CELEBRACIóN POR LOS 500 AñOS

December 31, 1969


CELEBRACIóN POR LOS 500 AñOS

 

 

Homilía en la Celebración por los 500 años de la llegada de la imagen de Nuestra Señora de los Remedios a la Diócsis 

Saludo con aprecio a mis obispos auxiliares Efraín Mendoza y Jorge Cuapio, a Mons. Leodegario Gómez, a Mons. José Francisco Cano (Rector de esta Basílica de Nuestra Señora de los Remedios) y al P. Feliciano Muñoz . Saludo con afecto a todos los sacerdotes, diáconos permanentes y transitorios, a los religiosos religiosas, seminaristas, laicos y laicas, agentes de pastoral. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús.

Hoy celebramos esta Santa Misa para conmemorar los 500 años de la presencia de la imagen de la Virgen de los Remedios en este lugar, en estas tierras del Valle de México, e invitarlos a todos ustedes desde sus hogares, desde el lugar en donde se encuentran dentro de los límites de nuestra Arquidiócesis de Tlalnepantla y fuera de ella, a que juntos le demos gracias a Dios Uno y Trino por regalarnos una madre que nos ama , nos acompaña y nos anima en nuestra vida a salir adelante con esperanza.

El culto de la Virgen de los Remedios ya lleva 500 años, sin duda que la creación de Cofradías (Asociación de laicos) ayudaron a promover que se tuviera devoción, ayudaron a que hubiera sacerdote capellán que asistiera la Ermita; se establecieron varias fiestas en que se habría de celebrar a la Virgen: el 08 de septiembre, la Natividad; el 02 de febrero, la Purificación; el 25 de marzo, la Anunciación; el 15 de agosto, la Asunción.

Me llama la atención, las visitas, que por cierto fueron numerosas sobre todo en la época colonial , de la imagen de nuestra Señora de los Remedios a la Ciudad de México concretamente a la Catedral Metropolitana que se realizaban en procesiones o peregrinaciones, y era para pedir por el cese de las epidemias, la falta de lluvias, por los calores que causaban estragos entre la población, había distintos motivos para pedirle a la Virgen, pero prevalecían las necesidades de los pueblos del Valle: solicitud de lluvias y salud.

Hoy también queremos elevar nuestra oración e implorar la protección de la Virgen de los Remedios, por estos momentos difíciles y complejos que aquejan a la humanidad entera, a nuestro México y a nuestra amada Arquidiócesis, de una manera particular por el fin de esta pandemia del coronavirus

Hoy en el evangelio que escuchamos, se nos narra, la presencia de María y José en el templo de Jerusalén para cumplir la doble prescripción de la ley mosaica: presentación del primogénito varón al Señor y purificación de la madre a los cuarenta días del parto.

El anciano Simeón guiado por el Espíritu Santo expresó aquellas maravillosas palabras que nos hablan de la universalidad de la salvación de Dios: “Señor ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador , al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”

La segunda parte de la intervención de Simeón se dirige a María, la madre de Jesús: “Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida; así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma”. Después del mensaje de proclamación mesiánica se anuncia el drama doloroso de la pasión del Señor.

Hoy en especial queremos gracias a la Virgen María, a nuestra Señora de los Remedios, porque fue fiel al proyecto de Dios y siempre siguió la voluntad de Dios, aún en los momentos más difíciles y dramáticos como estar al pie de la cruz junto a su Hijo Jesucristo y después de la resurrección, siguió animando a los apóstoles ya las primeras comunidades, como nos invita a cada uno de nosotros a seguir las huellas de su Hijo.

Pasando a otro tema, a propósito de la pandemia del coronavirus que nos preocupa y nos ocupa, quiero en esta ocasión, comunicarles unas palabras del mensaje de los obispo de México que dirigimos al Pueblo de México y que salió a la luz el pasado 29 de junio, día de la Solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, palabras de aliento y de esperanza. Dice lo siguiente:

En medio de la pandemia, los obispos mexicanos abrazamos a nuestro pueblo en su dolor y lo alentamos en la esperanza. Sólo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales y nacionales, buscando cumplir la voluntad de Dios, que quiere que todos sus hijos vivamos en comunión y a la altura de nuestra dignidad.

Al abrazar al Pueblo de Dios estamos convencidos de que es momento de generar espacios de encuentro, diálogo y consensos sociales, económicos y políticos: gobierno, sociedad, iglesias, empresas, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, comunidades e instituciones de todo tipo, estamos llamados a manifestar desde nuestras respectivas misiones, nuestro compromiso común por la vida la justicia, la solidaridad, la subsidiariedad, y el cuidado de nuestra casa común”

Como Iglesia que peregrina en México, queremos poner de manifiesto que la Esperanza es nuestra certeza y nuestro camino. Recordamos que a los largo de la historia de nuestro pueblo ha sabido sobreponerse a momentos difíciles de donde ha salido fortalecido.

Es hermoso acogernos a los brazos de nuestra Madre del cielo, la siempre Virgen Santa María de Guadalupe – la Virgen de los Remedios – “construyamos la “casita sagrada” en la que podamos superar nuestras diferencias para caminar hacia el sueño de Jesús, de ser uno, como él y el Padre son uno (Cf. Jn 17,21).

 

 

+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla.