HOMILíA COLEGIO AGUSTíN DE HIPONA

December 31, 1969


HOMILíA COLEGIO AGUSTíN DE HIPONA

 

Homilía Colegio Agustín de Hipona

02-Diciembre-2016

 

Que se haga en ustedes conforme a su fe

 

En esta escena del Evangelio, que acabamos de escuchar, dice el texto: Jesús salía de Cafarnaúm,  había estado  en la sinagoga, un lugar de encuentro,  y lo siguieron dos ciegos, que le gritaban: ¡Hijo de David, compadécete de nosotros! Jesús les preguntó: ¿Creen ustedes que puedo hacerlo? le contestaron: Sí, Señor. Decididamente le dijeron que creían que él lo podía hacer.

 

Sin embargo la respuesta de Jesús, tocándoles los ojos, les dijo: que se haga en ustedes conforme a su fe. Está condicionada la acción, no simplemente les tocó los ojos y empezaron a ver, sino que dependía de la fe de los ciegos, el que Jesús hiciera ese milagro.

 

Quiero centrar esta reflexión, en torno a la fe. ¿Qué es la fe? La fe es una semillita, que Dios  ha puesto en cada uno de nosotros, cada persona tiene fe, pero está depositada como una semillita, pequeñita, que va poco a poco desarrollándose.

 

Pero también puede suceder que esa semilla de fe, ni se le atienda, ni se le riegue, y que no surja, que quede ahí detenida. La fe se tiene que desarrollar, crecer constantemente, y nunca acaba de crecer en esta vida. Dice San Pablo que es el faro que ilumina el caminar en la vida terrestre, pero que terminará la fe cuando ya se vea a Dios cara a cara. Cuando el hombre vea el rostro de Dios, cuando lo conozca y lo vea, entonces ya no se necesitará la fe. La  fe se necesita ahora, y por esa razón, se tiene que alimentar para que se desarrolle en cada persona.

 

¿Cómo se puede desarrollar la fe? ¿Cómo puedo hacer que crezca? Y hacer, que la fe de cada persona sea tan grande como la fe de estos dos ciegos, que gracias a esta fe, recuperaron la vista.

 

Lo primero que se tiene que vivir es la confianza.  La amistad sirve de ejemplo para definir la confianza. Se tiene que poner la confianza en Dios, se puede creer en Él, en su existencia. Pero no se debe creer que Dios está allá, sólo, apartado, no. Dios observa, mira y acompaña a cada persona. Dios conduce a cada persona, por medio del Espíritu Santo.

 

Cuando un niño tiene confianza en sus padres, camina por las calles y se siente seguro al ir de la mano de sus papás. Porque sabe que ellos no le harán daño. Tienen toda la confianza puesta en su papá, mamá o su hermano mayor. Se tiene que dar ese primer paso, confiar en Dios, confiar que Dios acompaña a todo hombre, lo mira y lo ama.

 

Al crecer la confianza se puede dar un segundo paso, tener la experiencia de la esperanza. Entonces se puede esperar en lo que se cree. La fe y la esperanza van de la mano, si hay fe, hay esperanza. Si no hay fe, no hay esperanza. Son las dos virtudes fundamentales que ayudan a decidirnos y vivir la caridad, el amor, la relación con los demás, de una manera como Dios la tiene con cada uno de nosotros.

 

Por eso, la finalidad de la fe y la esperanza es guiarnos en esta vida, para que se realice el aprendizaje de amar a la manera de Dios. Cuando esto sucede, entonces las lecturas como la que hemos escuchado el día de hoy del Profeta Isaías, pueden consolar, reconfortar y animar, y hacen crecer en la esperanza.

 

Dice el Profeta Isaías: ¿Acaso no está el Líbano a punto de convertirse en un vergel y el vergel en un bosque? Son elementos de la naturaleza, pasar de un desierto a un vergel y de un vergel a un bosque. Pensemos en lo hermoso que sería superar esta situación social en la que nos encontramos, de inseguridad, de agresión, y de violencia, y pasar de este desierto de amistad y amor, a una sociedad donde se pueda vivir la fraternidad, el servicio y el caminar en el respeto a la dignidad humana.

 

Eso es posible, pero Jesús nos pregunta ahora a cada uno de nosotros, ¿creen ustedes que puedo hacerlo? Igual que los dos ciegos que no veían, también nosotros podemos estar ciegos, y no ver la forma de sociedad que Dios quiere para nosotros.

 

Quizá consideremos que el tiempo en que vivimos, es el tiempo que nos tocó y experimentemos una gran resignación. Pero debemos abrir los ojos, y pedirle a Jesús que se compadezca de nosotros, de la sociedad. Compadécete porque creemos en tí. Y seguramente Jesús dirá: que se haga en ustedes conforme a su fe. ¿Qué le diremos a Jesús? Sí  Señor, sí creemos.

 

Por eso, celebramos esta Eucaristía, por eso la visita a este Colegio, por eso están aquí los padres de familia, porque están preocupados por la educación de sus hijos, para que la semilla de la fe, crezca. Y juntos podamos decirle a Jesús: Sí creemos en tu proyecto, en lo que tú quieres de nosotros como familia, como pueblo, como país, como nación. Desde lo profundo de nuestro corazón presentemos a Dios nuestra fe.  Que así sea.

 

 

 

+Carlos Cardenal Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla