HOMILÍA EN EL VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

December 31, 1969


HOMILÍA EN EL VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

 

«Jesús viene a salvarnos a todos, pero siempre tiene especial cuidado por aquellos que más lo necesitan»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, hoy nos encontramos aquí en nuestra Catedral de Corpus Christi celebrando los oficios del Viernes Santo, que tienen en el centro a Cristo crucificado. Solamente dos veces al año se lee la Pasión del Señor, la primera el domingo de Ramos, donde se lee un año a Mateo, otro a Margcos y otro a Lucas, y siempre el Viernes Santo es la Pasión del Señor según San Juan.

Hoy es un día de silencio, un día muy especial, de meditación. Acabamos de escuchar la lectura y no hay palabras para describir la realidad que vivió Jesús; el que pasó haciendo el bien ahora es crucificado. Isaías en la primera lectura nos decía que Su rostro estaba desfigurado, no tenía figura de ser humano, pues había sido encarnecido, golpeado. Sin embargo, todavía más duro que el dolor físico era el dolor moral, de llevar sobre sus espaldas el pecado de la humanidad.

Por eso hoy quiero invitarlos para que centremos nuestra mirada en la cruz, esa cruz que tiene dos leños, uno vertical y otro horizontal, y que siempre nos debe recordar a cada uno de nosotros los dos mandamientos más importantes de nuestra fe, de nuestro cristianismo, el amor a Dios y el amor al prójimo. Parecía que todo había terminado en una tragedia, pero nosotros creemos en un Cristo muerto y resucitado

Recuerdo una película: Jesucristo superestrella, que también fue llevada al teatro, donde después de crucificar a Jesús todos los actores se suben al camión, al autobús, y todo ha terminado. En cambio, nosotros sabemos que la historia no termina ahí. En estos días santos, después de este día de silencio, de meditación, donde estaremos pensando en el proyecto de Dios y en cómo lo vamos viviendo nosotros, esperamos también la Pascua, la resurrección del Señor, que es el centro de nuestra fe.

Ahora en familia, quienes están siguiendo esta ceremonia, quiero invitarlos para que delante de la cruz, del crucificado, pensemos cómo vamos viviendo. «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» y Él dio la vida por nosotros. El amor es generosidad, el amor es solidaridad, el amor es entrega, el amor es sabernos cuidar, el amor es ver por aquel que más lo necesita.

Jesús viene a salvarnos a todos, pero siempre tiene especial cuidado por aquellos que más lo necesitan. Pensemos delante de la cruz si hemos tenido como prioridad en nuestra vida el amor, y el amor es gastar la vida por los demás, por la familia, por la comunidad, para ir construyendo el Reino de Dios.

Que contemplemos a Jesús y le demos gracias porque nos amó hasta el extremo, porque cumplió el cometido que Dios, su Padre, le había encomendado, de dar la vida por nosotros. Que sigamos, el día de hoy y el día de mañana, en esa actitud de meditación, de silencio, para que nuestra vida se vaya conformando más a Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado

Arzobispo de Tlalnepantla