HOMILÍA DE LA VIGILIA PASCUAL, CATEDRAL DE CORPUS CHRISTI.

December 31, 1969


HOMILÍA DE LA VIGILIA PASCUAL, CATEDRAL DE CORPUS CHRISTI.

 

Homilía de la Vigilia Pascual, Catedral de Corpus Christi. 

 

Muy de madrugada el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro estas santas mujeres. 

Muy de madrugada, quiere decir que todavía estaba obscuro, significa entonces que se cernía el poder de la muerte, en estos momentos, y en esta experiencia que estaban viviendo estas mujeres, y los discípulos de Jesús, las sombras, la obscuridad, la noche, nos hablan del poder del mal, nos hablan de el poder de la muerte y pareciera ser que la muerte está venciendo a la vida, pareciera ser que la obscuridad está venciendo a la luz, pareciera ser que la desesperanza el miedo y el temor, se están sobreponiendo a la alegría, al gozo, y a la confianza que aquellas mujeres y los discípulos del Señor habían depositado sobre Jesús, por eso esta noche iniciamos esta solemne vigilia pascual a obscuras para recordar con este signo que Jesús está en el sepulcro, que Jesús ha muerto, que Jesús ha sido enterrado así como la semilla es enterrada en lo profundo de la tierra, si Jesus permanece muerto, esta enterrado y la preocupación de estas mujeres: ¿quien nos quitara la piedra de la entrada del sepulcro? porque era una piedra muy grande, esa pesada losa que impedía descubrir que había en el interior de aquella tumba, esa pesada losa que nos está invitando a reflexionar en todo aquello que nos impide entrar en comunión con el resucitado esa pesada losa que podemos muy bien entender como todos aquellos obstáculos, todas aquellas circunstancias, que nos apartan, que nos distancían de la experiencia del encuentro con el resucitado y una de esas circunstancias es la actitud de la desconfianza, la actitud de la desesperanzadas situaciones que podemos vivir en nuestros momentos, en nuestros tiempos presentes ante situaciones de inseguridad, ante experiencias de dolor ante la confusión de los valores que deben de regir nuestra vida personal, familiar y social, el resquebrajamiento de los valores humanos, morales y cristianos que por muchos siglos fueron el punto de referencia de nuestra vida personal, familiar y social y que nos causan grandes confusiones.

Esa pesada losa que puede significar el tiempo actual que viene  hoy muchos de nuestros jóvenes ante la confusión, ante la falta de testigos creíbles de la resurrección de Jesus, esa pesada losa que significa la actitud de muchos jóvenes ante los valores de la trascendencia ante el valor de la fe de la esperanza del amor, ante la experiencia de la resurrección, jóvenes que viven sin creer no solamente en Dios sino incluso sin creer en ellos mismos, esa pesada losa que puede significar también la mediocridad y el conformismo de nuestra fe en una vivencia autentica como lo venimos escuchando en estas lecturas del antiguo testamento, la vivencia de un bautismo simplemente por tradición, por costumbre, la vivencia de el bautismo solo como un rito o solo para obtener un documento porque así se ha usado porque así es la costumbre nos hemos acostumbrado a vivir con esas pesadas losas de una tradición de un rito que si bien es cierto no son negativos es cierto que son solo una pequeña experiencia de fe pero no la vivencia auténtica del reencuentro con el resucitado que necesario es que nos quitemos esas losas por eso también podemos preguntarnos como aquellas mujeres quién nos quitará la losa tan pesada de la desconfianza, quién nos quitará la losa tan pesada de la desesperanza, quién nos quitará esa losa tan pesada del conformismo y de una vida cristiana sin compromiso, sin renovación, sin cambio, sin conversión y esa pesada losa no se quitó por fuera no la quitaron fuerzas humanas esa pesada losa la quitó y la destruyó Jesucristo resucitado, el señor victorioso que venciendo a la muerte como lo proclamamos y lo cantamos en el pregón pascual, venció la muerte, venció las tinieblas y resucitó victorioso, es Jesucristo resucitado el único que puede quitarnos todas estas pesadas lozas que nos impiden vivir la alegría, el gozo, la experiencia la vivencia de Jesucristo vivo, de Jesucristo resucitado. 

No está aquí ha resucitado. Fue la respuesta que dio aquel joven que estaba al interior de la tumba, aquel joven que también los otros evangelista hablan de un ángel, que finalmente es la presencia de Dios, es la acción de Dios, es el amor de Dios quien ha hecho que Jesucristo, el Hijo de Dios resucitara Victorioso, No está aquí ha resucitado. Jesús no está en los corazones desesperanzados, Jesús no está en los corazones sin ilusiones, Jesús no está en los corazones de las personas que se sienten fracasadas, desilusionadas, Jesús no está en los corazones tristes y apocados, Jesús no está en las familias, en las sociedades, en los pueblos que han perdido la ilusión y la esperanza, ¡Jesús ha resucitado! y quiere estar en nuestros corazones, quiere estar en nuestras familias, en nuestra sociedad, quiere estar con nuestros jóvenes, con nuestras mujeres, con nuestros niños, con nuestros ancianos, con nuestros enfermos, a Jesús resucitado lo vamos a encontrar en estas personas, en los más frágiles, en los más débiles, en lo que son menos valiosos ante una sociedad consumista ahí es donde vamos a encontrar a Cristo resucitado, en esos rostros, en esas vidas destrozadas por la violencia, ahí vamos a encontrar a Jesucristo resucitado, por eso el lema de nuestra visita pastoral a las parroquias a las casas religiosas a los colegios, a los centros de rehabilitación a la cárcel, a nuestras diferentes comunidades ¡Cristo vive en medio de nosotros! ¡Cristo ha resucitado y vive en medio de nosotros! Y esto no es solamente un slogan, una frase aprendida y repetida, Cristo vive en medio de nosotros porque es una realidad, porque Cristo ha resucitado, porque Cristo no se ha quedado en la tumba, porque la loza tan pesada que cubría su tumba ha sido movida por la fuerza y poder del amor para nosotros.

Que la resurrección de Cristo, que la victoria de Cristo que ascendió victorioso mantenga nuestros corazones con la luz de la esperanza, que la resurrección de Cristo nos haga vivir nuestro bautismo de manera autentica, de manera comprometida, que la luz de este cirio signo de la presencia de Jesucristo resucitado que los cirios que portamos al inicio de nuestra celebración, nos recuerden que Jesucristo resucitado es la luz que ha venido a este mundo para iluminarnos, para descubrirnos su rostro en estas realidades tan adversas, tan complejas, pero que ahí lo podemos encontrar, que el Señor resucitado alegre hoy, mañana y siempre nuestra vida cristiana.

¡Que así sea! 

 

+Mons. Efraín Mendoza Cruz

Obispo Auxiliar de Tlalnepantla