Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, estamos terminando este año litúrgico del ciclo c, y estos domingos finales nos hablan del juicio final, ya le próximo domingo celebraremos la fiesta de Cristo rey para después pasar al tiempo de adviento.
Ciertamente en las lecturas, tanto la primera como el Evangelio, el profeta Malaquias y San Lucas, su intención no es asustarnos, sino la finalidad es que nos pongamos a trabajar con alegría en la construcción del Reino de Dios. Escuchamos como al final de los tiempos, Malaquias nos dice, el que no se encuentre grato a los ojos de Dios estará como en un horno, habla del fuego, pero también el que haya sido fiel será como el sol resplandeciente, palabras que sirven para animarnos en medio de las vicisitudes, de las dificultades y caminar con el Señor.
A mi me impactó mucho una encuesta que vi hace un tiempo donde a los católicos se les preguntaba si creían en la resurrección, y curiosamente muchos respondían que no, les preguntaban si creían en la reencarnación y respondían que sí, y yo decía realmente es el reflejo de nuestra sociedad, aquí en México más del 80% somos católicos, y este dato se obtiene preguntando si fuimos bautizados, pero ¿cuánta gente participa en las celebraciones dominicales de la eucaristía? Si somos muy optimistas podemos decir que el 10%.
Mucha gente a pesar de que participa en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, que participa en el viacrucis, en la fiesta patronal de su pueblo o el miércoles de ceniza, muchas veces su fe es muy incipiente y por eso yo creo que nos toca a nosotros ayudar a las personas a poner en claro que la verdad más importante de nuestra fe es la resurrección, si Cristo no resucitó, apaga y vámonos, qué estamos haciendo aquí.
Pero nosotros sabemos que Cristo resucito y él nos abre las puertas del cielo y que nuestra vida es un caminar, y por eso creo que la segunda lectura de San Pablo a los Tesalonicences nos ilumina mucho, donde le dice sigan mi ejemplo. Y aunque se nos pueda hacer pretencioso, pero si nos ponemos a pensar vemos que en su vida él tuvo un proceso de conversión cuando cayó del caballo y escucho la voz que le dijo Saulo por qué me persigues, y pasó de ser perseguidor de los Cristianos a entregar su vida por Jesucristo Nuestro Señor.
Y por eso hoy nos dice hay que trabajar, pues muchos estaban solo a la expectativa del fin del mundo, y él les dice no, hay que trabajar, tenemos que ser constantes servidores de los demás.
Que bonito es hoy para ustedes como coordinadores de pequeñas comunidades donde a veces parece que no hay esperanza, donde a veces quisieran tirar la toalla y decir, ya me cansé porque no tengo el apoyo de mi sacerdote de mi párroco, o los que forman las pequeñas comunidades no son constantes, y entonces hoy el Señor nos dice sigamos siendo perseverantes en esta tarea, porque ustedes han tenido este proceso y han tenido también el contacto con la palabra de Dios, donde han sido oyentes de la palabra y es muy hermoso cuando uno comparte la experiencia de su vida, y es una esperanza para nuestra Arquidiócesis estas pequeñas comunidades, porque también ustedes van descubriendo muchas cosas en su vida, entre ellas los carismas que Dios les va dando y también los ministerios porque la Iglesia es ministerial, es decir servidora.
Yo creo que este encuentro es para cargar pilas, es parte de un proceso, y van a continuar trabajando en sus comunidades y que vayan creciendo más personas en el amor a Dios, en su identidad como cristianos para que también vayan siendo multiplicadores de otras comunidades. Yo siempre digo que se puede hablar de muchas cosas, se pueden tener muchos objetivos, estrategias, criterios etc, pero lo más importante son los frutos, por sus frutos los conoceréis, ahí está la clave, cuando se van viendo frutos de fraternidad de comunión de misericordia, pues quiere decir que el evangelio va penetrando en el corazón de nosotros y de la comunidad así que hoy regresen a sus casas sabiendo que nuestra vida es trabajar, servir a los demás y que la vida realmente es corta, no sabemos ni el día ni la hora en que el Señor nos va a llamar pero lo importante es dejar esa huella siguiendo las huellas de Jesús.
Que el Espíritu Santo y Nuestra Señora de los Remedios en estos 500 años de que llego a estas tierras nos hagan sentir en el corazón su presencia y sigamos avanzando en este proceso para que seamos cristianos maduros, discípulos misioneros.
Así sea.
+Mons. José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla