VISITA PASTORAL NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS

December 31, 1969


VISITA PASTORAL NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS

 

“Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías”.

Con estas palabras, concluía la primera lectura del libro del Apocalipsis, habiéndonos descrito en una escena simbólica, en lenguaje apocalíptico propio de este estilo, lo que es la realidad del establecimiento del reino de Dios en la tierra. Es una batalla, y de por medio hay un dragón, que da coleteadas, --dice el texto--, destrozando, causando muerte. Una batalla que va directa contra el Hijo, en donde la Madre, es figura de la protección del Hijo y también es figura que muestra la protección de Dios Padre. Con estas imágenes nos quiere describir el autor, lo que ahora contemplamos de forma constante, no solo en nuestro tiempo, sino viendo toda la historia de la humanidad, aun en este tiempo de la plenitud, que es el tiempo posterior a Cristo. De aquí, podemos recoger, algunos elementos que nos ayuden a descubrir nuestra propia vocación y misión.

Primero es que debemos ser como la madre, para darle cabida al hijo. Nuestra vocación es encarnar a Cristo, para eso estamos llamados. Eso es un verdadero discípulo de Cristo, aquel que encarna a Cristo. De esa forma lo hace nacer en medio de este mundo. Así, entonces, el Hijo, --dice el texto del Apocalipsis--, es llevado hasta el trono del Padre, hasta la casa del Padre.

Nuestra misión, es como la de María, nuestra misión es ser madre; y por eso formamos parte de una Iglesia Madre, eso es lo que nos quiere decir el Evangelio que acabamos de escuchar. Porque nuestra vocación de encarnar al Hijo, no es simplemente para quedarnos en una tarea individual, sino que hay que compartir la experiencia de lo que está sucediendo en nuestro interior, provocado por la fe. Eso es lo que hace María al visitar a su prima Isabel: compartir lo que está sucediendo en ella, y a su vez, Isabel comparte su alegría con María. Así nace la Iglesia, Iglesia Madre, Iglesia que encarna a Cristo. Nosotros, si nos quedamos de forma individual, aislada viviendo nuestra fe, nuestra fe se hace estéril y fácilmente, incluso movida. Si nosotros compartimos la fe, entonces crecerá Cristo en nosotros y la fortaleza nuestra con los demás, hará posible que el Reino de Dios se establezca en medio de nosotros, a pesar del dragón, a pesar del mal que azota, que se manifiesta, que provoca y que causa muerte.

Nosotros como nos dice el texto del apóstol San Pablo, estamos llamados para encarnar a Cristo el Señor de la vida. Es el que ha vencido la muerte, esa es la primicia que Dios Padre nos da para garantizarnos nuestra meta, para decirnos que no es una causa perdida nuestra vocación y misión, sino al revés, es como dice esa frase: “ha sonado la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado y del poder de su Mesías”. Nosotros como María, también, probaremos la vida después de la muerte, nosotros como Cristo --dice San Pablo--: resucitaremos. En esta esperanza, en esta visión de trascendencia, es donde está la fuerza para enfrentar el mal. El mal, si lo vemos solamente en una dimensión horizontal, en una dimensión a corto plazo, apaga nuestro espíritu. Si el mal lo vemos en esta dimensión metahistórica, más allá de la historia, como lo hace la fe, entonces lo afrontaremos y lo venceremos. Ésta es la esperanza cristiana que hoy en esta fiesta de la Asunción de María nos ofrece la liturgia, nos ofrece esta solemnidad.

A la luz de estas reflexiones de la palabra de Dios quiero, entonces, presentarles la razón de nuestra visita pastoral; la alegría que nos causa el visitarlas, la esperanza que provoca estos encuentros con las comunidades parroquiales, con los sacerdotes que las presiden. Porque la visita pastoral está siendo precisamente un encuentro como el de María con Isabel. Compartimos nuestra realidad con el modelo de situación, para ponerlo en una dimensión más allá de lo que vivimos a lo que queremos vivir, en una perspectiva del futuro, pero de un futuro alcanzable, viable, con ello, la metodología prospectiva que nos está ayudando, nos ayuda también a poner los pies sobre la tierra, de nuestra realidad, con todos los obstáculos y dificultades, al mismo tiempo con nuestras potencialidades, pero asentados en esta espiritualidad mariana que no es otra que la espiritualidad de comunión. La espiritualidad que le da vida a la Iglesia. La visita pastoral es un momento de una etapa, de un proceso, no es simplemente un evento. La visita pastoral es ese proceso de articulación de nuestras comunidades parroquiales. Y hoy les invito para que se unan a esta intención que pongo en manos de nuestra Señora de los Remedios, patrona de nuestra arquidiócesis. La que logremos llegar a esta elaboración del plan diocesano de pastoral, pero en proceso, desarrollando la experiencia que nos dé vida, desarrollando la experiencia de Iglesia, transmitiendo la fe, convirtiéndonos en auténticos testigos de la vida cristiana, que no nos apabulle esta situación tan lamentable de inseguridad, de violencia, de atropellos a la dignidad humana, de injusticia; sino que nos levante siempre el espíritu de Cristo, para que logremos establecer el reino de Dios en medio de nosotros.

Pidámoselo a sí a María nuestra Señora de los Remedios.