Homilía en la Misa de la 6a Carrera por las Vocaciones
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo
Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, a todos los saludo con mucho gusto, a todas las familias que están aquí participando en esta Eucaristía, también saludo a los muchachos del seminario, al equipo formador, que hoy estamos aquí celebrando nuestra Eucaristía en la fiesta de Cristo Rey, fiesta con que nosotros cerramos el año litúrgico.
Hoy yo quisiera que contempláramos a Cristo crucificado, como acabamos de escuchar en el santo Evangelio. No es una poesía sino es una realidad. Hace XXI siglos, Jesucristo, el misionero del Padre, que vino a revelarnos el rostro de su Padre, termina crucificado, parece que todo ha sido un fracaso. Vemos nosotros que el Rey del universo es llevado, condenado y crucificado, y ahí precisamente con dos malhechores. Podemos nosotros ver las palabras que cada uno de ellos decía. Uno le increpaba y le decía que si era el hijo de Dios bajara de la cruz,. El otro le decía: «Cuando estés en tu reino acuérdate de mí» y Jesús le responde: «Yo te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso».
En nuestros tiempos esta lógica no nos cuadra, nosotros pensaríamos en un rey que tiene muchas personas a su disposición, que da órdenes, que viste lujosamente, que tiene un palacio, y encontramos a Cristo, solo, crucificado. Cuántas veces trataron de desviar a Jesús del camino, recordemos nosotros también las tentaciones que tuvo en el desierto, cuando el diablo quería desviarlo, que convirtiera aquellas piedras en panes o que se lanzara del templo y Jesús siempre fue fiel al Padre, hasta las últimas consecuencias. Nosotros queremos pertenecer a su Reino. En la Sagrada Escritura la palabra Reino de Dios es muy mencionada, y Jesús también dice: «El Reino de Dios está aquí». El Reino de Dios es su Pasión, a eso vino Jesús, a revelarnos el rostro de su Padre pero para decirnos: «Los invito para que se adhieran a este Reino, el reino de paz, de justicia, de fraternidad».
Algún día un servidor en un encuentro con jóvenes hicimos alguna dinámica y llevamos muchas revistas y entonces les pedimos que recortaran fotografías y que en el lado izquierdo pusieran todo lo negativo y del otro lado todo lo positivo que encontraran. Ustedes sabrán que la pared de la izquierda se llenó con todo lo negativo, guerras, violaciones, pobreza; y del lado derecho muy pocas cosas. Pues ahora nosotros estamos invitados en medio de la sociedad en que vivimos, con tanta problemática, a ser personas de esperanza y a construir el Reino de Dios sembrando semillas, semillas de generosidad, de solidaridad, de paz, pero no olvidemos que la paz es fruto de la justicia, y la paz es un don que viene del cielo pero se construye en la tierra, todos los días.
Qué hermoso es que también hoy se realice esta 6a Carrera por las Vocaciones. A ver, levanten la manos los que van a correr, y los que vamos a caminar. Fíjense que, desde que me platicaron de esta carrera vocacional, me agradó mucho porque es una actividad que une, que es de familia. Ciertamente hay muchos esfuerzos para hacer esta carrera, hay patrocinadores, bienhechores, gente que colabora, pero esta carrera también es para que se construya el Reino.
El Papa insiste mucho, y me lo ha dicho personalmente, en trabajar por la familia. Fue algo muy bonito que tuve una experiencia, tuvimos un curso donde vino el decano de la Rota Romana y me entregó él al llegar una carta. Yo guardé la carta pero me dijo: «Ábrela». Entonces abrí yo la carta, era una carta que me mandaba el Papa, pero era una carta escrita a mano en donde me decía que trabajáramos mucho por el matrimonio y por la familia. Yo creo que esto, lo que se va a realizar el día de hoy, es algo práctico y también es una carrera vocacional porque hoy pedimos por las vocaciones y por el seminario. Ustedes saben que los padrecitos no caemos del cielo sino que nacemos de una familia, y ordinariamente de familias que rezan, de familias cristianas.
Así es que hoy disfrutemos este día, el día del Señor, el día de Cristo Rey. Disfrutemos, estemos contentos, caminemos, corramos, pero sabiendo que Cristo nos acompaña y quiere fortalecer nuestra familia y nuestro seminario. Así sea.
+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla