aquí presentes (Formadores, Profesores y Asesores) centrados en los seminaristas, porque ellos son el centro la razón de ser de esta institución que es el Seminario.

 

 Los seminaristas son la tierra en la que hay que sembrar, son una tierra consciente. Porque en  la naturaleza la tierra se ara, se trabaja y a ella no le queda más que consentir, no puede pedir que el hombre la trabaje, ni puede impedir el trabajo del hombre sobre ella. Los seminaristas en cambio, son tierra consciente,  depende que se siembre bien y que se prepare el campo de la mejor manera, las demás personas están para que esa siembra sea lo mejor.

 

 El texto de la primera lectura ayuda  a reconocer que la generosidad, como lo dice San Pablo, es la clave. Sean generosos,  aren su campo, preparen su tierra y pongan todo el empeño que esté de su parte, y no se arrepentirán. Sin embargo no esperen la cosecha al día siguiente, al mes siguiente, deben aprender que la expectativa de la cosecha lleva su tiempo, el que  sea necesario, dependiendo de la semilla y de las  características de la tierra en la que se ha sembrado.

 

 De ahí la importancia de la esperanza, segundo elemento que ofrece hoy el Evangelio de San Juan: si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere producirá mucho fruto, de lo contrario  no fecunda no produce fruto. Se necesita tiempo para desarrollar el proceso y paciencia para esperar. La siembra tiene su tiempo, la cosecha tiene su tiempo.

 

 En el caso de Ustedes, los seminaristas, al sembrar en ésta, su tierra, es decir sus personas hay que distinguir las distintas semillas, unas las necesita el seminarista inmediatamente, otras serán a mediano plazo y otras serán a largo plazo. Y también son distintos los tiempos que van a ir necesitando para el desarrollo pleno e integral. Se debe de tener paciencia y esperanza.

 

 Esta paciencia y esperanza el seminarista las compartirá con sus compañeros, formadores y maestros. Esta actitud fundamental es indispensable para la fecundidad, hay que darle tiempo, porque de lo contrario no hay fruto. La semilla tiene que morir, destruirse, dejar de ser para que tengan fruto. El seminarista debe aprender a dejar de ser para ser una nueva criatura en Cristo Jesús.

 

 Normalmente la actitud humana es de no estar dispuesto a morir, es por instinto, pero la inteligencia y voluntad están por encima del instinto. Hay que aprender a  conducir los sentimientos, los instintos, las renuncias, las tentaciones y seducciones del mal. Hay que aprender   a que algo muera para que surja la vida. En este proceso se les invita a ser generosos.  

 

 Hay que pedirle al Señor Jesús que cada uno de los aquí presentes sea consciente del proceso en el cual la acción del Espíritu de Dios es fundamental y la más importante. Por ello es indispensable la oración, el diálogo con el Señor, con el que realmente modela. Todos los demás hacen un trabajo, un aspecto, pero quien modela al futuro pastor es la acción del Espíritu Santo y dicha presencia y acción está  garantizada de parte de Jesús que llama.

 

  No les va a faltar  el Espíritu de Dios, Jesús se ha comprometido a dar y  a derramar  su Espíritu. Con esa confianza en el Señor invito a los formadores y profesores a proclamar su fe. El acompañamiento del Espíritu del Señor Jesús no les faltará al participar en la formación de los seminaristas. Con esta siembra, que el Señor ha puesto en sus manos, se desarrollará este proceso formativo, y se alcanzará la gran esperanza que tiene el pueblo fiel de la Iglesia particular de Tlalnepantla,  de que no faltarán  pastores según su corazón. Que así sea.

 

 

+Carlos Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla