HOMILIA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

December 31, 1969


HOMILIA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

 

"Hemos sido privilegiados porque la Madre de Dios ha venido a nuestras tierras"

 

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, a todos les saludo con mucha alegría en esta solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe. Sin duda que hoy es un día que no es común en nuestro México, hoy es un día especial porque queremos manifestar nuestro cariño y nuestro amor a la Madre de Dios y Madre nuestra.

Hoy celebramos los 488 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el cerro del Tepeyac. No hizo nada semejante con nación alguna, hemos sido privilegiados porque la Madre de Dios ha venido a nuestras tierras y sobre todo ha venido para que nosotros conozcamos al verdadero Dios por quien se vive.

Al escuchar la Palabra de Dios, en especial el Evangelio, vemos cómo María toma la iniciativa y se dirige presurosa a un pueblo de las montañas de Judea para ver a su prima Isabel. Cuando llega María, Isabel queda llena del Espíritu Santo, y por eso expresa esas palabras tan hermosas: “¡Bendita, tú, entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”, y sabemos que en ese momento también Isabel estaba llena de alegría, porque su hijo saltó en su seno.

Vemos el encuentro de dos madres, una que iba a ser madre de Juan el Bautista y otra la madre de Jesús. De alguna manera tenemos ahí nosotros un compendio de la Sagrada Escritura, de los dos testamentos: El Antiguo testamento que todo perfila y todo apunta a la venida del Salvador, de un Mesías, y que se cierra precisamente con Juan el Bautista, y se abre el Nuevo testamento con Jesucristo Nuestro Señor. Más que el encuentro de dos madres es el encuentro de Juan, que le tocará preparar los caminos del Señor, y de Jesús, que viene como misionero del Padre.

Ahí vemos nosotros las maravillas del Señor, que eligió a una mujer, la más hermosa, una mujer del pueblo, una mujer sencilla, pero que puso toda su confianza en el Señor cuando el arcángel Gabriel le anunció que había sido la elegida. María, después de haber puesto sus dudas, dijo algunas de las palabras más hermosas de la Sagrada Escritura, dijo: “Hágase en mí según tu palabra, yo soy la esclava del Señor”.

María tomó la iniciativa de ir a ver a su prima Isabel y María toma la iniciativa de venir a México en el año de 1531, cuando nuestro pueblo, después de la conquista, era un pueblo que estaba muy triste, un pueblo que había perdido la esperanza porque se les habían quitado sus tierras, se les habían quitado sus ilusiones, y en ese contexto llega María de Guadalupe, la Madre de Dios, y se le aparece a San Juan Diego, aquel indio también sencillo, y le manifiesta su deseo de que se le construya un templo para que fueran y fuéramos a platicarle nuestra vida.

Las apariciones de la Virgen de Guadalupe son un acontecimiento único, y por eso decimos que no ha hecho nada semejante con nación alguna. La Virgen de Guadalupe ha estado presente a lo largo de la historia de nuestro México como esa Madre que nos anima, que nos escucha, que nos protege. Yo estoy seguro que todos ustedes aquí están, y aquí estamos, porque queremos que nos bendiga hoy nuestra Madre Santísima, que bendiga a nuestras familias, que bendiga a nuestra Arquidiócesis, que bendiga a nuestro México.

Tenemos ahora también dificultades sociales, donde el tejido social se ha ido desdibujando y donde hoy la Virgen de Guadalupe nos dice que trabajemos por la familia, que la familia es la célula de la sociedad, la familia formada por un hombre y una mujer, por un matrimonio, por los hijos, donde se viva en el amor a Dios y en el amor al prójimo, donde se vayan fomentando los valores humanos y cristianos. Decía San Juan Bosco: “Tenemos que formar buenos cristianos y honestos ciudadanos”.

Por eso fíjense que esta fiesta, donde hay música, donde hay flores, donde hay danzas, donde hay manifestaciones de amor, pues que no quede solamente en lo emotivo sino que llegue al corazón para que nosotros seamos esos discípulos misioneros de Jesucristo y que tengamos la esperanza, en medio de la oscuridad, que puede haber un mañana mejor, que una Madre siempre quiere la unidad, siempre quiere que los hijos vivan en comunión.

Podemos preguntarnos nosotros cómo está nuestro corazón, ¿tenemos resentimientos, rencores, envidias? Y que realmente hoy queramos vivir como nos dice la Virgen María, la Virgen de Guadalupe, como hijos de Dios. Una mamá disfruta cuando ve a la familia unida, cuando ve a los hijos que se quieren y que se apoyan. Pues hoy regresemos a nuestras casas, a nuestro trabajo, a nuestras actividades, sabiendo que Nuestra Virgen de Guadalupe nos bendice y siempre nos lleva a Jesucristo: “Hagan lo que Él les diga”.

María es importante porque colaboró en la historia de salvación, pero el centro es Jesucristo, camino, verdad y vida. Que el Espíritu Santo nos bendiga a todos y la Virgen nos acompañe en nuestra vida. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalepantla