HOMILíA NAVIDAD DEL SEñOR

December 31, 1969


HOMILíA NAVIDAD DEL SEñOR

 

Homilía Navidad del Señor

24-Diciembre-2016

 

Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo

 

En estos años el Papa Francisco ha constantemente recordado, que la característica fundamental de un cristiano, es la alegría. Hoy es una de esas celebraciones de la liturgia, donde podemos descubrir con claridad esta relación entre el conocimiento de Cristo y la alegría. Para ello se necesita recordar: quién es Cristo y cuál es su misión.

 

Este niño, que vemos en el nacimiento, encierra al Creador del universo. Hay que considerar este designio de Dios: esconderse detrás de la creatura. ¿Por qué lo hace? ¿Cuál es la misión de este designio al hacerse hombre, siendo Dios?

 

La lógica humana piensa que si se quiere que la gente responda en tal o cual circunstancia, lo que se necesita es el poder, para que nadie se quede fuera de realizar, lo que se está pidiendo. Por esa razón, las naciones tienen ejércitos, policías, vigilantes, para obligar a los miembros de la sociedad a guardar el orden y la disciplina. Esa es la lógica humana, así se procede.

 

La lógica divina es contraria y es lo que nos desconcierta. Si alguien tiene poder, es precisamente Dios, el Creador del universo. Imaginemos, si la venida de Dios hubiese sido con todo su esplendor, con su poder, con su magnificencia, ¿quién podría resistirse? Pero, ¿se habría ganado el corazón humano? Quizá por el temor de una represalia y castigo el hombre se había acercado a Él. La lógica divina, es esconderse detrás de su propia creación. Por eso no aparece Dios como DIos, sino como hombre pero Jesús de Nazaret manifiesta la presencia real del Hijo de Dios.

 

¿Por qué esta lógica divina? ¿Qué pretende Dios? Cuando vemos la experiencia humana al acercarse a un bebé, a un niño, ¿da miedo acercarse? Si alguien no infunde temor, es precisamente alguien que no puede hacer algo en contra de nosotros. Acercarse a un bebé, es acercarse a un ser totalmente inofensivo, por eso no hay nadie que se resista saludar a un bebé. Pero además cuando alguien se acerca, recibe ternura, afecto, cariño, mueve el corazón.

 

Y eso, sucede aun cuando el niño no es un familiar. Un bebé, conmueve a cualquiera. Dios ha querido esconderse en la creatura y hacerse hombre. Precisamente para que el hombre se acerque a él, sin temor.

 

Lo primero que siempre se tiene que evitar como una gran tentación, es cuando entra en el hombre el miedo a Dios. Es lo primero que se tiene que rechazar, porque Dios es amor, y por ese amor, que es su naturaleza, se hizo hombre.

 

Les traigo una buena noticia, les dice el ángel a los pastores. Hoy también lo dice al mundo, a cada uno de nosotros, ya que frecuentemente se olvida, que Cristo se hizo hombre por nosotros y para nosotros.

 

Con su primera venida, inicia la plenitud de los tiempos, llega el momento de plenitud, porque Dios está con la humanidad, no por otra cosa. No es porque se alcanzó el mayor desarrollo posible, en lo tecnológico, humano, cultural. No, sino porque quien camina con la humanidad, quien está con los hombres es el mismo Dios, el Creador, nuestro Padre.

 

Ese es el sentido de la primera venida de Jesús, la Encarnación, el hacerse hombre. Esta etapa que se abre con el nacimiento de Jesús un día terminará. La segunda venida de Jesús que siempre imploramos, será el tiempo en que se cierre esta etapa.

 

Pero el tiempo entre esta primera venida y la segunda, en este tiempo que nos toca vivir, Cristo viene en cada encuentro y en cada ocasión a cada persona, no deja de estar permanentemente con nosotros, pero de una forma sutil y escondida, para no causar temor.

 

¿Cuáles son esas formas en las que se presenta Dios, hoy con nosotros? En primer lugar, la Palabra, es el mismo Cristo, quien nos habla cuando se proclama el Evangelio, de ahí la importancia de conocer el Evangelio, escucharlo y meditarlo.

 

Dios previó que con el censo ordenado por el Emperador Romano, Jesús naciera en Belén. El significado de este nombre en hebreo es la casa del pan. Cristo también de forma sutil, escondida, se hace presente en el Pan de la Vida, en la Eucaristía. Jesús que nació en la casa del pan se presenta como Pan de la Vida. En la presencia Eucarística, no infunde ningún temor al estar ahí presente, no da miedo ver la hostia consagrada. De ninguna manera. Con toda confianza nos acercamos a Él.

 

Son presencias que no infunden temor, son presencias elegidas por Dios para estar, siempre cercano a la humanidad, y así mostrar el amor que nos tiene.

 

Pero la presencia extraordinaria, más allá de la Palabra, y del Pan de la Eucaristía, es la presencia de Dios en el interior de cada persona. De ahí que el amor al prójimo, se vuelve la norma, básica y fundamental, de un discípulo de Cristo. A Cristo se le encuentra cuando nos acercamos al prójimo. A Cristo se le encuentra cuando se sirve al que lo necesita, cuando se comparte con quien lo necesita, el que vive alrededor. En ese ejercicio del servicio se manifiesta la presencia de Dios.

 

Muchos podrán imaginar que es muy difícil visitar a los reclusos que están en la cárcel. Da cierto temor entrar, estar constantemente asistiendo para ayudar a los reclusos. Sin embargo quienes lo hacen, quienes los asisten en nombre de Cristo, como Iglesia, sienten la fortaleza y el gusto de servirlos; y así las distintas obras de misericordia y de caridad que se ejercitan y se viven. Cuando se realizan estas obras, viene una satisfacción interna, algo que en el interior manifiesta el bien que se realizó. Esta es la alegría que causa el encuentro con Cristo.

 

Por eso, en esta Nochebuena, noche feliz, y llena de alegría, pregúntense, ¿experimento y vivo esta alegría, realmente soy una persona alegre? Si no lo soy, ¡es que me falta Cristo! Aunque creas en él, aunque creas que existe y que vino al mundo, si te falta la alegría es que aún no lo has encontrado, aún no has tenido la experiencia de percibirlo dentro de ti. En tal caso, escucha la Palabra de Dios, acercarte a los Sacramentos, a la presencia Eucarística, ayuda y sirve a tu prójimo.

 

La Navidad es momento propicio para reflexionar, y descubrir que necesitamos a Cristo, ¡Él es la causa de nuestra alegría! Por eso el Ángel nos dice: No tengan miedo, les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo, nadie está excluido. Hoy les ha nacido en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Que así sea.

 

+Carlos Cardenal Aguiar Retes

Arzobispo de Tlalnepantla