HOMILíA COLEGIO DON BOSCO HERMANAS DE BETANIA FRANCISCANAS DE MARíA INMACULADA

December 31, 1969


HOMILíA COLEGIO DON BOSCO HERMANAS DE BETANIA FRANCISCANAS DE MARíA INMACULADA

 

Homilía Colegio Don Bosco

Hermanas de Betania Franciscanas de María Inmaculada

13-Octubre-2016

 

Él nos eligió en Cristo

 

En la primera lectura hemos escuchado el inicio de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios. Es un himno, en el cual se pueden identificar cuatro palabras claves para adentrarse en el mensaje. Son palabras muy sencillas pero profundas en su significado: Bendición, elección, redención y plenitud.

 

Bendición, primera palabra. Bendición porque Dios Padre, ha bendecido al hombre con toda clase de bienes, espirituales y celestiales, ya en ésta vida y en la venidera que esperamos: la eternidad. Dios Padre es quien nos bendice.

 

Elección, segunda palabra. Dios nos eligió en Cristo antes de crear el mundo para que fuéramos santos e irreprochables, para mostrar al hombre la vida divina, la santidad. Para eso el hombre ha sido elegido, por esa razón hemos recibido la vida, para ser como Dios y participar de la vida divina toda la eternidad con Dios.

 

Redención, tercera palabra. Todo iba muy bien hasta este punto, ser bendecido, ser elegido; pero cada persona es consciente, quizá los niños menos, sin embargo los adultos ya somos plenamente conscientes de la fragilidad, de la infidelidad, de la condición de pecadores, y que hay muchas cosas que atraen al hombre y lo seducen, y se cae en la tentación. Por tal razón, esta tercer palabra es muy importante, redención, porque significa que el hombre siempre tiene la oportunidad de volver a empezar, de ser restaurado.

 

En la experiencia humana, cuando una persona cae y se fractura un brazo o se rompe una pierna, va donde el médico y le pone un yeso o le indica que use unas muletas, así la persona se recupera. De manera semejante es la restauración que Dios tiene prevista para el ser humano, para el espíritu y el cuerpo. Dios mismo restaura y vuelve a dar la salud espiritual. Por eso es importante esta tercera palabra.

 

Plenitud, la cuarta palabra. No solamente Dios restaura al hombre, sino que lleva a la misma persona a la plenitud. Desarrolla a la persona. Los pequeños que están en primer año, piensan y con razón que llegarán a sexto, y que terminarán su etapa. Eso es el desarrollo, el itinerario, el camino de la vida.

 

No todo el tiempo se estará cursando la primaria, se tiene que pasar a la secundaría, y luego, a la preparatoria, muchos a la Universidad, y luego al trabajo. Así también hay que elegir el estado de vida, casándose, siendo sacerdotes o religiosas. Es un itinerario que llevará al desarrollo, al crecimiento, a la vocación, a la misión para la que hemos sido creados.

 

Esa plenitud es el destino proyectado por Dios. El no quiere vidas frustradas, vidas quebradas, no es el plan de Dios para nadie. Por esa razón, siempre debemos recordar que cuantas veces se caiga Dios está dispuesto a dar la mano al hombre y levantarlo, para reconstruirlo. Esto es algo que no se debe olvidar, Dios, Nuestro Padre ha dispuesto que Cristo y su Espíritu estén siempre atentos a ayudar al hombre.

 

Pero dice el Evangelio de hoy, que hay personas que puestas para ayudar a los demás, es decir, que tienen la llave del saber, teniendo el conocimiento no lo han aprovechado y no han entrado por esa puerta de salvación; y peor aún, a los que iban a entrar les han cerrado el paso. Es muy duro este señalamiento y muy grave. Pero explica lo que pasa en la sociedad.

¿Por qué tantas personas, caídas, deprimidas, no se pueden levantar? ¿Será porque nadie les ha dado a conocer este plan de Dios, que invita la primera lectura, y se mantienen ignorantes del proyecto de Dios? No solamente no han sido ayudados, sino incluso quienes debían haber ayudado han sido obstáculo para conocer a Cristo.

Cuando cada persona toca la realidad humana, en estado de caída, no tiene que perder la esperanza de rehabilitarla; sino recordar que Dios no quiere que viva así. Cada hombre tiene que ayudar a su prójimo para que la persona se levante.

Por esa razón, el hombre tiene que estar atento, y tiene que ser de aquellos, que aprendiendo a pasar por la puerta del saber, y teniendo las llaves del conocimiento, debe ayudar a otros para que también la alcancen.

Por ello, se debe agradecer a los padres de familia, a los maestros, que ayudan y abren las puertas del saber. También los pastores ayudamos para que pasen por la puerta del saber, y lleguen a la plenitud de su vida muy alegremente, ayudando siempre a los demás. Pidámosle al Señor, en esta Eucaristía, nos conceda la gracia de ofrecer siempre y a todos la puerta del saber. Que así sea.

 

+Carlos Cardenal Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla