Homilía en el miércoles de ceniza
Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:
En esta cuaresma 2020, el Papa Francisco, nos dice: "El Señor nos vuelve a conceder este año un tiempo propicio para prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria. Debemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón. De hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso".
Con la celebración del Miércoles de Ceniza, inauguramos la Cuaresma del latín "Quadragesima" que significa el cuadragésimo día antes de la Pascua, el Domingo de Resurrección. Iniciamos este tiempo litúrgico, con la imposición de la ceniza, que nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo, en la Casa del Señor.
La Cuaresma, siempre es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente, pero sobre todo es un "Tiempo de Gracia”. Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes. Nosotros amemos a Dios porque Él nos amó primero (1 Jn 4,19). El no es indiferente a nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos.
La ceniza no tiene nada de mágico, de supersticioso ... como se la da mucha gente, hoy es una oportunidad para que purifiquemos este signo, nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva será en el cielo, que necesitamos de conversión.
La imposición de ceniza, también es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo. Nos enseña que todo lo material que tengamos, aquí se acaba; en cambio, todo· el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad, al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar nuestra vida, de querer tener amistad con Dios. Hoy a partir del santo evangelio que escuchamos, podemos ver con claridad que Dios nos pide que pongamos especial atención en esta cuaresma en tres cosas: La Limosna - La Oración y El Ayuno.
La Limosna
En la instrucción sobre la limosna (6, 24) Mateo polemiza sobre ciertos aspectos de la espiritualidad de los fariseos, sobre todo la búsqueda de reconocimiento y el aplauso de la gente. Los cristianos deben practicar la caridad sin alardes, ni ostentación: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derechaN Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo. Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo.
La Oración
En lo que se refiere a la oración, la más larga de las tres (&,5-15) es una verdadera catequesis en la que se propone una nueva forma de orar, en contraste con la oración de los fariseos (vv. 5-6) y de los paganos (vv 7-8), el modelo de oración cristiana es, por supuesto, el Padre nuestro. ·
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitamos cambiar en nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra ida. Solo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
El Ayuno
Para el cristiano el ayuno no es una proeza ascética ni una ostentación farisaica de justicia; es signo de disponibilidad frente a Dios y a su Palabra. El Ayuno nos ayuda a saber dominar y ser dueños de nuestro cuerpo y estar mejor preparados para escuchar a Dios y servir a nuestros hermanos. En esta cuaresma todos tenemos la oportunidad de privarnos, de abstenernos de cosas que nos agradan para compartirlas con aquellos hermanos y hermanas que más Jo necesitan.
La cuaresma, por tanto, es el tiempo oportuno que los cristianos dedicamos a un trabajo, sobre todo interior, para sensibilizar nuestro cuerpo y nuestro espíritu a la voluntad de Dios.
Deseo para todos y cada uno de nosotros, para nuestra querida Arquidiócesis de Tlalnepantla y para nuestra Iglesia universal, realicemos este camino de cuaresma con ahínco y generosidad, y con la fuerza del Espíritu Santo, acompañemos a Jesucristo Nuestro Señor, en su pasión, muerte y resurrección, de tal manera que este camino no haga crecer como discípulos misioneros. Qué la Virgen de los Remedios, en el Año Jubilar por su llegada a estas tierras hace 500 años, nos acompañe en este camino que queremos realizar. Amén.
+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla